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lunes, 24 de mayo de 2010

El crack de un ídolo

Dicen que Agustín Lara amén de extraordinario compositor, era borracho, parrandero y jugador, perdón, queridos lectores, creo que ese era Juan Charrasqueado, bueno, pues les decía que el llamado Flaco de Oro tenía la mala fama de que se la pasaba de bohemio en los cabarets, en los burdeles o en las cabinas de la XEW la entonces estación de radio más importante de América Latina, no sé, si en aquella época dorada, estaba de moda la marihuana, pero al veracruzano nacido en el D. F le encantaba quemarle las patas al chamuco y no le importaba que todo mundo se diera cuenta, ya se sabe que los adictos a dicho enervante vegetal, cuando entran en crisis por falta del humeante veneno que los eleva, se ponen inquietos los primeros cinco minutos, pero si pasa media hora y aun no han fumado, pueden ser capaces de matar a un cristiano, okei acepto que exageré, pero fue una hipérbole para intentar meterlos en el arguende vericuetoso de las drogas, lo que ocurre es que en todos lados andan crucificando al pobre de Gustavo Cerati que según percibo tiene todas las de perder, ya que pudo haber caído en cualquier lado fulminado por una enfermedad, pero tuvo la mala suerte de derrumbarse en la Venezuela de Chávez, no que sean malos los hospitales ni la atención médica sea inadecuada, solamente que dada la absurda conducta inmoral del dictadorzuelo tropical, no vaya a ser capaz de negarle algún medicamento prescrito por considerarlo imperialista, ya sé que han de pensar que estoy exagerando, queridos lectores, pero si leyeran las tropelías denunciadas por los dignos patriotas venezolanos que usan Twitter, darían mayor crédito a lo que les comparto respecto al descendiente directo de Fidel Castro en sus sueños de poder absoluto.
A Cerati, como todos lo saben, le encanta darse sus pasones, y no es historia inventada, ya que estos rockstars son como el alma de Judas, nada los detiene en su voraginoso delirio de ídolos de crystal asediados por una muchedumbre que los encumbra trepándolos en los cuernos de la luna y luego, por perversos, los empujan hacia el vacío de la nada, algunos se salvan de la catástrofe, muy pocos pueden decir que anduvieron en el fuego y no se quemaron, otros, como a este cantante sudamericano, les ocurre lo mismo que al pendejo de Ícaro que se arrimó demasiado al sol y se le derritieron las alas, claro que no lo critico, si cada quien hace su vida como se le hinchan las ganas, lo escandaloso no es que le haya pasado este trágico desenlace, sino tratar de entender que tantos miles de años de sobrevivencia de la raza humana, no han servido para maldita la cosa, porque tal parece que esos cortos circuitos en la mente de una persona, como no nos tocan a nivel personal, los consideramos naderías, pero hay que reparar en que si hay uno solo que enloquece por una sobredosis de pleitesía fanática musical en un segmento tan frívolo como necesario, a cualquiera le puede pasar, sucede en esas altas esferas de la farándula en la lucha por arrebatarle a la vida las glorias de las que se sienten merecedores, pero también en la política o en cualquier rubro que procure poder sobre los otros.
Agustín Lara murió de viejito y nos dejó un legado musical perenne, a pesar de que su vida no fue un modelo de santidad, supo detenerse a tiempo para que el tiempo no lo exterminara, los médicos que atienden a Gustavo Cerati dicen que no se han determinado los daños que puede haber causado el infarto cerebral, lo que no han declarado, es que de esos cracks nadie sale ileso, y si acaso sobrevive, lo cual es improbable dado el cuadro clínico que presenta, quedará con secuelas irreversibles, lo más seguro es que no vuelva a los escenarios mundiales y que su talento se quede impreso en los discos que tiene publicados, yo no lo veré, eso les tocará a las generaciones que nos vienen empujando para mandarnos a todos a la tumba, que serán testigos flagrantes del futuro, si acaso sus inspiradas canciones puedan resistir el juicio implacable de la amnésica historia.

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