Nunca he sido partidario de hacer leña del árbol caído, a menos, que el árbol ya no se vaya a levantar del suelo, porque luego, esos arremangan con todo lo que encuentran a su paso, al fin y al cabo ya no tienen nada qué perder, de tumbados del piso, reptando con los puros codos, pueden dar un sustazo bruto, a mi, sólo una vez me ocurrió, pero esa ocasión me ha servido como escarmiento para no entrarle con el hacha a los que vencidos por circunstancias adversas del destino, se baten en el lodazal de la ignominia.
De esa leña del caído en combate, se nutren las venganzas y se hacen unos lumbrotas que pueden quemar a cualquiera, ya sé que estoy diciendo puras ambigüedades, pero a lo que quiero llegar, es al punto de que en el pueblo existe un hombre que le robó una empresa completa a uno de sus mejores amigos y miren que un grupo de allegados a él, en los que me incluyo, le aconsejamos que no se confiara, que ese jijo de su repepin chamaco, lo iba a traicionar como Judas Izcariote a Jesús, y que luego, ya que tuviera todo en su poder, lo iba a negar tres veces como Simón Pedro al Maestro.
Dicho y hecho, el negocio lo levantaron entre ambos, pero con enredos, con engaños, con falsas promesas de amistad eterna, el fementido traidor lo estafó, robándole la parte que le tocaba por derecho propio a su casi hermano, por cierto, una de las frases que jamás se me va a olvidar, fue una que el ruin le pergeño al incauto para defenderse de las supuestas calumnias que le endilgábamos: “Contigo hasta el éxito o a la ignominia” y suena como a sentencia, pero así pasó, y claro que cuando el negocio repuntó, el defraudado se quedó con una mano adelante y otra atrás, pero no pudo, como el del chiste, para rehacerse del golpazazo, quitarse la mano de atrás, que también así se han repuesto muchos y muchas de la miseria, porque el socio sucio, con todos los papeles legales a su nombre, le dio un madrazo y lo quitó de en medio.
Yo no soy leguleyo, nunca se me ha dado eso de las leyes, pero siempre se me hizo harto sospechoso que nadie pudiera hacer algo por el defraudado, digo, está bien que fue muy indejo, que ni un niño de cinco años se deja que le quiten todas las canicas, pero en habiendo tantos testigos de la sociedad, a poco no se hubiera podido rescatar algo de lo perdido, no me refiero a que se abra un juicio como los de las series de televisión, que esos son de pura escenografía de cartoncillo, porque ni modo que vayamos todos los que fuimos espectadores para acusar con índices de fuego al culpable del robo en despoblado, tampoco soy tan ingenuo, pero lo que si creo que se hubiese podido intentar, era armar una ofensiva con algunos clientes que entre todos los amigos conseguimos o él mismo, con otros que consiguió para inyectarle dinero fresco a la sociedad.
El ratero amigo sabe que ese dinero no es del todo suyo, que cometió un crimen de lesa humanidad, porque un hombre que tiene como moneda de curso la deslealtad no puede andar por la vida así como así, tan tranquilo, como quien ve llover y no se moja, porque la conciencia es cabrona, además que peor castigo que vivir con la traición circulándole en las venas como un veneno corrosivo, además, no es lo mismo ahogarse en su ponzoña y morirse en la calle como perro callejero que en una camita caliente y rodeado de todos los suyos, que dicen, es la muerte de los justos, y si el Dios de justicia es sabio, ése tal por cual no podrá gozar de un ápice de piedad a la hora de entregar su alma.
Lo que no les he dicho, queridos lectores, es que el hijo de su chinche madre, se aprovechó de una enfermedad del afectado, y como tardó muco tiempo en restablecerse, así que mientras se debatía entre la vida y muerte, el otro, abusado, abusivo y aprovechado, se dedicó a repartir los bienes, como si fuera un judío, es decir, dos para él, otros dos para su cuenta y todos los demás también, pero esta historia no termina ahí, ya que ambos están vivitos y coleando, y bien dice el dicho que las piedras rodando se encuentran, a ver qué pasa, lo que si queda muy claro es que de ese dinero nunca verá ni el color, pero juego que tiene desquite ni quien se pique, en columnas posteriores, daré más detalles al respecto.
Ya entrado en estos vericuetos de robos y cosas peores, esta semana les contaré otra villanía de un par de pillos que le pidieron prestado a un señor honesto para la boda de uno de sus hijos y nunca devolvieron el dinero, pero de eso les comentaré mañana o pasado, así que estén pendientes, queridos lectores, porque esto va estar que quema, por favor, los ardidos, vayan comprando una pomadita para las quemadas. Ya dije.
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