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jueves, 13 de octubre de 2011

Temblorosa Bachelet

La presidenta Michelle Bachelet ha cometido gravísimos errores durante la catástrofe sufrida por el pueblo chileno. No digo, no, que sean crímenes de lesa humanidad, pero se parece mucho a la indolencia, claro que no hizo lo mismo que el gris de Miguel de la Madrid en el sismo de 1985 en la ciudad de México, si ese tal por cual, nunca se bajó del helicóptero sobrevolando las zonas devastadas, muchos menos se acercó a consolar a sus gobernados, claro que ese era el papel que le tocaba desempeñar en una infame época cercenada en el tiempo, hay que recordar que de simple mortal, en esos aciagos ritmos vertiginosos de la dictadura perfecta, se erigió en monarca sexenal y a todos sus vasallos, los veía por encima del hombro, pero eso ya es pasado y como a mí nunca me ha gustado vivir en la fugacidad de los días que ya se fueron, mejor regreso al presente, para seguir con el tema del sismo que cimbró al país tricontinental, sobre todo respecto a los fallos garrafales de la mandataria, que hasta ese momento de la crisis, había sido considerada una de las jefas de gobierno más destacadas en la historia de dicha nación sudamericana, por no decir la que llevó a los chilenos a gozar del mayor PIB per cápita (por cabeza) de América Latina, gracias a su producción de las minas de cobre que redundan grandes beneficios económicos a la población, resulta que a Michelle se le hizo fácil oponerse a la ayuda humanitaria de los gobiernos amigos, quesque porque enfundada en autosuficiencia dijo que no les hacía falta nada por el momento, ésta me recordó a mi tía Chaga que el hambre la tira y el orgullo la levanta, naturalmente que sus acérrimos opositores le echaron montón, con justa indignación, al declarar ante medios difusores de noticias internacionales, que la presidenta veía el terremoto y no se hincaba, más tarde, ya se sabe que lo mismo que hace vulnerable a una mujer, la protege, así que derramó una que otra lágrima emocionada ante las cámaras, argumentando que: “no se había dado el tiempo para el dolor”, pero realmente cometió un atentado contra los habitantes de las costas chilenas, al no oprimir el botón de alerta de tsunami, y aunque todavía no se conocen los datos exactos de la cantidad de muertos, porque ni ellos mismos han hecho la labor de investigación, ya que lo urgente es auxiliar a los vivos damnificados que perdieron todo, lo realmente conmovedor, es que a los chilenos no se les ve abatidos, al contrario, han demostrado valor indómito ante la debacle, tal vez sea que la constante en sus vidas cotidianas sean los movimientos telúricos, incluso, en Santiago, la capital, la gente regresó a sus centros de trabajo para no detener el engranaje productivo, pero la apabullante realidad es que la reconstrucción será costosa, lenta y sufrida, se calcula que el desembolso total será alrededor de los 30 mil millones de dólares, lo más doloroso es que el terremoto de 8.8 desnudó al sistema de corrupción y es que no se respetaron los parámetros de calidad resistente en las edificaciones, porque, en un conglomerado de edificios se cayeron algunos y otros, quedaron en pie, más evidente no podía haber sido, ya se sabe que en todos lados se cuecen habas y que los políticos no tienen palabra de honor, lo aterrador es que dicho tráfico de influencias costó cientos de vidas de ciudadanos confiados en sus autoridades, claro que la fuerza descomunal del terremoto fue de tal magnitud que no había posibilidad de que los chilenos salieran totalmente ilesos, leí en Twitter los comentarios de un habitante de Concepción, la ciudad más afectada por el cataclismo, en el sentido de que la potencia del sismo fue tan desorbitada, que al momento de la crisis, el impacto de 8.8 los impulsaba a saltar del piso como en un brincolín, lo dije en mi taimlain, si ese terremoto hubiera sido en el D.F (Dios nos libre) la ciudad habría desaparecido del mapa, tienen razón, queridos lectores, suena muy apocalíptico, pero es la pura verdad. Oremos.

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