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viernes, 30 de abril de 2010

Premios Billboard

El jueves, como no tenía nada mejor que hacer, me puse a ver otra entrega de premios y francamente me asombra el hecho de que todas estas fiestas sean igualitas de principio a fin. Los presentadores del evento, son: una mujer preciosa de cabeza hueca que muy apenas puede leer con soltura el teleprompter, eso sí, tiene que orearse las tetas de más y lucir sonrisa de diente frío toda la noche; su compañero tiene que ser alto, fuerte, formal, elegante y re pendejo, el último es un requisito indispensable, porque tal parece que a las chicas les encanta un hombre con dichas características para figurarse que lo pueden conquistar.
Los premios Billboard a la música en nuestro idioma son pan con lo mismo, hagan de cuenta como si lo hubiera producido Raúl Velasco y siendo lo que fue, uno de los conseguidores de carne fresca y apetitosa para su patrón Emilio Azcárraga Vidaurreta, mejor conocido como “El Tigre”, pero tengo que reconocer que el antipático conductor de televisión fue el inventor de todas estas rimbombantes fiestas con hartas luces de colores, humos apestosos, escenografías aparatosas y una runfla de artistas sin talento que supieron vender caro su amor al mejor postor para que les diera una telenovela o les produjera un disco.
Los mentados galardones Billboard, son, como siempre, una farsa convenenciera para una revista de música con sede en los Estados Unidos, y como a estos cabrones que tuvieron la sartén por el mango durante muchos años, que vendían los discos al precio que se les hinchaban las ganas, que al cabo la gente como quiera se los compraba con tal de escuchar a sus artistas favoritos, ahora no saben cómo hacerle para poder ganar unos centavitos extras, pues han inventado estos eventos que transmiten a todo el mundo, claro que ya no ganan los dinerales de antaño, y a como van las cosas, creo que jamás volverán a levantar la cabeza del agujero en el que la tienen metida, porque los piratas les ganaron el negocio desde hace muchos años y bien merecido se lo tienen estos judíos codiciosos que querían llevarse todo el dinero a costillas de los más jodidos .
La industria del disco ya no existe como tal, es decir, ya nadie vende copias de sus cidis, es muy difícil que un artista venda 100 millones de unidades alrededor del planeta, esos tiempos ya se acabaron para todos, además, ni que los muchachos fueran tan imbéciles para comprar algo que les puede salir gratis bajándolo de internet con el único esfuerzo de darles click a dos botoncitos, pero eso y más se merecen como castigo los grandes magnates de la música que de la noche a la mañana vieron derrumbarse su vasto imperio de corrupción, aunque debe haber algunos viejillos nostálgicos que escuchan sus obsoletos discos de acetato en la consola que compraron en abonos en tapizados Monterrey o en la Internacional de Laredo, Texas, pero esas son ganas de no dejarse morir del todo, por eso se aferran a lo que pudo haber sido y ya no es, naturalmente que no los culpo, si siempre es grato recordar el tiempo pasado que no que haya sido mejor, sino simplemente que en esa época vivían sin achaques evidentes y la muerte era tan lejana que parecía jamás les iba a tocar a ellos.
Billboard aparece semanalmente y lo que antes era una revista de alto pedorraje que hacía y deshacía a los artistas, ahora es la hoja parroquial de los cantantes mediocres, y son estos grandes rockstars, popstars y gruperos nacos, los que sostienen el andamiaje de estas ediciones de magazines lambisconas, que a pesar de todo, se niegan a morir, pero un día, y no que sea adivino ni que vislumbre el futuro, tendrán que desaparecer para dar paso a las redes sociales creadas por personas como ustedes o como yo, con el único afán de eliminar a los intermediarios que siempre se han llevado la mejor tajada del pastel, ahora, aunque Televisa y Teveapesta digan que Twitter es un peligro para el mundo, pues ya se chingaron, porque según los gurús de los medios masivos, la televisión abierta tenderá a desaparecer paulatinamente hasta que se esfumen para siempre y ojos que te vieron ir, ojalá nunca te vuelvan a ver. Ya dije.

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