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lunes, 3 de agosto de 2009

El calor del Seguro


No se mueve una sola hoja del árbol de la vida sin la voluntad expresa de Dios, eso siempre me ha quedado muy claro, pero a veces, algunos hijos putativos de Hipócrates se sienten con el derecho ontológico de disponer de las vidas de los miserables seres que inutilizados por sus dolencias quedan inermes ante la prepotencia de los mercanchifles de la medicina y aunque ellos crean que no, por ruines e infames, lo pagarán, no se sabe cuándo, los designios del Señor son inescrutables y misteriosos, pero dicen que nadie se va de este tránsito terrenal sin pagar las que debe.
La verdad es que siempre he considerado que la medicina tendría que ser considerada como un apostolado, pero lamentablemente los moldes en los que se cuajaron las grandes eminencias médicas, por lo menos los que se conocieron en antaño en nuestro globero pueblo, se quebraron en una época en que los benefactores de los ciudadanos aquejados por alguna enfermedad se ocupaban en menesteres propios de su oficio para aliviar dentro de sus posibilidades los dolores ajenos y ahora, casi todos, menos mis amigos, y no porque lo sean, sino porque conozco sus trayectorias de ayuda a los demás, lucran para agenciarse centavitos acumulados con los que adquieren lujos a costa de dejar en la calle a los que por avatares del destino han caído en las garras de las jaurías celulares, pero lo que nadie se ha percatado es que los médicos no curan, solamente alargan las enfermedades a menos de que tengan una varita mágica y esas ya están obsoletas o en manos de las Hadas que por lo visto se regodean en el cielo observando que los infelices seres requieren sus servicios de manera urgente y socarronas se voltean para otro lado.
En todos los hospitales del pueblo, incluso en los privados, la atención es mala y cara, por ejemplo en las clínicas del Seguro, bueno, la que yo conozco de cerca es la 78 porque he acompañado a mi hermana para que la enchufen a la máquina de diálisis, no hay aire acondicionado o a lo mejor no prenden los aparatos centrales para que si los pacientitos no se mueren de un infarto con la centrifugada a todo vapor, mínimo les dé una deshidratada terminal, que ni con gatoreid, es más, ni con agüitas frescas de Los Arandas se recuperen nunca y, no es que sea preferible a ninguna hora, pero si han de ahorrarse dinero con el recibo de la luz, que no sea en las horas pico del calorón, es decir a las tres de la tarde, cuando el sol está quemando, pero por Dios, y no lo digo solamente porque es un ser querido el que se ve afectado, sino porque nadie merece un mal trato de esa naturaleza, yo siempre he dicho que la empatía es la madre de todas las virtudes, que además no lo es, la actitud de ponerse en los zapatos de los otros es simple solidaridad existencial, y las enfermeras, en este caso están eximidas, tampoco creo que los médicos sean los culpables, ni los funcionarios a cargo de la administración, es decir, entre ellos está repartida la responsabilidad, pero la verdad es que ha sido la manera de operar desde siempre, y el Seguro como institución de salud corresponde a un esquema público que el servicio que ofrecen parece que es gratis, y una graciosa concesión del gobierno, pero no es así, nos cuesta a todos, incluso a los que no son derechohabientes.
Con eso de la falta de clima adecuado para soportar los calorones en el departamento de diálisis, no hay ninguna duda de que alguien, como dice en sus arengas tropicales, el Mesías tabasqueño, mandó al diablo a nuestras instituciones, porque en medio del caos no se puede originar la vida, ni puede renacer la esperanza para los enfermos dializados que agobiados por su propia idea de la muerte, se deshacen en estertores de sudor sin el paliativo de una atmosfera menos enrarecida por los vapores medicinales.
Que alguien, el que sea, haga algo para solucionar ese problema, que humanamente es imposible tolerar los calores de más de 43 grados centígrados, aunado a los extremosos recalentamientos de las máquinas, de las más de 15 personas que están encerradas en un cuarto largo como chorizo y de la desesperación que provoca a los pacientes dializados que por estar enchufados a una máquina limpiadora están imposibilitados a incorporarse para salir huyendo del cuarto de tortura y para colmo, en lugar de haber corregido esos problemas, nuestro ex secretario de salud el chómpira Torre Cantú, como si fuera el benemérito de Tamaulipas se lanzó a una candidatura para diputado y para colmo de nuestra desdicha, ganó, si solamente en este pauperizado país puede ocurrir semejante agravio a un pueblo que agoniza en manos ineptas de estos hijos de su sexenal progenitora y además, por si fuera poco, obtuvo el tercer lugar nacional de los votos de la nómina electoral priísta.
No estoy seguro con lo del Seguro, pero sin haberme asomado nunca a sus oficinas, supongo que ellos si gozan de vientos helados de Alaska en las habitaciones desde donde despachan asuntos de alta envergadura para beneficio de los ciudadanos, si tampoco se trata de quitarles sus comodidades, que ya se sabe lo que se dice de los funcionarios que si en pleno uso de sus facultades orgánicas no funcionan correctamente, mucho menos con calor, pero que por piedad para el que sufre, pongan aunque sea un “uarerculer” en la sala de cuidados terapéuticos. Ya dije. P.D: No nada más los victoriosos lo leen, en este globero pueblo también lo leemos, y sin ser lambiscón, que eso nunca se me ha dado, lo primero que mis ojos ven es su Plus Ultra, que siempre tranquiliza el alma saber que hay hombres que escriben con soltura espiritual y que sabiendo todo el idioma, utiliza las palabras adecuadas para comunicar su opinión. Un abrazo arropado con mi cariñosa admiración, don Juan Pérez Ávila. Dios lo guarde en la palma de su mano

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