Los escribidores, podemos crear una lengua adyacente a nuestro propio idioma, poseemos esa rara facultad, tal vez, por causas sobrenaturales, porque si bien es cierto que la metáfora, nada explica al decir, en ocasiones puede ser que describa mejor la piel del ser amado, sus ojos o las sinuosidades de su cuerpo, si lo comparamos con una flor, con las estrellas o con el resplandor de la luna.
Los que nos dedicamos a la palabra, estamos locos, porque hablamos solos, dormimos poco, comemos mal, soñamos mucho, y siempre debemos estar enamorados y de buen humor, porque esa combinación nos empuja a escribir con entusiasmo y a pesar de que no es una mercancía de primera necesidad, la palabra se vende como el pan calientito, se saborea como un buen puchero o se huele como los campos recién llovidos y siempre es asunto de milagrería, porque la palabra es aliento y vibra, es un exorcismo de los males que nos aquejan.
Somos cursis, nada más que tratamos de ocultarlo con los sinónimos, con los adjetivos, con los adverbios que al modificar a los verbos, esconde las intenciones, pero sólo en apariencia, para que de pronto salten a los ojos del lector y brinquen como grillo desde el paladar a la conciencia, yo, por ejemplo, mezclo mi afán permanente por fregar a los demás, con mi buen humor, porque siempre he pensado que la vida no se debe tomar tan en serio, que aquí estamos nada más de pasadita, y como decía mi abuelita Chona, con la vida prestada por Diosito, al que lo único que le pido es no morirme como perro en el bulevar Luis Donaldo Colosio, digo tampoco, quiero expirar mis últimos instantes en mi cama calientita y rodeado de mis seres queridos, que esa es la muerte de las justos y no que haya sido mala persona, pero tampoco he sido una perita en dulce, pero les decía queridos lectores, que ahora que hemos cumplido el primer año en el Líder, me doy cuenta que soy muy suertudo, y es que no cabe duda que soy favorito de la corte celestial completa, ya que me pagan por hacer lo que me encanta, es decir pergueñar párrafos para desgraciar reputaciones, aunque en mi descargo del oficio que me ha tocado desempeñar, tengo que decir que nunca he sido chayotero ni he solicitado prebendas de nadie, y el único viático que he recibido ha sido el espiritual por parte del Padre Luis Penna de la Santísima Trinidad a quien dicho sea de paso, quiero felicitar por sus 40 años de vida sacerdotal, y así como he hablado mal de muchos sacerdotes, tengo que decir que nuestro párroco es un hombre probo, que éste si merece llegar a la gloria sin mayores trámites, porque ha hecho una labor excepcional con sus fieles del barrio, digo tampoco voy a hablar mal del otro que es más malandrín que un sicario, además ya todo mundo lo conoce si tampoco es que se esconda para hacer lo que hace, si él solito es un ambulante catálogo completo de los siete pecados capitales: gula, lujuria, avaricia y los demás que faltan, pero ya lo pagará con Dios, que del juicio divino nadie se escapa, ni yo, que soy su preferido.
A un año de distancia y luego de que mucha gente pensaba que no íbamos a tener el exitazo que hemos logrado, tengo que reconocer que ha sido gracias al esfuerzo conjunto de un grupo integrado por verdaderos profesionales de la comunicación, la mayoría sumamente jóvenes pero no por ello, menos valiosos ya que con sus ímpetus y bríos, nos han inyectado a todos de sus ganas por salir adelante, no quiero mencionar nombres para que no se me olvide ninguno, pero ya saben que me refiero a la planilla completa que dadas las circunstancias del organigrama nominal, unos son generales y otros, tropa, pero nadie se ha rajado del mundo de chamba que representa una edición periódica y han sabido complementarse con los viejos lobos de mar para aprender de las experiencias de los colmillos afilados de los que como yo, tenemos mucho tiempo en esto. Felicidades a todos, y este año, seguramente será mejor que el anterior.
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