Nada más eso nos faltaba, ahora resulta que han aumentado el IVA a los cigarros, yo no entiendo mucho de finanzas, soy un neófito en ese campo, y en otros, pero tampoco soy menso de’altiro, lo que me queda muy claro es que si la cajetilla de Marlboro costaba 30 pesos ahora no habrá modo de pagar los 4 pesos que los legisladores le han sumado al precio, y es que para ellos es muy fácil decir, a los viciosos les cargamos el muertito, que al cabo no es un producto de la canasta básica, primero son muy consentidores con los grandes productores del tabaco, dejándolos bombardear con anuncios publicitarios en todos los medios y ya que lograron sus aviesos propósitos de mantener cautivos a 14 millones de mexicanos que les encanta andar echando humo, entonces los venden a cómo se les da la gana.
Yo no soy fumador empedernido, hay días en que me echo uno o dos, depende del estado de ánimo en que me encuentre, eso sí, soy medio nerviosión, pero puedo controlarme sin nicotina circulando en mi organismo, pero por ejemplo, mi tío Melitón compra dos cajetillas diarias, y aunque no le intelijo mucho a los números, al mes, son sesenta por treinta pesos, mmm, no me salen las cuentas, pero se percibe como que es una buena feria, ustedes ayúdenme, queridos lectores, ven como si es mucho dinero, luego que mi sacrosanto pariente recibe una pensión de hambre del Seguro Social, pues se le va a ir en puros cigarros, claro que puede dejar el vicio, pero a los jodidos no les queda más remedio que aferrarse a los placeres baratos, que ahora con este ramalazo ya no lo será tanto, y eso de que, después de un buen taco un buen tabaco, será difícil que alguien lo aplique, al menos, por un buen tiempo.
Las grandes tabacaleras seguramente pondrán el grito en el cielo, naturalmente que sus empresas se verán mermadas en sus ganancias, si muchos mexicanos, aunque quisieran, tendrán que bajarle al consumo, así que si antes compraban una cajetilla diaria, a lo mejor ahora será una cada tercer día, aunque todos sabemos el terrible daño que causa a la salud, como quiera nadie dejará de fumar de la noche a la mañana, tampoco es gripa, yo he sabido de casos patéticos, en los que los viciosos, viéndose en una cama, agónicos, con los pulmones deshechos, la garganta podrida, el corazón encendido como carbón, y aún así, piden que les den un cigarro, ya sé que es muy fuerte la imagen que les describo, de hecho, las muertes a causa de la fumadera, son mayores de lo que todos creemos, incluso ya está considerada como un grave problema de salud pública, pues no hasta han prohibido fumar en lugar cerrados, es más, ni siquiera en los antros se permite que lo hagan, muchos menos en los restaurantes, ni en las tiendas, es decir, donde antes todo mundo acostumbraba y nadie se había quejado, no quiero ser chismoso, pero antes algunos médicos consultaban con el cigarro en la mano y era de lo más normal, acuérdense, asiduos fans, que era muy común que los artistas salieran en las películas fume y fume, con tremenda desfachatez que hacía pensar que las empresas tabacaleras, les pagaban una buena lana para hacerles promoción a sus productos, hay muchos ejemplos de eso, pero lo más extraordinario, es que luego de tantos años, apenas se dieron cuenta de que fumar mata, pero también ahora matará lentamente a los viciosos, lo caro que están los cigarros, lo bueno de todo, es que fumarán menos, lo que está del nabo es que los genios financieros de nuestro pauperizado país, quieran sacar sangre de la piedras para la reconstrucción de los pueblos afectados por los fenómenos meteorológicos, no digo, que no se les ayude, si yo he sido el primero que he levantado la mano para colaborar en la medida de mis posibilidades para que dentro de su desgracia, sea más llevadera su pena de haber perdido todas sus pertenencias, solamente que esa no es la manera, que les costaba ser menos cabrones con los viciosos fumadores, lo que sospecho, y ojalá que esté equivocado, que no tardan en poner un impuesto extra a las caguamas, eso sería el acabose, mi corazón norteño, no lo podría soportar. Ya dije.
viernes, 22 de octubre de 2010
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