Qué bueno que Su Eminencia Don Gustavo Rodríguez Vega obispo de nuestra diócesis paisana está haciendo roles con los encargados de las parroquias del pueblo, y es que no quiero parecer chismoso de sacristía, pero fíjese Su Excelencia que hay muchos padrecitos que en lugar de ser pastores de ovejas, parece que traen arreando al rebaño sagrado de las chivas, ya sé que hay algunas señoras olorosas a santidad que son bien mulas pero algunos sacerdotes se la bañan con sus sermones, las tratan peor que sus maridos borrachos, y de pécoras indisolutas no las bajan, digo, está bien que sean regañones pero que tampoco abusen de su autoridad moral sobre las almas descarriadas.
Yo conozco a varios de esa calaña, pero hay uno en especial que me cae en la punta de las muelas; por déspota, por autoritario y barbaján, y es que este sacerdote, es depositario del catálogo completo de los pecados capitales, el más evidente es el de la gula, porque mide lo mismo que un enanito torero y pesa casi 140 kilos, es más fácil saltarlo que sacarle la vuelta, pero eso sería lo de menos, si un gordito suele ser muy simpático, además, en algunas culturas ajenas a nuestro terruño, utilizan la misma palabra para referirse a los ricos, así que algo debe tener de bueno estar pasadito de tamales, lo malo de la actitud del vicario de Cristo, es que se siente dueño de su templo y de todo lo que hay adentro, cuando él sabe perfectamente, que el san Juditas grandote que irradia su carisma espiritual desde un nicho preferencial, lo donaron a la parroquia, doña Gloria de los Ángeles y su ejemplardilón marido.
El padrecito no súplica, él, exige, y se asoma a los sobres de los diezmos con actitud de secretario de Hacienda y si el óbolo no le parece suficiente pedrada para el sapo que lo otorgó, lo refiere en su sermón dominical, y es verdad que los buenos católicos tienen la obligación de ayudar a su iglesia, pero tampoco es cosa de que este capataz espiritual los ponga en ridículo delante de toda la grey, yo me acuerdo que antes, los padres eran más modositos, aunque siempre ha habido truhanes con sotana, pero no quiero tocar esa tecla vergonzante para las familias prestanombres herederas de los múltiples negocios del padrecito fallecido, que aunque no quieran, ese robo al pueblo, lo tendrán que pagar, a lo mejor no con la justicia de los hombres, que ya está muy rala, pero si con Diosito santo que no se le puede engañar, al menos, no todo el tiempo, pero mejor me callo, no vaya a ser que me quieran golpear los rateros amigos del padre o algunos pelones que todavía le sobreviven.
Yo quisiera solicitarle a Su Ilustrísima Monseñor Vega, que a ése, lo mande a las Islas, no digo que a Las Marías, y mucho menos a las del Caribe, que se trata de aplicarle un ejemplar castigo no de premiarlo, pero si que lo ponga al frente de una parroquia en un lugar lejano de aquí, de preferencia, allá por donde da vuelta el aire, a ver si es lo mismo, amar a Dios en tierra de indios, que en este solar porteño donde la única ley que vale es la del más fuerte, a ver si a los “aminobuanas” se les pone al tú por tú como aquí en Laredo, aunque bien decía mi abuelita, que el diablo sabe a quien se le aparece.
Todavía no termina la capillita que empezó, pero estoy seguro, qué de eso se encargarán los fieles de El Santo, y no me refiero al luchador, sino al patrono que en su honor se erige, yo por lo pronto ya fui a rociar agüita espiritual de San Ignacio afuera del templo para que se vaya lo más pronto posible, solamente le aconsejo que no vaya a mandar al párroco que se gana la vida arengando políticamente desde el púlpito a favor del PAN, que francamente no critico que lo haga, sino que sea a favor del partido que tantas desgracias ha causado al país y al que por su culpa, le debemos que se haya insertado en el mapa gubernamental a Marthita Sahagún que tiene tipo de todo, menos de primera dama, o a lo mejor si, pero del Bosque donde mancillaron a Caperucita Roja. Ya dije.
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