Yo sé, queridos lectores, porque los conozco desde hace muchos años, que algunos de ustedes, consideran que a veces, sólo a veces, soy muy exagerado, pero Feliciano Diéguez no me deja mentir cuando digo que la placita Libertad está hecha como escenografía del teatro Fantástico de Cachirulo, de cartoncillo pegado con engrudo.
En su estupendo reportaje, mi compañero recibe la denuncia de un vecino de toda la vida, quien asegura que los columpios los desgraciaron los adultos, que me perdone don Fermín Pérez por contradecirlo, pero esos juegos , desde que los instalaron ya se sabía que iban a durar dos días, es más, creo que su vida útil se prolongó una semana más, solamente porque la gente no tiene alma de lagartija karateka para andar toda la tarde bajo el solazo inclemente, pero yo, que he estado ahí presente, he visto la manera en la que se usan los columpios y en general todos los jueguitos, y no ha habido actos vandálicos, lo que pasa es que están mal hechos, los asientos son de lámina vil, pintados con brocha gorda, y las cadenas parece que las compraron en la ferretería de don Zenaido.
No quiero hacer comparaciones pero los antiguos columpios, los sube y bajas y los resbaladeros del Parque Narciso Mendoza, estaban hechos con toda la mano, nunca les pasó nada, y eso que en los juegos, se trepaban todos los guercos hasta de dos en dos, incluso mi madrinita Juana Inés (a) La cebollona, que tenía cuerpo de fondera, con casi 120 kilos de peso, se bamboleaba alegremente en esas resistentes mecedoras de viento, es más, las tablas de los columpios se fueron deteriorando con el tiempo, la lluvia, el sol y el permanente uso, y aún así, con una astilla pegada a las cadenas, la gente se seguía subiendo, no hay que ser muy inteligente para darnos cuentos de qué lo que está mal hecho se desgracia solito, además, los juegos son para usarse, no son como las vajillas doradas de las abuelitas, que las compraban con los aboneros de los Támez pero se hacían viejas, me refiero a los platos y a las tazas, no a las abuelitas, acomodadas en los trasteros.
Yo sé que Ramón, nuestro carismático alcalde, no tiene la culpa de las cochinadas que hacen sus empleados, pero debería de dar indicaciones pertinentes, con energía, con don de mando, porque estos asalariados con título, son como las criadas oajaqueñas, que hacen mal su trabajo y todavía son respondonas y altaneras, y a mi que no me vengan con el cuento de que la gente es muy destructora, claro que los vecinos tenemos la obligación de cuidar lo que a todos nos beneficia, pero tampoco vamos a prohibirle a los adultos que quieren mecerse en los columpios como dicen que dijo la Dra. Esmeralda Almanza a un señor que estaba muy regocijado en el jueguito, y tampoco es cosa de regañar a la gente, si todos somos dueños, lo que algunos “burrocratas” se les olvida, es que los servidores públicos, son eso, personas que están a nuestro servicio, para recibir órdenes, no para darlas, son entre otras cosas, reguladores, mediadores, vigilantes y administradores de los bienes del pueblo, y si van a hacer algo que lo hagan bien, no con materiales de segunda, ni de tercera, ni de deshecho, ahora, dicen, que van a poner una biblioteca, pero si aquí en el barrio la Loma lo que hace falta son areas abiertas, para respirar el aire, ver la luna y orearse un ratito, además, esos lugares nadie los visita, el edificio que está en el parque Mendoza, siempre está vacío de lectores, mejor deberían de poner una alberca, más canchas, más jueguitos.
Lo que si es un hecho irrefutable es que falta vigilancia, a veces pasa el convoy de los soldados, pero eso no es suficiente, no porque la gente de bien hayamos decidido salir a la calle, significa que ya está abatida la delincuencia, claro que estamos hartos de permanecer escondidos a piedra y lodo, fastidiados de vivir con miedo a la violencia, por eso, estamos sumamente agradecidos con Ramón por habernos construido la placita, solamente pedimos, ya que se hizo el gasto, que lo hagan con calidad, bien dicen que lo barato sale caro, y si Feliciano no dio los datos de los columpios que se les safó la cadena chafa, son 12 de 16 que instalaron, pero nadie se ha llevado ni una sola cadena ni un asiento de lámina, ahí siguen tirados, así que el arquitecto encargado de la obra que se deje de remilgos, y se ponga a chambear como Dios manda, ahora, si lo que quieren es una cooperacha para comprar algo bueno, nada más que lo digan y los del barrio podemos juntarles aunque sea unos trescientos pesos para que solden los columpios, y antes de terminar quiero avisarle a don Juan José Zárate director de deporte municipal, que no se ha acercado a los muchachos del sector para fomentar alguna liga de futbol, de basket o de volibol, y ni un baloncito les ha regalado, a lo mejor éste señor es como el profesor Pomposo que estaba más gordo que un taquero y no movía ni un dedo porque le dolía el juanete. Ya dije.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario