Michele Obama es elegante, de eso nadie tiene duda, pero de qué es verdad que no sabe nada de protocolo, también es cierto, y es que nada más a ella y a Fox se les ha ocurrido, tratar a la realeza del planeta, con tan desparpajada displicencia, al ex presidenchente se le perdona porque ya se sabe de donde proviene, y con todo el respeto que se merece, la inefable Marthita Sahagún tampoco es ejemplo de buenas maneras, si los purepechas michoacanos raza bendita autóctona meshica, todavía usan la tortilla como cuchara, así que con harta vergüenza, no de ahora, sino desde siempre, me he percatado de que nuestra gobernícola raza cósmica parece no cuajar en el asunto de la diplomacia, pero no estoy hablando de los jerarcas chafas que nos ha tocado en suerte para que deambulen por el mundo, sino de la primera dama estadounidense, que dista mucho de parecerse a la estilosa viuda de John F. Kennedy, aunque ya hay muchos lambiscones que la comparan con la sin par, Jackie Kennedy, y francamente, la veo muy ojona para que sea paloma.
Michele es guapa y lo que le sigue, tampoco es cosa de restarle méritos, pero ahora que ha estado enfrentándose al mundo real, se le han ido dos o tres errorcillos, sobre todo a la hora de convivir con la meticulosa reina Isabel II. de Inglaterra, y es que, se supone que el protocolo en esas altas esferas, es demasiado estricto, aunque es verdad que en estos tiempos modernos ya no es tan rígido, como quiera todavía se siguen ciertas reglas que nadie, ni siquiera la esposa del presidente más carismático de las épocas recientes, puede romper, porque resulta que Mrs. Obama como si estuviera en el mercado comprando tomates y chiles cuaresmeños, acompañada de doña Chabela, se atrevió a cruzarle la espalda en un confianzudo abrazo, digo, está bien, que la soberana ya esté chocheando, pero de eso, a que haya perdido el buen gusto de su alta investidura, y que de plano, ignore el rastro de lo que su familia ha representado no solamente en Gran Bretaña, sino en la historia del mundo entero, hay un mar de diferencia.
Es verdad que desde su asunción al trono de Inglaterra ha estado acompañada por el escándalo, porque ni le tocaba a ella la corona, sino a su tío Eduardo, que ya se sabe que abdicó al trono por la pirujilla divorciada de Wallis Simpson, pero eso tampoco importa ahora, sino que siendo como es el asunto del roce social entre esa ampulosa estirpe de sangre azul, nadie debe brincarse las trancas, aunque he de decir en su descargo, que está bien asesorada en lo que se refiere a su imagen y para lucir regia en su primer encuentro con la reina Isabel que asumió el trono en 1952, se enfundó en un traje “Toledo” de dos tonos que incluía una blusa en color marfil, con pretina estilo origami y una falda negra a media pierna para la cena formal, más tarde se cubrió con chaqueta de punto negra, la vestimenta tenía un aire retro, casi parecido al estilo de la princesa Grace de Mónaco.
La señora esposa de Obama deslumbró a propios y extraños el día de la toma de protesta de Barak, luciendo un diseño de la cubana Isabel Toledo, lo que en su momento causó revuelo, ya que la preciosa morena ha marcado su preferencia por autores latinos a la hora de elegir las prendas que habrá de presumir en eventos tan importantes, y su elegancia nada ostentosa, hasta podría decirse austera, que no por sobria, ha dejado de tener acentos clásicos, le ha merecido comentarios halagadores de los diseñadores famosos, y eso que, la primera dama, ha preferido creadores estadounidenses poco conocidos, por encima de los encumbrados mundialmente, que por curarse en salud, se han desvivido en piropos por su estilo sui generis, incluso, los editores de las revistas, esos que marcan las tendencias cada temporada, la han catalogado como una mujer que le da a las prendas su propio toque individual.
Todavía le falta pulirse en el trato socialité, pero su inigualable carisma, sin tratar de opacar a su poderoso marido, seguramente le darán muchos puntos a su favor, y en esta época de crisis económica mundial, que se haya atrevido a re utilizar accesorios, prendas y joyas discretas, habla bien de su persona, que la mesura, la cordura y la congruencia con los difíciles tiempos que corren, son blasones que no cualquiera, mucho menos la primera dama del mundo, puede colgarse para deslumbrar con su serena belleza a los millones de seguidores que ya tiene por todo el orbe.
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