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domingo, 4 de abril de 2010

Los piojos

Yo estuve en la escuela primaria Cosme Pérez Matutina hace muchos años y me acuerdo que cuando regresaba a la casa, mamá me espulgaba porque era “muy moroso”, así decía mi sacrosanta progenitora para referirse a mi proclividad a que se me subieran los animalitos que pastaban en otras chompas.
Ahora casi no se me nota porque me lo corto bien chiquito, pero en mi época de infancia, tenía el pelo como sobaco de africano, así que los piojos, que por su nombre científico no los conozco así que ni esperen que se los transcriba, armaban una pachangona orgiástica en la intrincada selva ensortijada de mi abundante cabellera negra, eso sí, tampoco les voy a echar mentiras, queridos lectores, la verdad es que mi pelambre era digno de un comercial de champú caro, mínimo de los llamados Caprice.
Ya les he comentado en otras Guillotinas que por mis venas corre aristocrática sangre haitiana, pues en mi persona retoñaron esos genes o como decía mi amá: “abuelié”, para los que no tengan el gusto de conocerme, les haré un retrato hablado de mi apabullante personalidad: tengo cejas de mono de ventrílocuo, ojos grandes y expresivos, aunque mis detractores, dicen que son de toro loco y medio bizcos, en síntesis soy un mono de estucherías, ¿así se dice? conste en actas que no me quiero hacer publicidad, que tampoco soy émulo de Goebbels para contar una mentira mil veces y luego se convierta en verdad.
Lo de los piojos viene a cuento ahora que en las escuelas públicas del país, se ha detectado una epidemia de estos simpáticos animalitos que causan, entre otras molestias, bastante comezón y en algunas personas, hasta altas temperaturas, claro que no producen graves síntomas, son bastante inocuos, naturalmente que su proliferación se debe al desaseo, lo raro en este asunto, es que se han detectado dichos insectos parasitarios hasta en niños de las clases altas, es decir los que asisten a colegios privados.
Los piojos, son la cruz de muchos padres, proliferan en el cabello de los seres humanos y se alimentan de cantidades extremadamente pequeñas de sangre que extraen del cuero cabelludo. Por mucho asco que puedan dar, los piojos son un problema sumamente habitual, sobre todo entre niños de tres a 12 años (más frecuente en las niñas que en los niños).
Los piojos no son peligrosos y no transmiten ninguna enfermedad, pero son contagiosos y pueden resultar muy molestos. Sus picaduras pueden provocar picor e inflamación del cuero cabelludo, y el rascado persistente puede causar irritación cutánea e incluso infecciones en las áreas afectadas.
Cuando era un huerquillo, como casi todos los niños, tuve piojos, tampoco quiero decir que me desgranaba de estos animalillos, a los que CriCri, decía que se querían casar con las pulgas, pero como no tenían dinero suficiente para realizar la boda, habían desistido de la idea, así que tampoco era que fueran peores que la peste, ya que han existido desde tiempos inmemoriales, no quiero hacer apología, pero es que como han hecho tal alharaca del asunto en los medios, retomo la historia para abordarla según mi peculiar estilo, ya saben ustedes, queridos lectores, que yo, donde no me meto, me asomo, por supuesto que no es cuestión de alta envergadura, si dichos insectos han resistido los más feroces ataques durante siglos enteros, son como los cucarachos que han mutado para no dejarse aniquilar por sus enemigos, en fin, que lo de tener piojos es lo de menos, con un chino, al menos así les decía mi amá y un medicamento se pueden matar, que ése si no me acuerdo como se llamaba, a ver si ahora sí, con esto de la publicidad en todos lados, el piojo y la pulga si se puedan casar, que al cabo, dice el dicho que: dónde come uno, comen dos, además con tantos padrinos que se apuntaron… ojalá que en esta ocasión el gato no se suelte y se almuerce al ratón.

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