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martes, 11 de octubre de 2011

(In) Seguro Popular


El presidente Felipe Calderón sigue presumiendo urbi et orbi el Seguro Popular como si fuera la joya más refulgente de la corona de su sexenio, conste que no quiero ser despectivo, pero prefiero mil veces, digo, si eso fuese posible, internarme en el asilo de animalitos callejeros a cargo de Gina, que caer en el Hospurgatorio General, a estas alturas del partido, han de estar pensando, queridos lectores, que me he vuelto loco de al tiro, pero es que estando las cosas como están, francamente no sé ni pa’donde hacerme, porque es verdad que les he estado chingando mucho con el asunto del ominoso lucro de la Cruz Roja de Nuevo Laredo, pero ni modo, que, como todos los demás paisanos, también me haga de la vista gorda y no levante mi pluma para señalar los malos manejos en perjuicio de los inermes ciudadanos, pues, miren ustedes, que don Felipe al inaugurar otro de sus mugrosos galerones que él pomposamente llama hospitales, una señora muy mona, muy dulce, le espetó: “pos a ver cómo nos tratan”, y eso es verdad, porque estos cabrones burócratas son más hijos de la chingada que una suegra diabética, lo malo, es que, en estos casos, como es natural, nadie se atreve a quejarse, porque las enfermeras, los médicos y los empleados en general, son más vengativos que un mesero, es decir, los pacientitos, se exponen a que, luego de aceptar las quejas como un derecho natural de los derechohabientes al Seguro Popular, si por azares del destino, llegan a caer encamados en sus fueros hospitalarios, podrían ser objeto de “accidentes”, o sea, que, por ejemplo, a Nancy Juana la jefa de enfermeras se le olvide, como que no quiere la cosa, conectar la máquina de oxigeno, no digo, no, que hagan eso, pero todo se puede esperar de estas prefiguraciones espirituales, en fin, que no hay más cera que la que arde, y si eso ocurre en todos los hospitales generales, en el Seguro Social de Nuevo Laredo, sobre todo en los sanatorios de altas especialidades, en el particular caso del trasplante de riñón de mi hermana Ana Lilia, tengo que ser justo y decir que ha recibido excelentes atenciones, no solamente del personal médico, particularmente del Dr. Saúl Sandoval Guerra encargado del departamento de nefrología de la clínica local, pero también del Dr. Casanova quien tiene a cargo, en la clínica 25 de Monterrey, Nuevo León, la difícil pero encomiable tarea de insuflarle vida a los desahuciados, ya que, como es bien sabido por todos, nadie podría sobrevivir al colapso de los riñones que tienen la función vital de purificar el organismo, aunque he de decir que ahora que he estado de visita en el hospital de zona del Seguro, el que está cerca del puente Uno, me he percatado de que las instalaciones médicas están muy sucias y la atención es pésima, ya sé, si tampoco soy tonto, que eso es en todas las dependencias hospitalarias del IMSS en todo el país, es verdad, que el dinero no puede alcanzar para todo, pero a poco no podrían darle suficiente mantenimiento a los pisos, darle aunque fuera una trapeadita con Pinol y Cloro, decía mi tía Jacinta, uno es pobre pero no hay que ser tan cochino, Calderón, en lugar de andar haciendo campaña para el PAN con tantos galerones habilitados a sanatorios, debería de meter en cintura a los miles de empleados del IMSS para que se pongan a chambear como Dios manda e inyectarle dinero para mejorarlo, lo malo de todo esto del Seguro Popular que como es una obra sexenal para congraciarse con los subyugados gobernados por el partido oficial, es casi imposible que vayan a desviar recursos para tal efecto, si ni siquiera estos dispensarios del gobierno tienen insumos suficientes y a veces no cuentan siquiera con algodón, alcohol y merthiolate para curar huercos descalabrados. Oremos a san Rafael Arcángel bendito y a la virgencita Guadalupana. Amén. 

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