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martes, 11 de agosto de 2009

Gracias Don Juan


Yo no sé mucho de casi nada, pero de vez en cuando me gusta asomarme a los buenos textos, por esa razón, agradezco doblemente su distinguida atención queridos lectores, y es que según los conteos rápidos de los “exit pols” de mi tía Tencha, mi columna es la más leída del periodismo vernáculo, incluso, por encima de Catón, bueno no de su persona, sino de su espacio, además, ahorita no quiero que nadie voltee a verme, porque he recibido un premio extra respecto a mi sencilla labor periodística y la verdad es que estoy ancho como pavorreal, no cabo (¿o se dice no quepo?) de puritito gusto, y es tal mi dicha, que por el legítimo orgullo que me ha dado, peso lo doble, casi podría decirse que sufro de obesidad mórbida y por la carga extra sobre mis pies, me parezco a doña Viviana, una viejita que tenía un estanquillo en contra esquina de mi casa en mis años de infancia, y la cascorva anciana que casi se echaba la maroma, caminaba como si se hubiera puesto los zapatos al revés.
Don Juan Pérez Ávila, decano del periodismo, él si multipremiado a lo largo de su fructífera trayectoria en el oficio, escribió halagüeñas palabras en su Plus Ultra, respecto a mi sencilla labor columnaria y conste que no son cebollazos mutuos, que el lugar que tengo me lo he ganado a pulso a través de las buenas lecturas y la férrea disciplina de no distraerme en fruslerías ni vanidades, y es que hay muchos que consideran al periodismo como un negocio rentable, incluso algunos se alquilan al diablo por lentejuelas, y ya se sabe lo que se dice, que el innombrable paga mal a los que le sirven bien, pero cuando se requiere sacar la cara por el pueblo, se esconden detrás del mostrador o debajo del escritorio y manipulan a sus corifeos a sueldo para que digan lo que ellos no se atreven, pero ese es tema para otra columna, lo que quiero dejar claro es que me llena de alegría el hecho de que los grandes del oficio se asomen a mis artículos para dedicarme unos minutos de su tiempo y que por generosos, me incluyan en la nómina de sus afectos, además, en el caso específico de don Juan, declare que soy el más dilecto y al mismo tiempo, el más controversial columnista del país y perdonen el discurso de palestra, pero esos galardones que provienen de los colegas son diplomas enmarcados con fulgores que en lo personal me alientan y auspician para seguir en este farandulero mundo de las letras que desafortunadamente ha entrado en un avanzado estado de descomposición espiritual.
Ya lo he dicho en anteriores ocasiones, el único periódico que quiso publicarme, fue Líder Informativo, y no lo digo para endilgarme triunfos profesionales, pero nuestro editor y director general, el Contador José Manuel Suárez López, al recibirme en su oficina, me advirtió que me había mandado buscar porque quería tener las mejores plumas en su matutino, y yo que jamás he sido pretencioso, digo, tampoco soy demasiado humilde que eso no se me da ni en presencia de La Guadalupana, me hinché de gozo, porque extraditado de El Diario mi alma mater, busqué en otras instancias, y el inteligente veracruzano Daniel Rosas a quien siempre he considerado mi amigo, y al que me une una historia común con un hombre luminoso que alumbró nuestros destinos con su sabiduría, nunca dijo esta boca es mía para abrirme un espacio en sus fueros, pero pongo a Dios por testigo que las decisiones ajenas aunque afecten mi desarrollo cotidiano, no las tomo a mal, siempre he considerado que el mismo derecho que ellos tienen de negarse, lo tengo yo, de oponerme a obedecer mandatos ajenos ni siquiera por designios divinos, y que siendo como soy, un escribidor de los días que transcurren, igual puedo, como de hecho lo hice, abrir una brecha digital para llegar a la plaza de los caminos que convergen en la comunicación, así que no me amargué ni cuando murió mi madre que ha sido una de las mujeres más hermosas que han pisado esta tierra, mucho menos quedé herido de muerte al negárseme la posibilidad de expresión pública, y del otro medio ni hablo, que ese tiene suficiente castigo con la mediocridad en la que chacualea, publicando a “periodistas” que recortan de las revistas católicas cursilerías espirituales que sirven para dos cosas, y conste que no soy contrario al progreso si cada cual tiene lo que se merece, pero estoy seguro, que un día como suele ocurrir con las ofrendas de asfalto para muertos desconocidos, alguien ajeno a su historia, sembrará una cruz rodeada por flores para los insepultos que por absurdos se niegan a desaparecer. Ya dije

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