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domingo, 16 de agosto de 2009

Infeliz Aniversario

No hay mucho qué celebrar, esa es la verdad, y es que Nuevo Laredo de un tiempo a la fecha no es ni la sombra de lo que fue. Lo que ha ocurrido es que con la refundación de Laredo, Texas, es decir, el mismo mito que de tan escandaloso ahora se ha vuelto mitote, pero ahora al revés, okei, ya sé que no han entendido nada queridos lectores, sólo espero tener la paciencia de poder explicárselos con claridad.

Con asombro me he percatado de que algunos pudientes paisanos se han ido con sus chivas a vivir al otro lado, claro que no los critico, si yo pudiera también ya me hubiera ido para allá, pero es que estos pusilánimes son como los exiliados de las dictaduras, que abandonan a los suyos, a su triste suerte, y en la lejanía, lloran la amargura de no poder estar en su terruño natal, pero desde la comodidad de su trinchera intelectual, comiendo calientito y a sus horas, avientan piedras para atacar a los masiosares que están aniquilando su patria.

El mito de que nuestros antepasados texanos, cuando Texas pertenecía a México, viendo que ese lado en donde estaban instalados, ya no era de su propiedad por culpa del gobierno que había malbaratado sus tierras, treparon dos o tres garras y las demás pertenencias a sus carretas, y me imagino la escena cinematográfica como un comercial de Marlboro, aunque no con esa fastuosa producción, yo no me lo creo del todo, porque a nadie, ni siquiera al loquito del barrio, se le hubiera ocurrido vivir de un solo lado del río, si ya se sabe que las tierras cercanas al agua son las más fértiles, así que me perdonen los historiadores que le han dado el visto bueno a dicha epopeya, pero suena más bien como para guión de película de los hermanos Almada que una narración épica escrita por Homero, y conste que no hablo de mi admirado amigo, Homero González de la Garza +, sino al de La Iliada.

No hay mucho qué celebrar, esa es la verdad, yo, que ellos, no hubiera gastado tanto dinero en una ofrenda floral para que se marchite al sol en el monumento a Los Fundadores, porque son como esas flores del día de la Madre que compran los malos hijos a sus respectivas jefecitas, que estando vivas no iban ni a verlas al asilo donde las refundieron, pero ya enterradas boca abajo por si se quieren salir que escarben y se vayan más pabajo, van a ponerles florecitas mustias a su recuerdo para que no se los coma el remordimiento.(In)

Nuestra ciudad ha resistido de todo, incluso hasta las andanadas de michoacanos, veracruzanos y potosinos, que en su éxodo tras el sueño americano, se han quedado atorados en Nuevo Laredo, pero como nunca fue su voluntad quedarse en esta región que dormita a la margen del río, se han quedado refunfuñando oteando el viento gringo desde la atalaya de sus ilusiones por mejorar su calidad de vida, y con esos renegados es como se han conformado las nuevas colonias que han sido bastiones políticos de los candidatos que en promoción al voto levantan de la nada, en tierras de nadie, barrios miserables, incluso, los más cínicos y cursis, imponen sus nombres o los de sus santas madrecitas, a esos paupérrimos solares, con la anuencia de todos y muchos funcionarios hasta hacen fiestas de celebración con el chabacano corte de listón que es requisito para tener derecho a comer el molito con arroz que mandan a hacer los lambiscones de desarrollo social del municipio.

No hay mucho qué celebrar, esa es la verdad, son 161 años de estar aquí, pero los que antes se trepaban al barco de las celebraciones públicas, ahora se bajaron para irse a vivir allá y festejar las “partys” americanas, al rato los veremos encarnando el papel de Jorge Washington, a sus patéticas mujeres como Mrs. Martha y a sus hijas ataviadas en ampulosos vestidos en la ridícula fiesta de debutantes.

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