Se dice fácil, pero redactar mil artículos de lo que sea,
hasta de esta sencilla columna, no es cualquier cosa, tampoco voy a presumir lo
que no soy, lo que me queda muy claro, es que, mi éxito se lo debo a Diosito
santo y a la virgencita de Guadalupe, pero a ustedes, queridos lectores, tengo
que reconocerles su indulgencia para aligerar mi evidentes errores gramaticales
y de hortografía, pero, sobre todo, les agradezco su constante interés al
asomarse cotidianamente a estas líneas desde el 2008 en que ingresé a la nómina
de colaboradores de Líder Informativo, yo, que me encontraba desempleado, sin
más futuro que escribir cartas de consuelo a mis amigos dolientes, de pronto,
así, como de la chistera del mago, me llegó la invitación para sumarme a este
notable esfuerzo periodístico, naturalmente que de inmediato dije que si,
acepté todas las condiciones impuestas, que, en realidad no fueron gravosas, se
trataba, simplemente, de confeccionar una cuartilla diaria de los tópicos de
moda, y dije, de aquí soy, si ese es mi mero mole, conste, que al compenetrar
en esta mi casa hecha de palabras, dejé de ser el chismoso que el pueblo
esperaba, bueno, con decirles, asiduos fans, que le cambié el nombre a mi
columna y en lugar de cabecearle como La Guillotina Social, la bauticé como:
“Gente de Aquí”, la verdad sea dicha, nadie la leía, de repente, mi tía Tencha
que es bien chimiscolera y metiche se la echaba toda completita (conste que es
sin albur), luego, mi actual director editorial, David Dorantes Soriano, me
recomendó que volviera a escribir la de El Ejecutor, en esa época, me había
contrapunteado con mi anterior jefe, al que sigo considerando un excelente
periodista, así que, dejé de escribir toda la semana, nada más, como botón de
muestra confeccionaba la dominical, en fin, tampoco quiero ser rencoroso, la
Divina Providencia siempre me ha otorgado los dones suficientes para proseguir
con mi vida sin sobresaltos económicos, ni zozobras nocturnas, también es
cierto que mi bajo perfil social jamás ha requerido ropas caras, ni lociones
francesas, el rumbo en el que vivo es tan chiquito que cuando me apersono en la
placita Miada se me acerca la gente para preguntarme si yo soy el que escribe
pa’l Líder, de inmediato les respondo que si soy el mismo que viste y calza, Alfredo
Arcos, el ilustrado tabasqueño, paisano del inconmensurable poeta Carlos
Pellicer, algún día, estando en una tertulia en su sacrosanto hogar repleto de
libros, me recomendó que me convirtiera en el Cartier de mi barrio, yo, que soy
muy neófito en los idiomas, di en suponer que me sugería me transformara en un
reloj caro como el de la plaza Hidalgo, y no, no se trataba de eso, después, me
aclaró que se trataba de que fuese el cronista de los acontecimientos,
circunstancias y vicisitudes de mis dominios, en realidad, y gracias a su
consejo, en eso me he convertido, no sé, si para bien o para mal, pero he
dispuesto un menú de avatares familiares de los que he sido ineludible
protagonista, al publicarlos en esta columna, los he vuelto a todos ustedes en
testigos involuntarios de las calamidades de mi parentela, ya todo ha regresado
a la normalidad en mi seno hogareño, pero uno de los grandes dolores de este
año; sin duda, el más tenaz, el más definitivo, el que ha cambiado mi forma de
estar en el planeta ha sido la muerte de mi queridísima Didi Durán de Peña;
mujer bondadosa, entregada y solidaria, a quien siempre percibí, no como una
amistad transitoria, sino como un ángel guardián, amorosa del arte y de sus
amigos, nada volverá a ser igual sin su presencia; ni los crepúsculos en su
despliegue de colores, ni el sol, ni las texturas de las flores, no quiero
ponerme nostálgico, que este día, tiene que ser de MiL felicitaciones para
ustedes, de Mil Gracias para todos, de MiL instantes irrepetibles, y si me lo permiten,
dedicaré como un homenaje sensible a tan hermosa amiga, esta columna para que la
lea en el cielo que es a dónde van a vivir los seres prodigiosos como ella.
Oremos.
martes, 25 de octubre de 2011
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