Nunca he puesto por encima de mi derecho a la libertad de expresión, el derecho a la información que tienen ustedes queridos lectores, y es que el periodismo es una vocación de servicio, no es un negocio común y corriente, no es que Chona y Juana se junten para poner un puestecito de garnachas afuera de su casa, ésta es una seria responsabilidad adquirida con la sociedad a la que todo medio de información, se debe , aún los candorosos periódicos murales de las escuelas primarias, ya no digo, los grandes rotativos de circulación nacional, y los domésticos, que dentro de sus modestos análisis y criticas ramplonas, tienen que ser espejos del acontecer diario, si no, sirven para dos cosas, y la historia del pueblo es tan joven, que hemos sido testigos del advenimiento de muchos diarios panegiristas que incluso nacieron muertos.
Una vez, sólo una vez, a mí me restringieron una columna, y eso fue hace 18 años, pero lo tengo tan presente, porque fui y me peleé con quien me había recomendado para ocupar una silla en tan prestigiosos periódico, haciéndome saber que no solamente me pagarían más, sino que tendría todos los privilegios que se me antojaran, y como yo, aunque muchos opinen lo contrario, nunca he sido codicioso, he sido, y lo reconozco, muy ambicioso, pero en otro sentido, que el dinero va y viene y nunca da la felicidad completa, pero ese es tema para otra columna, claro que acepté, primero porque había tenido una serie de problemas de dimes y diretes con la esposa de uno de los dueños, que la verdad, las chifletas no eran para tanto, pero ese fue el pretexto perfecto para cambiar de aires y entrar al mundillo intelectual de mi mentor.
Cuando llegué frente a él, le dije: “¿No qué iba tener todos los privilegios? Y uno de los que siempre gocé en mi anterior Casa Editorial fue el absoluto respeto a mi columna”, por supuesto que mi maestro y amigo, me dio la razón y de suspendido por tres días me doblaron el sueldo, me pusieron oficina y me fui de viaje como premio a mi valentía de exigir lo que por derecho me correspondía.
Esa vez era un chisme inocuo, es mas, creo que era una historia sabida por todo el pueblo, de un prominente empresario que tuvo amoríos con su secretaria y de esa relación oscura, tuvo un hijo, ya se sabe que de esos señores que sacan juventud de su cartera, siempre los hay, pero algunos corren con la suerte de tener esposas prudentes, sensatas y muy pacientes, que naturalmente se hacen de la vista gorda para no entrar en discolerías con pirujillas de poca monta, pero ésta, se sintió ofendida hasta la médula, incluso me mandó golpear, pero como yo siempre andaba protegido con chofer guarura, que antes no se usaba, pero gracias a que me tenían muy consentido, me cuidaban como si fuera de porcelana.
Esa vez, mi mentor le dijo a quien me había suspendido el suministro de tinta de mi pluma: “un director siempre debe estar a favor de su reportero” y socarrón, le cuestionó: “es verdad eso que él dijo de tu amiga” y su interlocutor le contestó: “si, es verdad” luego dejó el piano, y le dictó un discurso con voz de tribuno, respecto a “la petición de principio” pero la verdad, si por un lado le entraba, por el otro le salía, me dio la impresión que lo estaba escuchando por donde se le salía, pero ahí seguí una temporada corta, como un parche mal pegado, pero a la distancia del tiempo, me doy por bien servido, ya que otros colegas, a esa edad, y cualquiera otra, hubiesen querido, tener las experiencias que tuve, y sobre todo, tener al lado, a un ser tan brillante que me defendió de los demonios que andaban sueltos, y no lo digo yo, sino el tristemente célebre Ruiz Massieu que seguramente ya conoció a los demonios en persona.
P. D: Los Leones que dirige mi amigo Rubén López Escamilla andan muy atareados con la organización del baile de coronación de su reina, los felicito por este evento y aunque, por la familiaridad que siempre he sostenido con el club, no requiero de invitación para asistir en mesa de primera fila, siempre les agradezco que tengan esa cortesía para con un servidor. Ya saben que mi columna está a sus órdenes.
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