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domingo, 16 de agosto de 2009

Descubrimiento del Genoma Mexicano

Les ofrezco una sentida disculpa, queridos lectores, y es que, un día, ya ni me acuerdo la fecha exacta, tenía toda la intención de comentarles acerca del descubrimiento del genoma mexicano y conste que podría haber dicho hallazgo, pero tampoco es cosa de restarle importancia a las sesudas reflexiones y profundas investigaciones de los científicos aztecas que dicho sea de paso, trabajan con las puras uñas, pero qué se podía esperar del sistema mexicano, si los diputados, senadores y esa infame turba de nocturnas aves, gastan más dinero en telefonía celular que la partida destinada para invertirle en los laboratorios de nuestra máxima casa de estudios que reciben los relingos, es decir, los deshechos de las universidades gringas.

"De tal forma que ya la medicina geonómica deja de ser ciencia ficción y aparece en el terreno de la medicina mexicana y México es el país, el único en este momento, que tiene un Instituto Nacional de Medicina Geonómica creado para aplicar el conocimiento del genoma humano, en la salud de su población", declaró Gerardo Jiménez Sánchez, director general del Instituto Nacional de Medicina Geonómica, lo que se le olvidó al Yerri, nada más como mero dato anecdótico, que esos estudios geonómicos, se han hecho desde hace más de medio siglo en los países del primer mundo, solo faltó, que el mero mero de dicha área tenochca, dijera con cara de que los reflectores del mundo estuvieran encima de su persona: “…y en el año 2099 tendremos a nuestro servicio el Windows Vista” .

Claro que no soy como mi bisabuela Cuca, que decía que los mexicanos habíamos sido muy indejos, a la hora de escoger el lado en el cual queríamos vivir, que hubiéramos elegido el lado de los texanos, que ese Laredo tenía mayores comodidades, pero nunca le hice entender que la leyenda cuenta que los mexicanos se vinieron con todo y sus muertos para fundar esta gloriosa ciudad, claro que en nada me parezco a mi sacrosanta parienta, yo nunca he vivido engañado, si ya sé, queridos lectores, que México no existe en el mapa internacional, si hasta Fidel Castro nos ningunea, y eso que es un dictadorcillo tropical que arrea puros negros muertos de hambre, o al menos, eso fue lo que vi cuando fui a la isla, si yo no me ciego a la hora de entender que nuestro país está atrasado en todo y que nos llevará varios siglos insertarnos en un lugar preponderante en los renglones fundamentales del desarrollo humano a nivel mundial, claro que eso no lo verán ni estas ni las próximas generaciones en los siguientes cinco mil años después del siguiente mesías cuyo advenimiento se espera para el 3024.

El genoma humano es una molécula que llevamos en cada una de nuestras células, es, por decirlo de una manera entendible, el manual de instrucciones de nuestro organismo y está compuesto de 3 mil millones de letras que determinan como somos, todos los seres humanos compartimos el 99.9 % de esa información genética, pero el 0.1% restante es el que nos hace distintos.

Según los resultados de la investigación, la mayor parte de los mexicanos somos mestizos, producto de una mezcla del genoma de 65 grupos étnicos que habitaron Mesoamérica, como españoles o africanos, dicen que los componentes genéticos de los mexicanos son únicos, no se encuentran con frecuencia en otras partes del mundo y es que, el genoma no sólo define nuestros rasgos físicos, también tiene información sobre nuestra predisposición a enfermedades comunes. En algunas letras del genoma humano está escrito el riesgo a presentar diabetes, obesidad, un infarto, hipertensión. En el futuro se podrán identificar los riesgos que presenta cada persona en particular, respecto a esas y otras enfermedades, y se podrá hacer recomendaciones a cada individuo sobre su estilo de vida para retrasar o evitar enfermedades comunes dentro de la población mexicana, a eso, en el pueblo, le decimos “abuelear”, yo, como dice Carlos Fuentes nací de una serie de coincidencias, claro que no tengo como don Rodolfo González de la Garza, mi árbol genealógico completo, pero de lo que si estoy seguro es que mis abuelos de parte de mamá se llamaban Elena y Pancho, y ella era, según díceres de la gente que tuvo la suerte de verla en vivo y a todo color, la mujer más hermosa de la comarca, claro que yo no la conocí, ella murió varios años antes de mi llegada al mundo, y mi abuelo era más feo que un carro por debajo, y es que mientras doña Helen era blanca y tersa, él, era negro y tosco, no de balde Don Pancho tenía raíces negras, así que yo, aunque me quisiera hacer de la aristocracia y de rancio abolengo, la verdad es que por mis venas corre sangre haitiana, claro que también tengo acentos árabes, sobre todo en las cejas de gusano quemador que me cargo y tengo un ligero toque europeo en mis genes, ya que no me gusta bañarme muy seguido, y conste que no he hecho ningún estudio geonómico, y mi gusto por la lectura, lo saque de un vendedor de bibliotecas que vivía en el barrio. Ya dije.

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