jooble.com

viernes, 28 de mayo de 2010

Dr. Braulio Peña Pimentel

Ya saben ustedes, queridos lectores, que nunca me ha gustado hablar bien de la gente, mi columna no ha sido creada para andar de lambiscón, el día que, en lugar de cortar cabezas, me dedique a lanzar serpentinas de elogios entre gemidos, pujidos y mugidos, les otorgo la licencia para que me agarren a patadas en cualquier lugar en que me vean, ya que jamás ha sido mi propósito de vida confeccionar artículos para quedar bien con nadie, es cierto, que antes, muy antes, me dedicaba a la noble tarea de reseñar eventos de todo tipo y no es por presunción, pero jamás ha habido mejor cronista social en el pueblo, claro que cada época ha tenido el suyo, pero durante la década que a mí me tocó ser testigo de las fiestas más rutilantes, confeccioné excelentes notas en su tipo, naturalmente que a fuerza de acudir a las veladas, fui haciendo amistades reales y otras ficticias, algunos, según una distinguida señora, para que no hablara mal de ellos, pero de lo que nunca se percató tan guapa como talentosa poetisa paisana, es que en mis pésimos textos nunca figuraron nombres y apellidos, así que las abstracciones de la realidad sin reputaciones que dañar, salían a confrontar la opinión pública como meros relatos anecdóticos.
Hace muchos años, tantos que ya perdí la cuenta, conocí al Dr. Braulio Peña Pimentel, precisamente en alguna fiesta a la que él asistía invitado, y yo a desempeñar mi oficio de cronista, acababa de regresar de Monterrey, Nuevo León luego de concluir sus estudios profesionales de medicina en la Universidad de Monterrey (UDEM), al poco rato de haber llegado al globero pueblo, el oftalmólogo se convirtió en el mejor de su especialidad, aunque ya se sabe, que en estos casos particulares, la confianza y la empatía con el doctor, a veces, sólo a veces, son más importantes que el suficiente conocimiento de la ciencia que se emplea para diagnosticar los padeceres.
Al eminente oftalmólogo lo saludé hace un par de años en la coronación de María Irene Lozano Bolaños como reina de los Leones, ahí, por cierto, un médico que reconozco si lo vuelvo a ver, pero que en el momento que escribo esta columna, la verdad no me viene su nombre a la cabeza, me comentó en un tufillo borlón ya que Braulio le dio luces sobre mi persona; “Ah tú eres al que Joaquín te puso en tu lugar” y yo me quedé así como ustedes, queridos lectores, primero porque blindado como estoy de guardaespaldas y protecciones exageradas, nadie, ni el personaje que pronunció sería capaz de reclamarme, pero mucho menos si el hecho que podría echarme en cara, existiera tan solo en su imaginación, ya que como es sabido por todos, jamás he etiquetado a nadie con nombres y apellidos sobre alegorías periodísticas, así que sería un dislate que me echaran bronca por una afrenta inexistente,
Leyendo el Líder Informativo me acabo de enterar que Braulio Peña ha realizado operaciones gratuitas en el hospital general y tengo que decirles que me llena de orgullo el hecho real de ser su amigo, porque él siempre ha sido así, ayuda a toda la gente que lo necesita aunque tenga que poner de su bolsa para solventar los gastos de sus pacientitos pobres, como en todos los casos de mi parentela, por su bonhomía sin par, su generosidad sin litorales, nunca ha cobrado una consulta ni una operación, por si fuera poco, ahora que estuvo enferma mi hermana Ana, anduvo viendo caras para que le hicieran la hemodiálisis cuando teníamos que pagar cantidades absurdas para que mi carnalita pudiera sobrevivir a tan desgastante padecimiento terminal, en fin, que apoyando a la Fundación Ale está poniendo su extraordinario talento como cirujano oftalmólogo, lo que no me sorprende, ya que conozco su vocación humanitaria desde hace muchos años, por cierto, y dicho sea de paso, me gustaría colaborar con ese grupo de entusiastas que auxilia a la gente de bajos recursos a recuperar su salud, estoy a su orden.

No hay comentarios: