Se los he dicho en repetidas ocasiones, queridos lectores, la nota roja siempre dará de qué hablar, y este asunto de las niñas perdidas causó revuelo por obvias razones, primero, por lo que ya todos sabemos y todos callamos, luego, porque siendo unas ingenuas adolescentes llenas de candor, cualquier peladillo que las vieras solitas en la calle les podría haber faltado al respeto, pero lo patético del caso, es que sus angustiadas madres, las reportaron como desaparecidas, así que doble suspenso y se aumentó la dosis de zozobra.
Yazmín Silva Sánchez de 19 años y Nidia Leticia Benavides de 18, según la nota de Carlos Figueroa, permanecieron desaparecidas desde las tres de la mañana del domingo y aparecieron cinco días después, luego de una escandalosa aventura, en la que las niñas, aseguran, fueron secuestradas por un sujeto que las retuvo a la salida de la zona de tolerancia.
Si en lugar de ellas, las raptadas hubieran sido las hijitas de la sacrosanta hermana de mi abuela Chona, es decir, Susanita Guadalupe y Sanjuana Brigite, mi inigualable tía Tencha, habría puesto el grito en el cielo con su jaculatoria de batalla: Jesucristo Sacramentado ¡Aplaca tu ira! además, es tal la fe de doña Hortensia, que con el Jesús en la boca y el rosario en la mano, de seguro, hasta debajo de las piedras, las interfectas tendrían que haberse manifestado y en el remoto caso, situación improbable, ya que los ruegos de una madre afligida siempre llegan a los oídos de Dios, la inefable sacrosanta señora, hubiera recurrido a san Cucufato, un santo muy milagroso que hace aparecer las cosas perdidas, pero para que el mentado intercesor celestial, se ponga a chambear en el asunto, es necesario hacerle una advertencia, que ahora no puedo repetir, porque hay damas y niños presentes que son asiduos seguidores de esta columna, okei, se los voy a decir, pero ssshhhhhhh, en voz muy baja, para que no me oiga nadie: “san Cucufato, san Cucufato los guevos te ato, y hasta que no aparezca (aquí se cita el objeto perdido) los guevos no te desato” se recita esto mientras se hace un nudo en un pañuelo y se deja en un sitio olvidado, dicen que al poco rato la cosa aparece, es entonces cuando el devoto, fiel a la palabra dada al santo, debe desatar el nudo que simboliza los “desos” del santo.
Claro que cuando aparecieron las niñas, las mamás no quisieron averiguar nada, solamente murmuraban: gracias a Dios, gracias a Dios y aunque parezca extraño, también agradecieron a las autoridades competentes por su extraordinaria labor, eso fue lo más extravagante del caso, ya que nadie, nunca, ni siquiera cuando agarraron al asesino de pollos de la colonia Buenavista, les había agradecido una buena obra, y es que como son tan escasas sus nobles acciones, que nadie se acuerda de lo bueno qué hacen, pero en fin, yo creo que más bien fue la desesperación de las damas que hizo clímax en plena oficina de los ministeriales del estado, lo que orilló a la orilla (para no perder costumbre de tan finas y educadas personas) de la angustia a las mamás de las niñas perdidas.
En las pruebas impericiales, esas que a nadie hacen, solamente a las niñas bonitas, y yo no sé ni para qué diablos se las hicieron, pero ya se sabe que estos detectives a la mexicana, son como “El Comanche” muy celosos de su deber y en el antidoping que les practicaron, salieron positivas, así que un triunfo mayúsculo para los “polecías” que no supieron ni lo qué pasó con las niñas durante los cinco días que estuvieron en presunto cautiverio, pero si se enteraron de que habían estado consumiendo sustancias ilícitas de fabricación casera y dieron hasta el nombre de la marca de cerveza que estuvieron tomando, pero que no puedo transcribir porque si no, me cobran el comercial en las oficinas administrativas del Líder, pasado el susto, luego de que las aguas tomaron otra vez su nivel, una camioneta protegida (¿?) por la Policía Ministerial del Estado les dio un raid al puente donde las esperaba el sheriff del condado.
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