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martes, 25 de octubre de 2011

MiL


Se dice fácil, pero redactar mil artículos de lo que sea, hasta de esta sencilla columna, no es cualquier cosa, tampoco voy a presumir lo que no soy, lo que me queda muy claro, es que, mi éxito se lo debo a Diosito santo y a la virgencita de Guadalupe, pero a ustedes, queridos lectores, tengo que reconocerles su indulgencia para aligerar mi evidentes errores gramaticales y de hortografía, pero, sobre todo, les agradezco su constante interés al asomarse cotidianamente a estas líneas desde el 2008 en que ingresé a la nómina de colaboradores de Líder Informativo, yo, que me encontraba desempleado, sin más futuro que escribir cartas de consuelo a mis amigos dolientes, de pronto, así, como de la chistera del mago, me llegó la invitación para sumarme a este notable esfuerzo periodístico, naturalmente que de inmediato dije que si, acepté todas las condiciones impuestas, que, en realidad no fueron gravosas, se trataba, simplemente, de confeccionar una cuartilla diaria de los tópicos de moda, y dije, de aquí soy, si ese es mi mero mole, conste, que al compenetrar en esta mi casa hecha de palabras, dejé de ser el chismoso que el pueblo esperaba, bueno, con decirles, asiduos fans, que le cambié el nombre a mi columna y en lugar de cabecearle como La Guillotina Social, la bauticé como: “Gente de Aquí”, la verdad sea dicha, nadie la leía, de repente, mi tía Tencha que es bien chimiscolera y metiche se la echaba toda completita (conste que es sin albur), luego, mi actual director editorial, David Dorantes Soriano, me recomendó que volviera a escribir la de El Ejecutor, en esa época, me había contrapunteado con mi anterior jefe, al que sigo considerando un excelente periodista, así que, dejé de escribir toda la semana, nada más, como botón de muestra confeccionaba la dominical, en fin, tampoco quiero ser rencoroso, la Divina Providencia siempre me ha otorgado los dones suficientes para proseguir con mi vida sin sobresaltos económicos, ni zozobras nocturnas, también es cierto que mi bajo perfil social jamás ha requerido ropas caras, ni lociones francesas, el rumbo en el que vivo es tan chiquito que cuando me apersono en la placita Miada se me acerca la gente para preguntarme si yo soy el que escribe pa’l Líder, de inmediato les respondo que si soy el mismo que viste y calza, Alfredo Arcos, el ilustrado tabasqueño, paisano del inconmensurable poeta Carlos Pellicer, algún día, estando en una tertulia en su sacrosanto hogar repleto de libros, me recomendó que me convirtiera en el Cartier de mi barrio, yo, que soy muy neófito en los idiomas, di en suponer que me sugería me transformara en un reloj caro como el de la plaza Hidalgo, y no, no se trataba de eso, después, me aclaró que se trataba de que fuese el cronista de los acontecimientos, circunstancias y vicisitudes de mis dominios, en realidad, y gracias a su consejo, en eso me he convertido, no sé, si para bien o para mal, pero he dispuesto un menú de avatares familiares de los que he sido ineludible protagonista, al publicarlos en esta columna, los he vuelto a todos ustedes en testigos involuntarios de las calamidades de mi parentela, ya todo ha regresado a la normalidad en mi seno hogareño, pero uno de los grandes dolores de este año; sin duda, el más tenaz, el más definitivo, el que ha cambiado mi forma de estar en el planeta ha sido la muerte de mi queridísima Didi Durán de Peña; mujer bondadosa, entregada y solidaria, a quien siempre percibí, no como una amistad transitoria, sino como un ángel guardián, amorosa del arte y de sus amigos, nada volverá a ser igual sin su presencia; ni los crepúsculos en su despliegue de colores, ni el sol, ni las texturas de las flores, no quiero ponerme nostálgico, que este día, tiene que ser de MiL felicitaciones para ustedes, de Mil Gracias para todos, de MiL instantes irrepetibles, y si me lo permiten, dedicaré como un homenaje sensible a tan hermosa amiga, esta columna para que la lea en el cielo que es a dónde van a vivir los seres prodigiosos como ella. Oremos.

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