Ivian Lunasol Sarcos, una guapísima chica venezolana
de 21 años, cuyo color de piel nacarada, bien merecería una canción del músico
poeta Agustín Lara, y es que, parece que le dieron el tono exacto con una
aspersora de pintura Comex, sólo por ese matiz en su regia anatomía, hubiera
ganado el concurso Miss Mundo que tuvo a bien celebrarse en Earl’s Court Two de
Londres, por cierto, dicho certamen, que es el segundo en importancia en el
planeta después del Miss Universo propiedad del copete de sobaco rascado de
Donald Trump, y que me perdonen los que me han enviado comentarios a mi Blog,
en el sentido de que, Viviana, a la que yo publiqué en una anterior columna
como la “reina sin corona”, estaba demasiado cirujiada, pero eso por sabido se
omite, si ya ninguna de las señoritas participantes en dichos eventos, asisten
como Dios las trajo al mundo, es decir, sin haberse retocado sus espléndidas anatomías
por un especialista del bisturí, de hecho, nunca más la belleza podrá volver a ser
natural luego de que gracias a las bondades del maquillaje, las pestañas
postizas y los afeites que usan, las mujeres quedan transformadas en verdaderas
muñecas de porcelana, con tantos menjurjes se pueden cubrir desde cacarizos de
viruelas o granos como volcanes, pero ahora con el triunfo de esta preciosísima
venezolana, he comprobado una vez más que soy buen juez para apreciar la
belleza, ya que, Vanessa, era la ideal para ceñirse la corona, no digo, no, que
la negra angoleña, no sea un digno ejemplo de la hermosura africana, si hasta
eso, les juro por ésta (y si es albur), que quedé muy conforme con el dictamen,
bueno, pero ese concurso ya es historia pasada, y conste que no me senté a ver
el evento las dos horas que duró por televisión, sino que, estando pisteando con
mi cuñado Elías, de pronto entré a la recámara de mi hermana Ana Lilia, y ella
estaba viendo el programa de La Voz que es otra mugre televisiva del Canal de
las Que Enseñan, nada más que le arrebaté el control a mi carnalita, y le di
una vuelta a la programación, hasta que me topé con el concurso que según datos
proporcionados por la metiche de mi tía Tencha, fue visto por más de mil
millones de personas en 150 países, Ivian Lunasol mide 1.79 y ya trepada en sus
zapatillas llega casi a los dos metros, su simpatía, gracia y sencillez también
le ayudaron a que el público se pusiera en pie cada vez que aparecía en el
escenario, realmente y sin que me gane la pasión, ya que, como todos ustedes
saben, queridos lectores, soy amoroso de la cultura venezolana, adoro a su
gente y me considero un fanático de esa tierra tan linda, no sé ni en qué
momento ocurrió, pero la mitad de los miles de seguidores que tengo en Twitter
son de ese rumbo del planeta, el único “pero” que le pongo a la nueva reina, es
que le gusta Ricardo Arjona, y digo, habiendo tantos buenos músicos, tantos
estupendos cantantes, se vino a fijar en este guatematelco bueno para nada que
ni canta, pero ni modo, no todo es perfecto en esta vida, aunque lo que si me
pareció lógico es que sea fan de Alejandro Sanz, que el español, a pesar de que
se está quemando como juez en La Voz, es un verdadero poeta que musicaliza los
dictados de su sensible alma, el vestido que portaba esa noche llena de su esplendorosa
hermosura, no era precisamente el mejor de la gala, pero, francamente, si
hubiera desfilado en un atuendo de manta, igual hubiera lucido fantástica, en
fin, que siempre es grato dar buenas noticias y más si se trata de mujeres
bonitas, ahora a ver que me mandan decir los que estuvieron contrarios a mi
punto de vista acerca de la gran perdedora de Miss Universo 2011, espero que me
manden decir lo que opinan acerca de esta nueva reina de belleza de Venezuela para
el mundo, y ojalá que quiten a la naca de la Lupe Jones de Nuestra Belleza
México, que nada más puras vergüenzas nos ha hecho pasar en los eventos
internacionales. Ya dije.
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