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jueves, 13 de octubre de 2011

La Gula de las Fiestas

No sé ustedes, pero yo si me pasé de tamales, y ahora estoy sufriendo las consecuencias de la gula golosa de haber probado de todo un poco, y es que, estas fiestas son especiales para romper la dieta con tantas sabrosuras dispuestas a la mesa del sacrosanto hogar.
En mi caso particular, lo bueno es que siempre estoy al pendiente de mi cuidado físico, un tanto por vanidad, lo confieso, que nunca me ha gustado ser una viejo tortuoso, seboso y panzón, que de por si, ya cuando se llega a cierta edad, uno empieza a sentirse como observado por todos, algunos con morbo, y otros con curiosidad insana de averiguar la procedencia exacta de la fecha de nacimiento, pero también por observancia médica, ya que provengo de una familia con herencia diabética, así que, si quiero seguir con el alma uncida a mi cuerpecito norteño, pues no me queda de otra más que tener cuidado con lo que me llevo a la boca.
A pesar de mi dieta precautoria permanente, en estas fiestas, es casi imposible negarse la posibilidad de entrarle a todo, y lo malo, o lo bueno, no sé, es que todo me gusta, desde los infaltables tamales, los buñuelos, el bacalao, el pavo, la pierna claveteada, el pozole, el menudo con harto maicito, los panes de cualquier tipo, los dulces, el ponche, el champurrado y todo lo que sea comida, pero entre más engordador, mejor, ya que así, dicen los gordos, se puede presumir la curva de la suprema dicha, pero no quiero parecer a uno de esos señores que cuando se ponen guayabera para una fiesta en la playa, parece que traen batita de maternidad, y líbreme San Antonio, Texas y san Francisco, California de parecerme a esas prefiguraciones espirituales con cuerpo de mochila de “boiescaut”.
Eso si, no conforme con el hartazgo de antojitos durante todo diciembre, todavía, como para rematar, el día de reyes, fue la cerecita del pastel, con la deliciosa rosca y atole de masa para amarrar la tripa, lo bueno es que no engordé tanto, si hasta Esmeralda mi amiga de toda la vida secundada por Marthita Ibarra, me dijeron que me veía más delgado y con la cara más afiladita, tal vez por eso me caen bien, porque siempre me ven con buenos ojos a pesar de que yo sé que por piadosas mienten a la ligera con tal de congraciarse conmigo.
La que, según opinión de mi hermana Ana Lilia, está igualita, es la profesora Imelda Mangín de Nuche, hija de mi estimada amiga Imelda Torre de Mangín, una preciosa señora a la que conocí en las postrimerías de la década de los ochenta, cuando ella junto con un grupito de damas fundaron el Taller de Arte Renacimiento, y la ahora diputada local, que despacha sus asuntos en apoyo de las necesidades de la gente del pueblo, en su oficina de puertas abiertas ubicadas, me mandó información respecto a los matrimonios multitudinarios que organizó y llevó al cabo en colaboración estrecha del gobierno municipal encabezado por nuestro carismático alcalde Ing. Ramón Garza Barrios.
La vi en las fotos y es verdad, está igualita que siempre, pero estoy seguro que ha de ser algo que toma, se unta o respira, porque nadie puede estar igual que hace 20 años cuando la conocí en alguna de las tertulias organizadas por su distinguida madre, ha de ser que con tanta chamba como la que tiene, casi no come, o con tan frenética actividad en pro de los demás, no para un instante ni para respirar profundo una bocanada completa de aire, pero Imelda ha sido siempre así, y de ese estilo, es su mamá, así que no lo hurta, lo hereda, ahora estoy pensando que tal vez sea una buena idea meterme a político para conservarme delgado forever, un Apia de estos le voy a preguntar si necesita un ayudante dentro de sus voraginosas actividades, asi mato dos pájaros de un tiro, me pongo en forma, y ayudo a los demás.
Mañana les cuento bien la historia de los matrimonios, porque no sólo se casaron por las tres leyes, sino que también hubo pachangón por todo lo alto, con mole y todo, hasta bailongo con fara fara y el mariachi de El rancho que tocan mal pero cobran caro, eso si, son muy guatosos y levantan a un muerto a bailar. Ya dije.

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