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domingo, 9 de octubre de 2011

El festivalito tamaulipeco


Nunca he asistido a un evento del Festival Internacional Tamaulipas, me disgusta sobremanera que los directivos se sientan los dueños de los feudos que pisan, y aunque sus puestos sean voluntarios, es decir, que no reciban un salario por su desempeño laboral, como quiera siguen siendo nuestros empleados, ya que, por andar de presumidos al traer grandes obras, artistas o payasos, a veces, por amnésicos y absurdos, se les olvida que a todos esos saltimbanquis les pagan con el dinero del pueblo que tanto desdeñan, ni modo que estos prófugos de la Chano Chavarría Nocturna saquen un centavo de su bolsa para saldar las cuentas, por supuesto que alguien tiene que hacer esa chamba de andar con cara de que han leído todos los libros y han escuchado la música de los grandes autores o que pueden distinguir entre una obra de Velásquez y una pinturita de esas que venden en el mercado Maclovio Herrera, conste que sólo he conocido a un hombre con esas características y ya está empujando margaritas, además, jamás me ha gustado ser comparsa de nadie, prefiero quedarme encerrado a piedra y lodo, que tener que compartir un lobby con personas que hablan pura cháchara mientras se beben todo el vino corriente que pueden antes de que les den una patada para aventarlos a la banqueta, no gracias, lo peor no es eso, sino que todas esas gentes se sienten que están en el Alcázar del Castillo de Chapultepec, pero demos gracias a Dios que ya pasó o está por pasar, a veces, me terceras personas me han enviado invitaciones para asistir, deferencia que agradezco pero invariablemente declino, no por mamón, que nunca he sido arrogante, sino porque, por ejemplo, querían que acudiera a escuchar la horrenda voz de Emmanuel o lo que quedó de él, no quiero regresar a un pasado que ya se fue, todavía si se hubiese tratado de Las Jilguerillas del Norte o de Los Cadetes de Linares, pero al intérprete de “La Chica de Humo” ni aunque me pagaran por ir a verlo, digo, tal vez, recordaría mis mocedades, pero francamente, a mí nunca me ha gustado vivir de recuerdos, no quiero ser cabrón con el festivalito tamaulipeco, pero es que este año, según la cartelera que publicaron en los periódicos locales, realmente no había nada que valiera la pena, como que lo hicieron al ái se va, al chingadazo, nada más para taparle el ojo al macho, bien lo decía mi tía Eugenia, para esas monsergas, mejor no hubieran hecho nada, y miren ustedes, la joyita que me encontré en la página que el gobierno del estado confeccionó para presentar el grandioso evento, si parece que lo hubieran hecho como para discurso de candidato, lo peor no es eso, sino que tiene inconexiones en los tiempos de los verbos y hay palabras que ni existen nuestro idioma: “… tenemos el honor de presentar la programación y el talento participante en esta nueva emisión”, no sería mejor que se dejaran de florituras de redacción, si lo más sencillo es lo más bonito, para que tanto brinco estando el suelo tan parejo, pero hay otro párrafo que no tiene desperdicio: “… en este nuevo esquema del FIT, en función de la innovación y de frente a la imperante necesidad de atender a todos los tamaulipecos”, qué quisieron decir con eso de “imperante necesidad”, realmente sabrían a qué se estaban refiriendo o nada más la habrán usado para apantallar a propios y extraños, yo me siento en la imperiosa necesidá de decirles que no hay que ser tan mamelucos, pero el remate es lo mejor, es como si estuviera escuchando a los maestros de ceremonias de antaño, que eran muy circunspectos, “…sean ustedes bienvenidos”, en fin, ni modo, qué se le va a hacer, todavía estamos en pañales en esto de la alta cultura, como decía mi abuela Lena: “estas viejas popofonas no voltean ni a verme cuando me encuentran en la iglesia, pero todavía traen estiércol en las suelas de los zapatos de 500 dólares”. Ya dije.  

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