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lunes, 10 de octubre de 2011

Necesito un Seguro Médico


Ya no me cuezo a ningún hervor, esa es la verdad y mi avanzado estado de putrefacción espiritual, me ha indicado, no de ahora, sino desde hace dos o tres años, que, irremediablemente caeré en la cama de un sanatorio, lo malo, es que, no cuento con ningún tipo de seguridad social, es decir, no sufro la amarga pena de millones de mexicanos que están condenados a morir lentamente en una sala de espera del IMSS, pero mucho menos en el asqueroso hospital General de Nuevo Laredo, aunque he de confesar que estoy tan pobre, que no albergo la menor duda de que si san Rafael Arcángel no me auxilia, tendré que languidecer en mi hogareño lecho, es cierto que mis mejores amigos son médicos, pero tampoco están obligados a pagarme las facturas hospitalarias, el otro día, que me dio un dolor en la panza, le arranqué la promesa a mi hermana Ana Lilia, quien siempre ha sido la Florence Nightingale de la familia, que, por ningún motivo, me internara en la Cruz Roja, no vaya a ser, le dije, que me quede hipotecado de por vida con la señorita Carolina, quien es la cobrona de la antes muy benemérita institución, para mayores señas la cuñada del señor director, nomás fíjense ustedes, asiduos lectores, el tamaño del nepotismo al que nos estamos enfrentando todos los neolaredenses, amén, de que, los carniceros habilitados a paramédicos, están asaltando a los pobres heridos que sumidos en el shock de la inconsciencia no se pueden defender del saqueo de sus pertenencias, digo, no podrán hacer algo a este respecto nuestro alcalde Benjamín Galván o nuestro gobernador Egidio Torre, para que, no sean abusivos ni montoneros, los empleados de alto rango de este centro hospitalario, que debería de ser gratuito ya no digo para todos los neolaredenses, sino para cualquier ser humano del mundo, pues, miren ustedes, queridos fans, con esa idea bulléndome en la cabeza, me quedé dormido y al mediodía desperté con una brillante solución a mi temor fundado en la extrema pobreza en la que vivo, lo primero que se me ocurrió es dejarme de sueños guajiros al escribir para los periódicos y revistas que me dan para comer bien, pero como vivo siempre a dietas precautorias, pues francamente casi no gasto en víveres, y meterme a chambear en alguna maquiladora o en el DIF, que ya ven que esos huevones no hacen otra cosa que andar en la comparsa burocrática pa’rriba y pa’bajo, para que me den el seguro, ya que, como en todos lados en donde publico mis sencillos artículos, me pagan por honorarios asimilables a salario, es decir, que ni siquiera figuro en la nómina quincenal, pues no tengo derecho a nada, conste que no es queja, si a mí, nunca me ha gustado estar encerrado en una oficinita pedorra ni estar atado a horarios establecidos, y la otra opción, la más viable, pero también la más cara, es agenciarme de un Seguro Médico de Gastos Mayores, así que, a partir de de este momento, en que son las cuatro de la tarde del diez de Octubre del año del Señor de 2011, me abocaré a conseguir información, espero que no sea demasiado oneroso, si no, me va a salir más caro el caldo que las albóndigas, les prometo, que en cuanto tenga todos los pelos de la burra en la mano, compartiré con ustedes los cabos sueltos que vaya atando a este respecto, eso sí, les aseguro, que no me está matando ninguna obsesión de suicidio, si esta vida no retoña en macetas ni se entrega a cualquiera, así que, mientras tenga un hálito suspiroso seguiré dando guerra y desfaciendo entuertos en esta quijotesca Guillotina, a los que me han preguntado a través de sendos correos electrónicos si no tengo miedo morirme por lo que digo en esta columna, y no conozco el temor en ninguna de sus modalidades, la verdad es que tengo más miedo a caer en las garras de la Cruz Roja, y ámonoooos muriendo ahora que están enterrando gratis. Ya dije. 

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