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jueves, 15 de abril de 2010

La alegría del hogar

“Las muchachas” de la casa no tienen ninguna garantía laboral, y los hijos de su re política madre, lo dicen, como si lo acabaran de descubrir, si eso es más viejo que caminar para adelante, lo realmente deleznable, que no sé ni lo qué quiere decir, pero suena bien apantallador, es que no sea para ayudar a las sub empleadas del servicio doméstico, sino para sacarles algún impuesto de su raquítico sueldo.
En nuestro país, hay más sirvientas que obreras, incluso, con eso de que Calderón tampoco ha cumplido su promesa de campaña, en el sentido de que sería el presidente del empleo, muchos jóvenes universitarios son desempleados con título y para poder ganar el pan que llevan a su mesa, han tenido que vencer su justa indignación para aceptar un salario injusto dentro del servicio doméstico a los ricos.
Del estupendo trabajo que realizan, nadie se queja, incluso, algunas señoras ejecutivas liberadas dicen que prefieren un marido de entrada por salida y una criada de tiempo completo, las más alegres, o cínicas según se vea, declaran a voz en cuello: las sirvientas son la verdadera alegría del hogar, y las soñadoras aseguran que, sin ellas no habría felicidad completa.
A pesar de tantos beneficios que proveen a sus patrones, ni las sirvientas, ni los mozos, ni los jardineros, son remunerados correctamente por sus empleadores, para empezar, tienen hora de entrada pero no tienen hora de salida, los turnos son de esclavos, pueden desarrollar actividades desde las seis de la mañana, hora en que atienden a los bodoques groseros para mandarlos al colegio, aunque algunas santas criadas, los quisieran mandar a la chingada, y desde ese momento en que abren el ojo antes que el gallo madrugador, se siguen de largo hasta la doce de la noche, es decir no duermen más de seis horas y todo por un mísero sueldito de 500 pesos semanales.
Yo conozco unas espeluznantes historias abracadabrantes en este pueblo globero, que no sólo les pagan mal, sino que además, les dan de comer huevos, frijoles y tortillas de máiz, incluso no las dejan salir ni a la calle, como si la esclavitud no hubiera sido abolida en nuestro país, por si fuera poco su desempeño doméstico, las muchachas son: cocineras, jardineras, secretarias, costureras, enfermeras, meseras, consejeras, peluqueras, mandaderas y unas, hasta sexoservidoras con el marido borracho de su patrona.
Lo bueno de que ya se hayan dado cuenta nuestros ínclitos legisladores de los casos abusivos de los patrones con sus sirvientas, es que por lo menos, les tendrán que dar seguro social, una de las prestaciones que están inscritas en la carta magna de la manga del muerto, también deberán de trabajar turnos de ocho horas, nada de que te puedes quedar porque tengo cena con mis amigotas de la jugada, si quieren más servicio doméstico, deberán pagar overtaim con doble tarifa, y sobre todo que las chachas no se queden también de veladoras con sus valedores, francamente espero que ahora sí, y de una vez por todas, reciban el reconocimiento a su magnífica labor las trabajadoras domésticas, que no se quede en letra muerta, ya se sabe que nuestros legisladores despliegan sus poderosas firmas para aumentarse ellos mismos sus dietas, sus propias prebendas y los privilegios de virreyes de los que gozan, con fuero constitucional como si de verdad velarán por el pueblo que votó por ellos.
Las muchachas, que algunas ya ni jovencitas son, merecen un trato digno que las convierta en empleadas con todas las garantías de cualquier trabajadora, si yo tuviera que votar por su causa, haría el carrusel, el mapachismo y embarazaría urnas; marrullerías que siendo prácticas antiguas de la política, usadas para tan noble causa, las transformaría en rueda de molino para sentar las bases de una verdadera justicia para los humillados y los ofendidos. Ya dije.

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