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domingo, 16 de agosto de 2009

dinamarca

Estos días recientes han estado pantanosos y hoy, más que nunca, nos urge un héroe nacional que esté dispuesto a dejar de pensar en sus intereses particulares para trabajar en beneficio de todos los mexicanos, ya sé que suena como a algo imposible, y de verdad si lo es, pero uno nunca debe dejar de soñar en que va a surgir un Eliot Ness que nos defenderá de los demonios que andan sueltos, a veces, me dan hartas ganas de que El Chapulín Colorado, personaje inventado por Chespirito, el súper héroe tonto pero de buen corazón, se convierta en realidad, aunque no va a solucionar nada, porque todo le sale al revés, pero por lo menos, éste no es hipócrita ni promete lo que no puede cumplir, ni hace declaraciones universales como si los ojos del mundo estuvieran encima de su personita chiquita.

Una cyberlectora paisana, que vive en algún indeterminado país de otro continente, con infinita tristeza y honda preocupación por la imperante situación actual, en respuesta a uno de mis sesudos artículos, me comenta que, a veces, como es natural, siente nostalgia por el terruño, pero que estando las cosas como están, y viviendo en una de esas zonas blindadas del planeta, que si bien es cierto, dado su origen mexicano, no le corresponde por su idiosincrasia en ningún sentido, detiene sus nómadas pensamientos para seguir disfrutando la vida junto a su esposo y su preciosa hija, del paraíso terrenal en el que viven, por principio de cuentas, el cabildo, es decir los regidores , síndicos, directores de cultura, fomento deportivo y demás empleados del ayuntamiento, claro que allá se llaman de otra manera, no cobran un solo centavo por sus servicios, es decir, no están pegados a la ubre gubernamental como en nuestro pueblo patriota y globero, que nuestros servidores públicos, aún los que dicen que no cobran un cinco por sus buenos oficios al frente de patronatos culturales o instituciones altruistas, se llevan su buena tajada de centavos a la hora de repartir las comisiones en la organización de sus eventos.

Aquí no, aquí todos cobran sueldo, y si se puede hincar el diente, lo hacen, hay unos más cínicos que otros, eso es cierto, que hasta les otorgan becas de estudios a sus hijos, sobrinos y demás familiares, son, cómo lo diré sin herirlos demasiado, rateros burocráticos con el permiso del gobernante en turno, pero asómbrense ustedes queridos lectores, en esa ciudad del viejo continente a la que me refiero, solo se dan dos o tres salarios de los que administran los recursos públicos, pero todos los demás lo hacen por amor al arte, además, son personas de reconocida solvencia moral y económica, es decir, son dueños de sus propios negocios, algunos más prósperos que otros, pero la mayoría son exitosos empresarios que trabajan para que los impuestos que pagan todos los habitantes alcance para otorgar mayores prestaciones a los ciudadanos, pero los que cobran en el cabildo local, han de estar diciendo ahora mismo que leen mi columna, “pero esos cabrones europeos de seguro no tienen la felicidad completa, aquí en Laredo si se goza de la vida, además la gente ya está acostumbrada a que se le mienta todo el tiempo, les encanta la adrenalina que corre por sus venas gracias a la violencia galopante y disfrutan las crisis financieras porque asi se les incentiva el hábito del ahorro.

Pero no todo está perdido en nuestra ciudad, y eso se lo tengo que presumir a mi querida amiga, ya tenemos un fabuloso zoológico, una estación Palabra, muchas placitas, la promesa de que se acabará con la pobreza extrema, la esperanza de que muy pronto Nuevo Laredo se transformará en una Metrópoli Fronteriza, también hay hartas bibliotecas, para colmo de nuestra dicha, ya llenaron la alberca Camécuaro, y por si fuera poco, el centro Histórico, que ni es centro ni tiene nada de historia, está quedando bien bonito con la remodelación. Ya dije.

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