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domingo, 16 de agosto de 2009

Genoma mexicano

En una columna que todavía no sale impresa en este espacio, he hablado con cierta nostalgia respecto al genoma humano mexicano, y ustedes se preguntarán queridos lectores: ¿en qué líos andará metido este Ejecutor?, o a lo mejor no les cabe ninguna duda, pero como quiera se los voy a aclarar, tampoco es para que se asusten si no soy un sicario de las letras, solamente me alquilo como un sencillo cronista social habilitado a comentarista de tópicos cotidianos.

Resulta que un cacareado descubrimiento tenochca ha llamado poderosamente mi atención, se refiere al mapa genético de nuestra milenaria raza cósmica que parece nunca va a cuajar y mucho menos con eso de que el secretario de salud José Ángel Córdoba Montoya casi en un comunicado conjunto con el gobernador Enrique Peña Nieto, ha solicitado de la manera más atenta que dijo mi amá que siempre no, que ya no usen el bozal, quesque porque es pior, ya que como los mexicanos somos muy solidarios con la familia, pues, un solo “cubrebocas” lo usa toda la prole, ahora si como decía mi tía Margarita. “sale peor el remedio que la enfermedad”, y es que en la mañana de seguro se lo lleva el güerco a la escuela, y entre que se lo quita para echarse sus taquitos de chorizo con huevo o darle un trago a la soda, lo deja en cualquier lugar, es decir, que el mentado artilugio azul, ya se la pasó papaloteando en el mostrador de la cooperativa escolar, absorbiendo no sólo todas las bacterias y “viruses”, sino además la salsa botanera de las papitas, así que cuando el niño regresa a la casa, el pedazo de trapo, ya no es de ese beatifico color, sino jaspeado, pero como la niña tiene que entrar al turno vespertino de la secundaria, pues se lo tiene qué poner, no vaya a ser que pesque la tan temida influenza, claro que le da una lavadita, y de pasada, como la chamaca es fashion, pues le pega con cinta escoch un cocodrilito, para presumir a sus amigas que el cubre bocas es Lacoste y lo compró en Joe Brand, ya para esas alturas del partido, el higiénico esparadrapo, lleva dos turnos de protección, pero la niña como es media fresona, pues no se lo quita ni para ir al baño, bueno, sólo para vomitar lo que su mamá la obligó que comiera antes de irse al Cole, pero se lo deja de banda en la frente y en esa subidita se embarró de “asepxia maquillaje” para las espinillas, así que el cubre bocas cumple todas las funciones, menos la de proteger a nadie, y eso que ya no pude narrar para lo que lo usa el hermano mayor de 17 años, porque tampoco es cosa de andar de pornográfico en esta columna que será lo que ustedes gusten y manden, pero nunca entrará en esos vericuetos sexuales porque mis principales lectoras son señoras de alto linaje y jamás me atrevería a ofender su pudor con comentarios vulgares.

Es que mientras los científicos ya dieron con el rastro genético de todas las razas que han tenido qué ver con nuestra idiosincrasia meshica y, qué según dicen, servirá para conocer las enfermedades a las que somos proclives gracias a las conexiones cromosomaticas, una vez más, predomina la sangre gallega que nos heredaron los indejos gachupines en la conquista donde se dice, que los virus de la viruela, el sarampión y la jediondez de los españoles, fueron lo que en realidad mataron a varios cientos de miles de valerosos guerreros, y es que como los pobres indígenas, no tenían en sus organismos ninguno de esos bichos, pues fueron blancos fáciles de esas jaurías microscópicas así que entre pústulas y fístulas se pudrieron en vida antes de petatearse, y viendo los infelices paisanos antepasados que caían al suelo fumigados como moscas, pues no había otra posibilidad que en verdad estos barbados y peludos pelafustanes fueran los enviados de sus dioses, además que entre ellos, muy pintarrajeados, de seguro había uno que otro jotito que se alió con La Malinche para arrasar con una civilización completa.

Es que nuestro “mapa genético” podrá ser muy avanzado y lo que quieran, pero el chip programático en eso de hacer lo posible por cajetearla, viene en una cajita aparte con instrucciones específicas, además, la raza paisana, son como los robots que regalan en navidad, las madrinas codas, sin baterías de repuesto, así que si no les sube agua al tinaco, como chingaos quieren que no se contagie todo mundo de la influenza, y luego, algunos chilangos con ínfulas se estuvieron quejando de que en China los dejaron en cuarentena, si de seguro los médicos con ojos de ficha doblada, han de haber pensado, si los dejamos que anden sueltos por ahí, estos mexicanos son capaces de infectar hasta a la estatua de Mao y de puro adrede, irse al metro de barranca del Muerto ubicada en pleno centro de Tokio para limpiarse los mocos en todos los pasamanos. P. D: En nuestro vernáculo pueblo, una profesora puso su tenderete sobre el escritorio de su oficina para vender los cubre bocas. Cosas Veredes Mío Cid.

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