Dice el dicho que: “No hay mal que por bien no venga”, pero francamente
yo prefiero que me vengan puros bienes, digo, si tengo que elegir entre dichas
o calamidades, no soy tan menso para preferir los males aunque sean por mi
bien, una de las frases más sobeteadas en las vidas de algunas personas, es esa
del filosofo alemán Federico Nietzsche: “lo que no te mata te fortalece”, y lo
dicen poniendo la jeta como de molleja de pollo, lo peor no es eso, sino que, quienes
lo expresan con rotundidad, ni siquiera se lo creen, la realidad es que la vida
no te suministra vacunas ni te inocula venenos; hay veces que te toca bailar
con la más fea y ni modo que las circunstancias adversas te blinden el alma
contra los avatares, supongo que es una manera de curarse en salud, ya que, es
bien sabido que cuando te toca te toca aunque no te pongas en el tocadero, el
otro día, iba circulando en el carro acompañado de mi sobrino Fernando, y vimos
pasar una convoy de soldados, no por temor a sus buenas personas, pero le
advertí a mi pariente que en lugar de irse derecho por la Mina le sacara la
vuelta por la Reynaldo Garza, y es que, los celosos guardianes de su deber patriótico,
ya no distinguen entre la gente decente y los malandros, yo sé, que mi apostura
es de un personaje de altos vuelos, nada más que de aquí a que se asomen al
mueble para verificar que no haya estupefacientes y entre que son peras o son
perones, seguro estoy de que nos hubiesen bajado para esculcarnos hasta la
cajuela, por suerte, pudimos esquivar el mentado retén, conste que yo no soy
narco, es más ni siquiera soy capaz de tomarme una aspirina para el dolor de cabeza,
porque soy de mente tan débil y nervios tan tirantes, que con los analgésicos,
aun los más inocuos, sueño tan espeluznantes pesadillas que al día siguiente me
paro de la cama con pulso de maraquero de la sonora Dinamita, tal vez, es que
soy muy aprehensivo, pero si a los políticos les da miedo la gente en las
calles, a mí, me causan escozor los patrullajes de los sorchos, lo malo es que,
pagamos justos por pecadores, estos tienen la misma escuela de Porfirio Díaz: “madréatelos
en caliente y después averiguamos”, no sé, habrá que preguntarle a un jurista
si eso qué están haciendo es legal, porque se han envuelto en la corriente del “sospechosismo”
y todos los ciudadanos de a pie somos culpables hasta que no se demuestre lo
contrario, yo lo vi con estos deslumbrantes OjOs que Dios me dio, y que, --desgraciadamente--,
algún día, se los habrán de comer los gusanos, los integrantes de uno de esos
convoys bajaron a todos los ocupantes de una camioneta y no tuvieron empacho en
apear a los niños y a los viejitos, no quiero sonar a viejillo moralista, pero quisiera
saber cuál es el criterio que emplean para decidir quiénes son susceptibles a
una revisión exhaustiva y quienes no, lo
malo es que nadie dice nada al respecto, es decir, si te toca el topetón ya te
chingaste; o te lleva la tía de las muchachas o la abuelita del muchacho gacho,
les juro por Dios que me mira, que no soy tan miedoso como se alcanza a percibir
entre líneas, si yo estoy de acuerdo en lo que dice José Alfredo en su canción:
“la vida no vale nada”, pero la de los otros, es mentira que todos seamos Juan
sin Miedo, si la vida no retoña de antojo, en fin, espero que si tienen que
andar patrullando la ciudad, que sean cautos con las revisiones, que hagan lo
que la prudencia aconseja, y si observan a una ancianita que usa andadera para
poder sostenerse en pie que no la obliguen a bajarse del carro, finalmente, son
servidores públicos, es decir, los sueldos que devengan, aunque sean raquíticos,
provienen del pueblo al que deben proteger y servir, conste que no me opongo a
que realicen su labor vigilante, si los moradores de este solar norteño, de eso
pedimos nuestra limosna, solamente les exijo que sean lo menos intrusivos a la
paz de la gente de bien. Ya dije.
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