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jueves, 21 de octubre de 2010

Hechiceros

La gente que no tiene asideros espirituales, es decir, los ateos que no confían en el inconmensurable poder de Dios, ante cualquier barbón se hincan, no digo, no, que no sean creyentes de los santos, si por algo nuestra Iglesia Católica los trepó a los altares, pero de eso a que se refugien en los codiciosos brazos de los santones, que a lo largo de la historia de la humanidad se han contado por miles, para que según los poderes de los que presumen, sean capaces de realizar milagros, hay un largo trecho de diferencia.
Los hechiceros son tan charlatanes, que siendo lo que son, simples seres mortales, prometen a sus incautos clientes, que ellos son capaces de hacer amarres de amor, si de todos es sabido, que el amor es tan veleidoso, que se entrega sin reservas a pesar de cualquier embate del destino, es decir, una mujer o un hombre que ama a la otra persona jamás cejaría en su empeño por estar cerca del objeto de su afecto, a pesar de cualquier escollo, incluso a pesar de ellos mismos, hay una sentencia latina: “amor vincit omnia” que quiere decir eso que se entiendo perfectamente: “el amor todo lo vence” así que si, algunos de ustedes, queridos lectores, ha caído en la tentación de consultar con uno de esos “Iluminados” que con mieles, yerbas, fotos, flores o chones usados, les han asegurado que logrará lo que solo dos voluntades férreas pueden conseguir es decir, que una pareja se una para siempre, con la fuerza de sus poderes brujos, no le crean nada, mucho menos si les cobran, ya se sabe que dependiendo del sapo es la pedrada, y es que según una encuesta de salida de estos consultorios, hecha por la metiche de mi tía Queta, el 99.9 por ciento de las personas que acuden a este tipo de negocios espirituales, van con la ilusión de que les resuelven su mal de amores, el resto acude para limpias de salazón.
En una ocasión, yo fui con un viejito que me aseguró que me haría rico, lo que nunca me dijo fue con qué, ahora que me doy cuenta, se me hace que el pinche anciano me albureó y yo, ni cuenta me di, pero eso fue en la época en la que no tenia chamba, durante los meses en que me quedé en el limbo, en que vivía gracias a la generosidad del gobierno americano, es decir, de las “fudestamps” que le llegaban a mi tía Meri, quien venía a mi señorial casona de dos cuartitos, desde Laredo, Texas a dejarme sendas bolsas de mandado del “eichibí”, primero me pidió tres manojitos de diversas yerbas; albahaca, pirul y romero, pues ái voy a la Hierbería “El Niñito Fidencio” y mi hermana Nena quien siempre ha creído más en mi talento que yo, me las compró con su tarjeta de “Guardadito” de Elektra, más tarde me acompañó con el mentado brujo, pero tuve que esperar media hora, afuera, sentadito como si fuera a recibir herencia, aguardé pacientemente a que terminara su sesión espiritual con otros mensos que habían llegado antes que yo, ya adentro del consultorio, el señor que tenía ojitos como de cuyo en celo, me preguntó que si tenía fe en sus poderes, y claro que le dije que si, pues en ese trance, no sabía lo que me podría pasar, total que el hechicero se concentró en madrearme a ramazos a diestra y siniestra, para ese momento, no sé, si por obra y gracia de sus pases mágicos, me sentí imbuido por una fuerza sobrenatural de que en cualquier momento mi suerte cambiaría para mejorar mi deplorable estado económico, más tarde, exhausto del trajín del venerable octogenario, me senté en una guanga sillita de madera para que me diera el veredicto supremo de sus artes adivinatorias, echó unas cartas más viejas que mi acta de nacimiento, y me dijo que muy pronto, eso nunca lo olvidaré, volvería a trabajar en un periódico que estaba en proyecto pero que en cualquier momento se echaría a andar, al salir de allí, entendí, que nadie escapa a lo que ya está escrito en las líneas de la vida, pero a veces, los seres humanos, por desconfiados, por impacientes, por absurdos, tomamos otra brecha para escapar de lo que nos toca vivir, y en ese camino, nos encontramos con nuestro destino.

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