Claro que he leído a Vargas Llosa, fue Maricarmen Agreda Sánchez, inteligente periodista paisana, quien me emocionó con su entusiasmo para asomarme a tan estupenda literatura, yo no soy crítico de nada, mucho menos de los grandes escritores, soy, por así decirlo, un merodeador de los buenos libros, de los que he disfrutado con asombro e interés, y es que en el fondo, todos los que nos dedicamos a pergueñar artículos en la prensa, quisiéramos poseer la habilidad de escribir bestsellers, aunque algunos que se venden por millones, están llenos de todo, menos de literatura, si ya todas las luminarias, se han dedicado a dictarle a una dizque intelectual para contar las vicisitudes de sus puterías, pero de eso está lleno el mundillo complejo de las grandes editoriales, lo que ocurre es que esos libracos se venden como pan caliente, y las empresas editoras, finalmente funcionan como negocios para producir jugosos dividendos, es como si se diluyeran para volverse palatables, y con el dinero que obtienen al prostituir su buen gusto con dichos mamotretos, financian las obras que realmente valen la pena, es como un guapo hombre que se casa por interés con una fea bigotona pero muy rica, y con el dinero que le da el suegro, se compra una amante refinada con cara de muñeca, ya sé que suena demasiado fuerte, pero así ha sido siempre, tan solo por mencionar un peregrino ejemplo, a Marcel Proust, el mismo que marcó con su: “En Busca del Tiempo Perdido”, no le quisieron publicar su obra cumbre, porque a varios de los más encumbrados editores de la época, les pareció que no cumplía con los requisitos exactos para gustarle al público, y luego, supongo, se han de haber dado de topes contra la pared, como ha sucedido con tantas obras maestras, y es que la novela de Proust, surgió a la luz rodeada por el desdén y la incomprensión que provocaba su propia cegadora novedad, nadie había conseguido, hasta entonces, establecer una relación tan directa, tan íntima, entre lector y novela, además nadie que haya escrito después, ha podido mantenerse sordo a la influencia de esa nueva manera de novelar.
Mario Vargas Llosa ha sido acreedor al Premio Nobel de Literatura 2010, y nada más para que vean que ni los grandes de verdad, se sienten seguros de sus logros, tal vez porque no necesitan de los premios, ya que, su verdadero galardón, es que la gente los lea, pensó que "era una broma" cuando la Academia Sueca le informó, "ocho minutos antes del anuncio" oficial, de que había ganado dicho reconocimiento, su hijo Álvaro Vargas Llosa recordó que "hace muchos años" alguien, "al parecer un periodista, se hizo pasar por sueco para anunciarle" a su padre que había ganado el Nobel de Literatura, y ahora, mejor esperó a que le autentificaran la noticia, claro que el único prietito en el arroz de la trayectoria de Vargas Llosa es su desastrosa carrera política, y es que algunos, se sienten políticos sin serlo, como si hoy se levantaran y dijeran, ya puedo postularme para presidente de mi nación, y francamente, no que demerite su extraordinaria obra literaria, pero la verdadera lucha de los que se sienten con la obligación moral de restituirle a su pueblo, lo que ellos consideran que, los malos gobernantes le han quitado, es con la pluma, no hay para donde hacerse si esa es un tribuna en la que pueden hacer a su antojo, en fin, me alegro por este merecido premio, que honra a las letras hispanoamericanas, espero que no se vaya a lanzar otra vez como candidato, y es que la dotación económica es de millón y medio de dólares, así que le alcanzaría para mandar imprimir hartos volantes para hacer realidad su sueño guajiro de cruzarse la banda presidencial.
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