García Márquez es un extraordinario escritor, de eso no hay duda, pero a mí, lo único que me provoca urticaria es su extrema popularidad, de tan bueno que es, todo mundo lo puede leer, pero sobre todo, entender, porque no es lo mismo asomarse a un texto y quedarse con cara de what, que extraer la esencia de las palabras que transmiten una gama completa de sentimientos y a este genio literato, que usa el español que pueden comprender hasta los que estudiaron en la valle del Bravo; igual lo leen, las señoras de doble copete, que las reinas de belleza o los directores de cultura de pueblos dejados de la mano de Dios.
No digo, no, si tampoco soy tan arbitrario, que me gustaría no fuera tan leído, pero eso de que la señora rica después de haber tomado un curso inútil de metafísica cuya autora tiene nombre de estética de barrio, “presuma” que lee a Gabo, se me hace como muy kitsch, y es que hay algunas damas, (menos mis amigas) que se les dan de muy muy, pero la verdad es que tienen cultura de almanaque, y además, eso no es tan malo, porque se juntan nada más entre ellas mismas para comerse toda la charola de bocadillos, digo, si fueran a emitir un juicio de valor respecto a la problemática mundial del desasosiego de las masas en el foro mundial de las Naciones Unidas, entonces considero que tendrían que prepararse bien, pero si nunca va a ser así, pues mejor que consientan la lonja y chismoseen un ratito, que el buen chisme, también es alimento espiritual.
Las que me causan más risa, son las reinas de belleza, que declaran urbi et orbi, con cara de artesanía de Tlaquepaque, recién salidas del laboratorio experimental del maquillista, que su autor favorito es Gabriel García Márquez, y en el ojo recamado de bondo, se les trasluce su triste realidad, que no han leído ni siquiera las revistas de los aviones, que lo que dicen lo leen del teleprompter, y cada movimiento en la pasarela, lo aprenden a fuerza de ensayos duros, porque si no existieran los coreógrafos en esos concursos, todas caminarían como Chencha y se les desvanecería el glamur, tal vez por eso, a la hora de su discurso de presentación, se aferran al nobelado escritor de “El Amor en los Tiempos del Cólera”, por lo menos no corren ningún riesgo, como nuestro añorado Chente Fox, en la pronunciación del apellido, a menos que a García le pongan el acento en la Ga.
Los estudiantes de comunicación de universidades patito, de esas que no son reconocidas ni en santo Domingo, para los que no saben a lo que me refiero, les diré que ese sector de la ciudad de México, es el semillero de la mitad de los profesionistas de nuestra vernácula capirucha, ya que es ahí, donde se imprimen los títulos universitarios apócrifos de cualquier instituto mundial de prestigio, como son muy bohemios y entre que se visten jipi chics, son conocedores de todos los movimientos artísticos de vanguardia, también dicen que leen a García Márquez, pero la verdad es que prefieren leer Tv Notas y son adoradores de Paty Chapoy, Maxine Woodside y el Fabiruchis.
Los directores de cultura de los pueblos globeros y patriotas son menos indejos, esos si saben de la historia del arte mundial, conocen de las tendencias culturales en boga, muchos, son informados, por supuesto no comen los bocadillos en los cocteles en honor a los artistas que ellos mismos invitan, sino que aprovechan los viáticos que les regala el municipio para comer filetes rodeados de sus invitados y de la comparsa que siempre los acompaña, pero estos si han leído casi toda la obra de García Márquez, además, lo conocen en persona y tienen su autógrafo en casi todos sus libros y es que El Gabo, además de excelente escritor, es un personaje que se vende al mejor postor; igual para hacer visitas a domicilio a viudas beodas que a la inauguración de galerones habilitados a recintos culturales, por una módica suma.
Yo si he leído a Gabo y he platicado con él, pero les juro por el Beato Carlos, que nunca le aventé pétalos amarillos a su paso como lo aseguran las lenguas de doble filo.
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