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sábado, 9 de octubre de 2010

Mrs. Obama, chica super poderosa

La mujer más poderosa del planeta es, sin duda, Michelle Obama, la esposa del presidente de la gran potencia norteamericana, claro que el que sean ricos, no tiene nada que ver, ya que, en su época, Evita Perón, la mujer del General Juan Domingo Perón, era considerada la más influyente del mundo, y eso, que Argentina no estaba en una solvente situación económica, al contrario, pero la ex actriz habilitada a Primera Dama, se dio sus mañas para colocarse en el cénit de la esfera gubernamental de su patria llena de descamisados, como llamaba a los misérrimos chés, que, en ese entonces la única vez que comían carne, era cuando se mordían la lengua, y ella, a pesar de que ese dinerito que gastaba a manos llenas, le hacía falta para dar de comer a sus compatriotas, viajó por todos los países a los que quiso, y en todos, fue recibida con honores de jefa de Estado, y siendo que, solo era la que le calentaba la costilla al presidente de la pauperizada nación sudamericana.
La revista Forbes, que es la que saca todos estos rankings, que son tomados en cuenta por la mayoría de la gente en el mundo, ha enumerado a las diez viejas más trinchonas del orbe, fíjense ustedes, queridos lectores, después de la guapa negra, que algunos dicen, se viste muy bien, pero yo la veo muy garrosita, no que se ponga ropa de El Cañonazo, si hasta eso, se enfunda en las mejores colecciones de los diseñadores más connotados del ámbito mundial, pero le falta percha para ser catalogada como tal, en fin, que ese no es el tema de la presente columna, colocaron en el segundo escaño a Irene Rosenfeld, consejera delegada de Kraft Foods, en tercero a la inteligente Oprah Winfrey, presentadora de televisión y empresaria, en cuarto a Angela Merkel, canciller de Alemania, y como no hay quinto malo en esa casilla treparon a Hillary Clinton, secretaria de Estado de Estados Unidos, en sexto a Indra K. Nooyi, consejera delegada de PepsiCo, en un honroso séptimo puesto a Lady Gaga, cantante provocadora de escándalos del espectáculo, en octavo a Gail Kelly, consejera delegada de Westpac en Australia, en el noveno peldaño a Beyoncé Knowles, cantante cuarterona que tiene las caderas más potentes de la farándula, y finalmente, en el diez, a la lesbiana Ellen DeGeneres, popular presentadora de televisión.
Miren ustedes, asiduos fans, según la revista Forbes, ha colocado en el puesto más alto de la lista, a la esposa del presidente Barack Obama, debido a su gran popularidad entre los estadounidenses, a sus esfuerzos por reducir la obesidad infantil y por haberse convertido en "una Jackie Kennedy con un diploma de Harvard y el sentido callejero de Chicago", explicación que a mí, me parece que no es del todo acertada, pero tampoco me voy a poner a discutir por un asunto que no me compete, además, los lambiscones, unos a sueldo, y otros, de a gratis, tienen que hacer su chamba de servir de comparsa a los poderosos en turno, ya ven ustedes, aquí en México, a Marthita Sahagún, hasta programa de televisión le dieron, y ni modo que sea por su excelente dicción, uno de los factores que llevó al jurado, a tomar tal decisión, según se explica en el comunicado de prensa, es que Michelle no se ha entrometido en asuntos de política dura, aunque los responsables del premio, destacaron cómo sus presiones llevaron a compañías como Coca-Cola o Kelloggs a reducir las calorías en sus productos.
En una siguiente columna comentaré acerca de la lista de las mujeres más influyentes en México, que les adelanto, les va a dar un ataque de risa, ya que, entre las diez, incluyeron a la buena para nada de Andrea Legarreta, que no me cae mal, pero si el hecho de que se ría de todas las tarugadas que hace junto a Galilea Montijo y Ernesto Laguardia en un programa matutino de Televisa, le da derecho a aparecer en ese fementido ranking, entonces, también debería haber aparecido la inefable Carmelita Salinas, que, por lo menos, tiene en su haber hartas películas en las que mienta la madre a diestra y siniestra, y actualmente opina de todo, hasta de lo que no sabe. Ya dije.

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