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lunes, 19 de abril de 2010

Lluvia tupida

Que buenas lluvias primaverales se nos vinieron toda la semana, ven, queridos lectores, les digo que Dios es bueno con nosotros, yo respeto a los que no creen en su divina presencia, pero les recuerdo que no se mueve una sola hoja de un árbol sin su voluntad, ahora con tanta agua como la que ha caído, la tierra se ha preparado para reverdecer, ya se nota en el zacatito de la plaza Libertad y en los árboles que ahí sembraron, que dicho sea de paso, los trasplantaron todos pelones, casi el puro tronco con ramas secas, y poco a poco, se han desarrollado sin más cuidados que los que la naturaleza les ha prodigado, claro que de repente les echan agüita, pero los calorones del año pasado fueron inclementes.
La lluvia me trae recuerdos de niño, y es que estas calles de mi barrio, como están empinadas, pues con los aguaceros las acequias se convertían en toboganes en donde los huercos de la cuadra chapoteábamos alborozados, además, era una de esas diversiones sanas que no costaban un solo peso, incluso, era una especie de ritual de tribu norteña para agradecer al buen Dios el verdadero milagro de la vida.
Mamá nos decía que las gotas de lluvia eran soldaditos que marchaban al compás de los truenos, y claro que le creíamos, tal vez suene medio raro, pero en esa época los niños estábamos menos maleados que ahora, antes no veíamos tanta televisión, si acaso un ratito el canal de Ramoncita pero como repetían las mismas caricaturas, pues no era necesario aplastarse a perder el tiempo inútilmente.
Con estas lluvias nos ha cambiado hasta el humor, y es que parecerá una tontería, pero ver llover puede ser terapéutico, tranquiliza los nervios, aligera el alma y ensancha el corazón, aunque tampoco refrescó demasiado, así que me quedé con las ganas de caldo de res, que en esta casa, su casa, como dicen los chilangos con su cortesía chabacana, se ha acostumbrado guisar puchero para aromar el hogar del santo olor de la concordia a la hora de sentarnos a la mesa.
En Piedras Negras se les vino una creciente, gracias a Dios no pasó a mayores y en Hidalgo se desparramó un poco el río, también sólo quedó en puros beneficios para las tierras y se llenaron de agua los arroyos, por cierto que así decía mi amá cuando le pedíamos que nos comprara algo, lo que significaba que ya que tuviera dinero nos cumpliría el antojo.
Son buenos signos de abundancia y prosperidad, espero que este año sea más pródigo en lo económico para el pueblo, que se ha visto muy deprimido en cuanto a empleos y dinero circulando de mano en mano, además, la lluvia siempre acarrea bendiciones, ojalá no me equivoque porque a como están las cosas, ya nada más falta que nos mee un perro, tampoco nos estamos muriendo de hambre pero falta más auge y aunque el presidente Calderón minimice el asunto a una “ridícula minoría” la verdad es que todas las pulgas se les cargan a los perros más flacos, pero como la cúpula política y las altas esferas empresariales deambulan por la vida en sus burbujas de champaña con viandas de virreyes, pues les da igual que a los paupérrimos mexicanos se los cargue el payaso, estos son, como El Papa que añora regresar a la Casa del Padre cuanto antes, pero se traslada en coches blindados y tiene un ejército para su atención y otro para su protección, en fin, que sean tiempos mejores para todos, que nuestros funcionarios ya no digan mentiras ni verdades a medias, que sean hombrecitos para resolver las broncas en las que ellos mismos nos metieron, lo malo es que lo único que se les ocurre es dar dentelladas con más impuestos, y los que menos tenemos, como lo dicen en sus mentirosas campañas electorales, son los que pagamos los platos rotos. Ven la tempestad y no se hincan.

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