Joan Lloyd, una viejita de 65 años anda brincando en una
pata de pura felicidad, y es que acaba de hacer realidad el sueño de toda su
vida, pero ni crean, queridos lectores, que es algo que compró para sus nietos,
ni madres, se trata de que esta rebelde ancianita se puso chichis nuevas, y me
queda la duda, de que, si acaso no habrá alguna amiga o comadre que le hubiera
aconsejado que no lo hiciera, digo, eso que se lo dejen a las jovencitas que
todavía están en edad de merecer, si yo fuera cirujano plástico, pondría un
cartelón de varios metros afuera de mi consultorio para negarme rotundamente a
atender señoras de la tercera edad, digo, ya sé, si me queda muy claro que
también tienen su corazoncito, pero eso de que todavía quieran hacerse arreglos
en el cuerpo es como no tener suficiente amor propio, a los sesenta y cinco lo
que deberían de hacer es sentarse en una mecedora en la galería de su casa para
leerle cuentos a sus nietos, estas son, como decía mi tía Jacinta, de jóvenes,
cirqueras y de viejas maromeras, aunque es verdad que algunas de esa edad aún
están muy guapas, pero son contadas, las demás se ven como si un perro se las
hubiera llevado en el hocico y luego las hubiera arrumbado en un bote de la
basura, conste que no estoy ofendiendo a nadie, esa es la verdad, dicen que
Dios si perdona pero el tiempo no, finalmente todo por servir se cuelga, bueno,
pues este viejita de nombre Juana, se operó las chichis y consiguió un novio de
24 años, no lo sé de cierto, pero supongo que el bato se impactó con lo que vio,
lo mejor es que, parece que ya le pidió matrimonio, no han puesto fecha para el
enlace, espero que sea pronto, no vaya a ser la de malas que estando en la
víspera del día de muertos, a esta venerable anciana se le vaya a ocurrir
petatearse el mero día de las flores de cempasúchitl y las veladoras, “No me
importa los años porque me mantengo joven”, así declaró Joan Lloyd, dice que la
operación le ha dado una nueva vida y que ahora es más dichosa que cuando
cumplió los quince, francamente esa actitud le da otro matiz a esta historia
que parece sacada de una telenovela colombiana, de esas que le han dado la
vuelta al mundo por sus temas sexuales sin tapujos ni inhibiciones de doble
moral, Juana es argentina y en su primera juventud paseó su belleza por las
grandes casas de modas de su país, además, dice que, como siempre ha sido una
adicta al ejercicio, pues tiene una figura envidiable, que lo único que se le
cayó fue lo que siempre usó para darles de comer a sus trece hijos, y no me
refiero a lo que ustedes, mal pensados, dieron en creer, no, eso no, sino que
como los amamantó hasta los cinco años, pues sus bujes naturales se le
desinflaron de tanta succionada por los chamacos glotones, las nuevas
compañeras de su actual vida de futura prometida de Juan Pérez (es un seudónimo
para proteger la identidad secreta de Juan Carlos Fierro Grande), Juana Lloyd dice
que se gastó seis mil dólares en la operación que es el dinero de todos sus
ahorros pero cada centavo gastado ha valido la pena, en fin, que si se hubiera
venido operar a México con el que le operó las nalgas a Alejandra Guzmán de
seguro las chiches le habrían quedado todas llenas de bolas negras, por cierto,
a la que ya no reconoce ni su mamá es a la Gloria Trevi que está quedando más
fea que joto de la zona, o sea, que alguien le aconseje que ya no se toque la
cara, si de por sí, con ese negro pasado de madrota conseguidora de jovencitas
al sátiro de Sergio Andrade es como para que se queme en los infiernos a fuego
lento como Pollito Memo, con eso que está haciendo con su imagen de seguro
Diosito le da una patada para aventársela a los perros, digo, una cosa es que
se tenga qué dar una que otra planchadita, y otra, muy distinta, que se deje la
cara como de la Tigresa con gripa. Ya dije.
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