Ya se nos vino el frío encima, la noche del sábado, mientras
andaba en la calle, de pronto, así como si todos los vientos se hubieran puesto
de acuerdo para un aquelarre, se arremolinaron en los espacios del cielo y se
concentraron en molotes de polvo, hojas y basura, este cambio del clima,
trastocó mis planes de diversión, y es que, me había puesto de acuerdo con unos
amigos para asar un huesito, pero ni modo que con el aironazo pudiéramos
prender la lumbre para el carbón, lo que hicimos fue quedarnos encerrados en la
casa para ver la pelea de El Canelo, al que francamente, su contrincante le duró
muy poco, según mis profundos conocimientos del pugilismo, el tal Kermit Cintrón,
era un bulto con dos patas que no reflejaba su buen cartel, ni a melón le supo,
también es cierto, que el cabeza de cerillo, no es el boxeador que el mundo
esperaba, y por lo que se pudo observar en la vacía plaza de Toros México, no
tiene el carisma para arrastrar multitudes, no es lo mismo un canelito que un
Julio César Chávez, es verdad que Televisa lo ha arropado bajo sus cámaras y
reflectores para crear una figura mediática, solamente que le falta mucho para
convertirse en un ídolo de masas, como la pelea no merece que le dedique una
línea más, mejor les comentaré que don Egidio Torre Cantú brindó a los
tamaulipecos su primer informe de gobierno, por supuesto que yo no estuve
invitado, si tampoco soy tan importante para que personajes de tan altas esferas
se tomen el tiempo para extenderme una participación a sus eventos, el
mandatario estatal, en uso de la tribuna, dijo: "Nuestra entidad
federativa vivía tiempos difíciles, muy difíciles", yo, que evidentemente
no soy analista político, sino un simple escribidor de hechos cotidianos, pero
en viendo todo lo que ha ocurrido durante los años recientes en nuestra región
que ya no puede dormitar a la margen del río, tengo que reconocer que la antes
paralizada economía, poco a poco, como un gigante desperezándose, se ha
levantado, dando traspiés, pero, por lo menos, se percibe en las calles un
nuevo entusiasmo, el centro, que es por donde más transito trepado en el carro
de mi cuñado Elías, se puede observar que hay más negocios dispuestos a salir
adelante, no sé, quizás soy demasiado optimista, pero tampoco me voy a quedar
en la depresión traumática de la inseguridad que existía antes, notable avance en
el estado dicen los alcaldes tamaulipecos, en franco apoyo a la administración
de don Egidio, y la verdad, es que, en eso estoy de acuerdo, al menos ya se
puede salir con cierta tranquilidad a las calles, no digo, no, que Nuevo Laredo
sea Pueblo Quieto, pero antes, hace un año, bajo la sola idea de aventurarse a
las calles, uno empezaba con contracciones peristálticas de pánico, yo no soy
experto en el asunto, pero les aviso, tanto a Benjamín Galván y a don Egidio
Torre, que lo principal en un gobierno es proporcionar paz, bienestar y
seguridad a sus gobernados, conste que no soy lambiscón a sueldo, les digo, que
conforme ha discurrido el tiempo, el ambiente se siente menos erizado de
violencia, gracias al Dios de Israel y a la virgencita de Guadalupe de la cual
soy fiel devoto, todo parece volver a la normalidad, les digo a ustedes,
queridos lectores, que hay que volver a salir a las calles, que no hay que
vivir con temor, no podemos quedarnos encerrados en nuestras casas, que la vida
está allá afuera, hay que aprender del ejemplo de los supervivientes de la
civilización, en fin, que todo parece transcurrir para mejorar en todos los
sentidos, tampoco tenemos que despreocuparnos y salir a la calle como El
Borras, supongo que es necesario tomar precauciones para que nos pase lo que al
perico, y ya se sienten aromas navideños, pero no hay que comerse todo lo que
nos pongan enfrente, aunque sean sabrosuras golosas, o será, que eso es lo que
me ha dado la oportunidad de sostenerme en mi peso, ser 29 de cintura y no
tener pecados culposos, hay detener a tiempo el apetito, para luego, no pagar
las consecuencias. Ya dije.
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