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domingo, 16 de agosto de 2009

Evita

Evita, así a secas, es el nombre de la mujer que se apoderó de un país entero y sin duda alguna, ha sido la primera dama con mayor fuerza pública de la que se ha tenido noticia a lo largo de la historia de la humanidad, todas las demás, incluso la glamurosa Jackie Kennedy, se dedicaron a copiarle el estilo, incluso fue la preciosa actriz argentina de origen muy humilde, quien empezó a vestirse de ropajes de alta costura, es decir atuendos completos de pies a cabeza diseñados especialmente para ella.

Su fuerza escénica dominaba cualquier situación, podía estar con altos dignatarios, señoras de gran sociedad que en los corrillos íntimos, hablaban en voz baja, mal de su persona, también con la gente humilde del pueblo y en todos lados lucía como una reina bajada de su pedestal para dirigirse a los míseros mortales que no podían hacer otra cosa que glorificarla, porque si bien es cierto que su figura política fue polémica en todos sentidos, nadie puede negar su carisma arrasador.

Las primeras damas de cualquier país en todas las épocas después de ella, sin siquiera saberlo, es más sin conocer su historia, siguen sus pasos, porque fue la primera esposa de un candidato a la presidencia de Argentina en acompañarlo en su gira proselitista y luego, por hacer de la caridad un modo de proporcionarle un acento de justicia social a la labor presidencial de su marido, creó una fundación con su nombre, así que, todos los sistemas gubernamentales con sus programas de ayuda a los que “menos tienen”, llámense como se llamen, son copia de esa institución caritativa.

A lo mejor no lo saben, queridos lectores, pero fue gracias a las gestiones de Evita que se logró que las mujeres votaran por primera vez, y es que en antaño, las señoras estaban, como decía mi tío Melitón: “cargadas y en el rincón”, es decir no tenían ni voz ni voto, incluso, los más conservadores, opinaban que era de mal gusto que las damas hablaran de política, y entre luchas discusiones y pleitos, por fin, en 1947 se estableció como ley la igualdad de derechos políticos entre mujeres y hombres y el sufragio universal en la Argentina.

El siguiente párrafo, incluido en Mi Mensaje, escrito poco antes de morir, constituye un ejemplo del modo en que Evita se dirigía al pueblo, tanto en sus discursos públicos como por escrito:

Todo lo que se opone al pueblo me indigna hasta los límites extremos de mi rebeldía y de mis odios, pero Dios sabe también que nunca he odiado a nadie por sí mismo, ni he combatido a nadie con maldad, sino por defender a mi pueblo, a mis obreros, a mis mujeres, a mis pobres "grasitas" a quienes nadie defendió jamás con más sinceridad que Perón y con más ardor que "Evita". Pero es más grande el amor de Perón por el pueblo que mi amor; porque él, desde su privilegio militar supo encontrarse con el pueblo, supo subir hasta su pueblo, rompiendo todas las cadenas de su casta. Yo, en cambio, nací en el pueblo y sufrí en el pueblo. Tengo carne y alma y sangre del pueblo. No podía hacer otra cosa que entregarme a mi pueblo. Si muriese antes que Perón, quisiera que esta voluntad mía, la última y definitiva de mi vida, sea leída en acto público en la Plaza de Mayo, en la Plaza del 17 de Octubre, ante mis queridos descamisados.

No hay en la historia contemporánea, y tal vez, no nazca en mucho tiempo, una figura como la de Evita, que siendo lo que fue, una pobrecita actriz bastarda, que para las señoras de linaje genético en Argentina, sólo se trató de una “pirujilla trepadora con ínfulas de gran dama”, pero el implacable tiempo, que a todos nos juzga, ha olvidado los nombres de sus detractoras, y a ella, a la Evita de los descamisados, la han trepado a los altares y su efigie está en las plazas, en los nombres de las calles, en la literatura, como musa de las artes y ejemplo de las primeras damas del mundo que por lo visto no han sabido aprenderle ni la forma de “saber estar” en todos los sitios con la distinguida elegancia que le dio fama eterna.

Un día, si Dios me presta vida y salud, les comentaré acerca de las anécdotas que escuché de viva voz del periodista y político don Luis Olloqui respecto a Juan Domingo Perón y su bella esposa, durante las tertulias que compartí a su lado, con la atenta invitación a su generosa casa, del Dr. Juan Barberena Cantú y su esposa Norma Asiáin de Barberena , pero eso, será en otra oportunidad, porque ahora, se me terminó el espacio y el tiempo.

Post it: Hoy a partir de las ocho de la noche, en dos funciones, es la presentación en el teatro Lucio Blanco de la ópera rock Jesucristo Súper Estrella. La entrada es libre. Dirige: Javier Juárez Alfaro.

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