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viernes, 28 de agosto de 2009

Pa'trás los Filders

Como quisiera tener la voz de Don Ignacio López Tarso, para decirles, en el mismo tono en el que, el estupendo actor, recitaba los corridos revolucionarios, que les estoy profundamente agradecido por haberme elegido, de entre la baraja de estupendos periodistas que publican en Líder Informativo, para convertirse en mis asiduos lectores, ahora me voy, pero no por ello, me alejo de ustedes, digo, tampoco soy Jesucristo y les voy a dejar el consuelo del Espíritu Santo, me refiero a que en cualquier momento puedo regresar al mundo entintado del periodismo y es que cuando uno tiene el oficio metido en las entretelas del alma, es punto menos que imposible, es decir, casi inevitable, desandar el camino, tampoco quiero que esta sea una despedida triste, ni que me toquen las golondrinas, mucho menos con el mariachi de El Rancho pero tampoco con la banda de música municipal a la cual los danzones le salen como cumbias colombianas.
Esta es la última que yo escribo para Líder, pero mañana, mi distinguida amiga, La Culta Dama, ofrecerá una extraordinaria cátedra de lo que significa cruzar el pantano de las reputaciones, sin mancharse el linaje, que de esos blasones de los cuales exhibe, no hay en el pueblo, así que hay les encargo que se asomen a su asombrado mundo de matices fulgurantes y de claro oscuros deslumbrantes.
Así empecé ayer por la noche mi columna de despedida y la terminé con un chiste del cual todavía me sigo riendo, porque cerrar un ciclo no tiene que considerarse una tragedia, que de eso ya se ocuparon los griegos en sus representaciones histriónicas, si no me entristecí ni cuando Marco Villarreal me anunció que tenía que prescindir de mis servicios porque era muy socarrón con sus hijas veinteañeras y bien hubiera podido hundirme en sótanos de angustia, por el inalterable afecto que me une a la familia Villarreal Treviño y yo lo tengo muy claro, nunca dejaré de quererlos aunque ellos no me quieran en su periódico, que cada quien tiene derecho de manejar su negocio como mejor convenga a sus intereses, y ellos saben que lo que digo, lo digo de verdad, que es cierto, soy muy hablador y cabrón, pero nunca he sido desagradecido y mucho menos traidor, que esa palabra, solamente se debe usar para los que escondidos en las sombras de la ignominia, atacan a mansalva para herir, y luego, por cobardes, esconden la mano con la que perpetraron el crimen..
Hoy, me desperté con los ojos transparentes de emoción, y es que en su Plus Ultra, una vez más, el decano del oficio, se ha referido a mi sencilla labor de confeccionador de artículos de tópicos cotidianos, y como me complace el hecho de que por edad, saber y gobierno, su eminentísima persona se tome el tiempo para escribir tan elogiosos conceptos de mi quehacer periodístico, que si no me hicieran quedar como pendejo, aquí tendría que haber colocado la consabida frase de: “Me he quedado sin palabras” porque cuando se dice eso, y se toma literal, significa lo que ya todos sabemos, que en realidad no se tienen las palabras para expresar, pero como los vocablos se usan para pensar, así que una persona sin ideas, o está en un trance epiléptico, que en época de los griegos se consideraba una enfermedad exclusiva de los tocados por la mano de Dios, o está idiota, y yo no presento síntomas de ninguna de las dos.
Don Juan Pérez Ávila, a quien no conozco personalmente, sé quién es y conozco su trayectoria porque es de todos sabida, y es, en nuestro solar porteño, el más insigne del oficio, me ha dedicado su editorial, y con ello, puedo presumir que sin merecimientos propios, ni diplomas de universidades extranjeras, he sabido ganarme el respetuoso afecto de colega tan dilecto. Lo cito, para que leyéndolo, entiendan ustedes, queridos lectores, las razones por las cuales me ha llenado de alegría recibir tan inesperado por inmerecido galardón de laureles doctorales.
“Para quienes no lo sepan, en otro lares: Hoy escribo así, al enterarme de una decisión, que confío no sea de manera alguna irrevocable, anunciado con razonamientos crematísticos, por el columnista más leído, discutido y glosado de la frontera.
Si no anula su propósito. Si persiste en sus fines seguirá cosechando logros, debido a su sherlock-holmiano don deductivo, pero al hacerlo, dejara a su lector, y al mío, ante un dilema inmarginable: ¿Con quién me va a equiparar?
¿Quién me podrá traslapar con más donaire, fluidez y embeleso?
Como enjuiciador severo, no veo quién pueda ejercer, el difícil oficio de juglar de crípticos, con tan fascinante facilidad.
Si yo fuera egoísta, me recrearía exultante, al contemplar la marginación de un competidor con tanta aptitud para el comentario, tan enorme capacidad para desenredar enmarañadas historias furtivas.
Me gustaría que recapacite. Que cambie de planes. Que permanezca entre nosotros, como una prueba de gratitud a sus lectores.
Por eso digo: Yo veo el vaso medio lleno. Y confío en contribuir, hasta el punto de derramarlo”.
Y aunque me digan pendejo, ante semejante diluvio de elogios, me he quedado casi sin palabras, bueno, con una sola palabra, GRACIAS que captura un mundo de retruécanos y de hálitos de esperanzas, para alguien que como yo, no aspira a más de lo que tiene, y que el solo hecho de saber que lo que nace en una sola intención, llegue con tan notable fuerza a quienes se asoman a mis columnas diarias, es reconfortante y alentador, pero al mismo tiempo un serio compromiso de quitarle la seriedad a la vida, de que nos riamos más y nos asustemos menos de la realidad en la que se vive.
GRACIAS Don Juan, y mire, que en estos días en que me despedí de mis lectores, entre los cuáles usted me dispensa con su atención, he recibido toda clase de comentarios y ofrecimientos, entre otros, uno que me llenó de contento, porque no es dinero lo que busco, sino el reconocimiento justo a un trabajo profesional y ya se sabe lo que se dice: “el que pide menos de lo que vale, termina recibiendo menos de lo que merece”, uno de los tantos de mis queridos lectores, me dice que cuánto dinero pedía de aumento que no me lo quisieron conceder y que él de su bolsa de asalariado, podía distraer unos “centavos” para que no dejara de escribir, por esa sola declaración de afecto, le prometí a él, que seguiría escribiendo para mis “ciberlectores”, pero ante su consejo de patrono y bajo su égida, quiero avisarle, que me quedo, aunque no me paguen más , y si hay que poner dinero extra para que me reciban de regreso en Líder Informativo, luego les doy el teléfono y el correo electrónico del ciberlector, que echador como mi tío Luis Lauro, prometió darme una feriecilla extra, para que le cobren a él, el derecho de piso para seguir ocupando este singular espacio en la página tres de la sección Show de Líder Informativo. Ya dije.
P.D: En la columna que se distribuye gratuitamente entre mis lectores de internet, despliego mi nombre completo pero en el papel es indispensable el seudónimo, también por cuestiones de espacio y de íntimo decoro personal, no incluyo el editorial completo de Don Juan, pero en mi blog aparecerá íntegro como muestra fehaciente de la enorme generosidad del dueño de Plus Ultra a quien le agradezco su bonhomía y preocupación por el destino de mi labor periodística. Ya para finalizar esta andanada de palabras y a manera de colofón, diré: que la verdadera grandeza de un Hombre es la forma en que trata a quien no puede beneficiarlo en nada”. Gracias Don Juan.

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