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martes, 18 de agosto de 2009

Bodas de Sangre


Al enterarme de la noticia que en Kuwait, la ex esposa del novio, prendió fuego al sitio en que se casaría su antiguo enamorado, me vino a la memoria un sonado caso en nuestro pueblo, en el que una niña de nuestra mejor sociedad, se casó varias veces, tuvo algunos hijos, pero en la boda de un ex novio, se presentó con su hijo en brazos ante el cura Refugio Santoyo, ese padrecito que era muy mal hablado y enojón, pero buena persona, aunque ese día, la verdad se le fue una hostia entera, digo, si a los cocineros se les va una papa completa, pues a Monseñor casi se le echa a perder una misa bien bonita.
Es que lo que ha pasado en Laredo, no ha ocurrido en ningún lado, pero antes de seguir con esa historia pueblerina, déjenme transcribirles los hechos más sobresalientes de este espantoso acto de celos en el que murieron más de cuarenta personas que asistían a la celebración religiosa y ese trágico evento, a menos de que se hubiera tratado de un acto de vendetta de nuestros conocidos contra los otros que se andan metiendo en camisa de once de varas, no digo que se habría justificado, porque tampoco voy a hacer apología de la violencia, pero por lo menos se hubiera entendido que hay un motivo valedero de por medio, y es que una mujer encabronada con otra, por haberle quitado a su “pior esnada” puede ser capaz de las más bajas iniquidades para desquitarse del ardor, pero eso que pasó en Kuwait no tiene parangón en la historia de la humanidad.
Los diarios "Al Qabas" y "Kuwait Times" informan hoy en sus ediciones digitales, que según fuentes de los servicios de seguridad, la mujer actuó movida por el deseo de venganza. "La acusada, de 23 años, cedió ante las evidencias y reconoció que ella provocó el incendio durante la boda", dijo "Al Qabas" al informar de la tragedia, que tuvo lugar en la localidad de Jahra, unos 40 kilómetros al norte de la capital kuwaití.
En el incendio perecieron 43 personas, según un recuento revisado de víctimas, y los heridos fueron más de noventa. Todos los muertos y heridos eran mujeres y niños, que en las bodas musulmanas están separadas de los hombres.
Según el diario "Kuwait Times", la ex esposa del novio fue arrestada después de que varias empleadas domésticas que trabajaban en las casas cercanas vieron cómo la mujer divorciada tiraba trapos empapados en queroseno en la carpa instalada para la boda.
Claro que en la nota procedente de un periódico sensacionalista, casi como un vespertino local, dan todos los detalles de los muertitos, pero esa información además de nauseabunda, es inútil publicarla, ya que el morbo de la gente es insaciable y si se le da poquita sangre, luego quieren más, se vuelven animales cebados de las noticias respecto al dolor ajeno, pero dicen, los testigos presenciales que a unos no se les pudo recoger ni con pala.
Lo bueno es que a la novia no le pasó nada, pero lo malo es que la suegra del novio, es decir, la mamá de la dichosa desposada, quedó encima de una palmera borracha de sol, también la hermana fue una víctima fatal de este ataque inaudito de rabia de la despechada mujer que según sus primeras declaraciones se arrepiente del daño causado en personas ajenas al conflicto pasional, pero no ha asomado ni un gesto de tristeza por haberle echado a perder la boda a su ex esposo, y hasta donde se puede entrever, todos los participantes de este evento que tendría que haber salido en la portada del Hola árabe, pero ahora se publicó en el amarillista “El Beduino Chismoso”, pertenecen a las mejores familias kuwaitíes.
Según los bomberos, entre las víctimas mortales hay seis niños, y el resto mujeres. El incendio se extendió rápidamente y duró sólo tres minutos, y la evacuación se dificultó porque sólo había una puerta de acceso en la carpa.
"Estamos esperando la asistencia de doctores extranjeros especializados para enviar a los heridos a otros países o traer aquí a especialistas para tratar a los lesionados en Kuwait, especialmente a los más graves", añadió Al Sayer.
No que me hubiera gustado, pero habría sido bueno saber que era lo que tenían preparado los felices novios para compartir con sus invitados al convite, no creo que como en las bodas de los ejidos, que duran tres días y sirven asado de puerco, arroz y frijoles de la olla, aunque también hay aquí dos o tres muertitos al término de la fiesta, pero siempre se cuidan mucho de que los difuntitos no sean los novios o sus familiares cercanos, porque tampoco es cosa de ser descortés con los anfitriones, y claro que también lo hacen para que no les levanten la canasta de las viandas y cierren con llave la hielera del pisto.
La historia de la mujer paisana que se presentó ante el padrecito Santoyo es muy vieja y en realidad me sirvió nada más para comentar la tragedia de los novios kuwaitís, pero si quieren saber más detalles al respecto de lo que ocurrió esa tarde en la catedral del Espíritu Santo, saciaré su morbo del cotilleo de pretéritos hechos, informándoles que en plena plegaria de bendición matrimonial, ya se sabe, en el preciso instante en que el sacerdote levanta la mano para bendecir la unión, la chisquiada señora, con el niño en brazos, casi se pone a cantar el lema de la chica dorada: “eseeee hombre es mío” pero la realidad es que ella nunca fue su novia, ni su querida, ni lo unía ningún lazo sentimental, la verdad neta, es que era un brinquito que él tenía, como de visita furtiva y pedas amanecidas, pero ella confundió el acostón con el amor, y finalmente se supo que ni el hijo era de él, sino del primo de su mejor amigo.

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