El presidente Felipe Calderón sigue presumiendo urbi et orbi
el Seguro Popular como si fuera la joya más refulgente de la corona de su
sexenio, conste que no quiero ser despectivo, pero prefiero mil veces, digo, si
eso fuese posible, internarme en el asilo de animalitos callejeros a cargo de
Gina, que caer en el Hospurgatorio General, a estas alturas del partido, han de
estar pensando, queridos lectores, que me he vuelto loco de al tiro, pero es
que estando las cosas como están, francamente no sé ni pa’donde hacerme, porque
es verdad que les he estado chingando mucho con el asunto del ominoso lucro de
la Cruz Roja de Nuevo Laredo, pero ni modo, que, como todos los demás paisanos,
también me haga de la vista gorda y no levante mi pluma para señalar los malos
manejos en perjuicio de los inermes ciudadanos, pues, miren ustedes, que don
Felipe al inaugurar otro de sus mugrosos galerones que él pomposamente llama
hospitales, una señora muy mona, muy dulce, le espetó: “pos a ver cómo nos
tratan”, y eso es verdad, porque estos cabrones burócratas son más hijos de la
chingada que una suegra diabética, lo malo, es que, en estos casos, como es
natural, nadie se atreve a quejarse, porque las enfermeras, los médicos y los
empleados en general, son más vengativos que un mesero, es decir, los
pacientitos, se exponen a que, luego de aceptar las quejas como un derecho
natural de los derechohabientes al Seguro Popular, si por azares del destino,
llegan a caer encamados en sus fueros hospitalarios, podrían ser objeto de
“accidentes”, o sea, que, por ejemplo, a Nancy Juana la jefa de enfermeras se
le olvide, como que no quiere la cosa, conectar la máquina de oxigeno, no digo,
no, que hagan eso, pero todo se puede esperar de estas prefiguraciones
espirituales, en fin, que no hay más cera que la que arde, y si eso ocurre en
todos los hospitales generales, en el Seguro Social de Nuevo Laredo, sobre todo
en los sanatorios de altas especialidades, en el particular caso del trasplante
de riñón de mi hermana Ana Lilia, tengo que ser justo y decir que ha recibido excelentes
atenciones, no solamente del personal médico, particularmente del Dr. Saúl
Sandoval Guerra encargado del departamento de nefrología de la clínica local,
pero también del Dr. Casanova quien tiene a cargo, en la clínica 25 de
Monterrey, Nuevo León, la difícil pero encomiable tarea de insuflarle vida a
los desahuciados, ya que, como es bien sabido por todos, nadie podría sobrevivir
al colapso de los riñones que tienen la función vital de purificar el
organismo, aunque he de decir que ahora que he estado de visita en el hospital
de zona del Seguro, el que está cerca del puente Uno, me he percatado de que
las instalaciones médicas están muy sucias y la atención es pésima, ya sé, si
tampoco soy tonto, que eso es en todas las dependencias hospitalarias del IMSS en
todo el país, es verdad, que el dinero no puede alcanzar para todo, pero a poco
no podrían darle suficiente mantenimiento a los pisos, darle aunque fuera una
trapeadita con Pinol y Cloro, decía mi tía Jacinta, uno es pobre pero no hay
que ser tan cochino, Calderón, en lugar de andar haciendo campaña para el PAN con
tantos galerones habilitados a sanatorios, debería de meter en cintura a los
miles de empleados del IMSS para que se pongan a chambear como Dios manda e
inyectarle dinero para mejorarlo, lo malo de todo esto del Seguro Popular que
como es una obra sexenal para congraciarse con los subyugados gobernados por el
partido oficial, es casi imposible que vayan a desviar recursos para tal
efecto, si ni siquiera estos dispensarios del gobierno tienen insumos
suficientes y a veces no cuentan siquiera con algodón, alcohol y merthiolate
para curar huercos descalabrados. Oremos a san Rafael Arcángel bendito y a la
virgencita Guadalupana. Amén.
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