Papá cumple ochenta años, el mero día de santa Cecilia la
patrona de los músicos, don Chilo nació en el Año del Señor de 1931, y yo, estaba
dispuesto a confeccionar en su honor una columna especial, pero teniendo
escrito un artículo anterior en el que lo describo de cuerpo completo; con carácter,
estilo, y como dice el grandioso Quevedo, en todo su Genio y Figura, me parece
que ése texto, a reserva de lo que opinen ustedes, queridos lectores, no tiene
desperdicio, mi apá está fuerte como un roble, aunque padece los achaques
propios de su edad, de manera inaudita, aún no pinta canas, y es dueño de una
memoria envidiable, se acuerda de fechas exactas de proezas del beisbol, en su
calendario mental, lleva la contabilidad exacta de los días que ha vivido y de
los que quiere vivir, cuando, de broma, socarrón como es mi proclive manera de
ser, le digo que lo veo muy jodido y que ya está en la cuenta regresiva de su
dosis de vida, revira para avisarme, como decreto espiritual de Gran Patriarca:
“Yo me voy a morir tres días antes de que me dé mi chingada gana”, Tolstoi, en
su Ana Karenina, dice, que: “todas las familias felices son iguales, pero las
infelices lo son cada una a su manera”, en el caso de mi padre, y lo declaro
sin temor a equivocarme, nunca se ha quejado de las circunstancias adversas que
le ha tocado vivir, ni siquiera se doblegó el día en que murió la compañera de
toda su vida, es verdad que se le miraba cabizbajo en actitud meditabunda, sumido
en sus recuerdos, la verdad es que es un viejo sabio que ha sabido reconocer
los alcances de Nuestro Señor, que ÉL nunca se equivoca en sus altos designios,
y no se mueve la hoja del árbol sin su expresa voluntad, no digo, no, que sea
la reencarnación del santo Job, que como hombre, ha de haber tenido sus
tropiezos, pero nunca ha renunciado a su fe que nunca ha demostrado
abiertamente, porque mentiría si dijera que es un beato rezandero de esos de doble
moral, hay días en que amanece cansado, que le duelen sus añejos dolores espirituales,
pero rescata fuerzas de su optimismo para no dejarse abatir por nimiedades del
pasado, que ése, sirve para lo que sirve, para que en las huellas del camino
andado, del vaivén del tiempo, a veces vertiginoso, otras, apacible, regresar a
plantarse en el presente que ese es el único modo de disfrutar cada instante
que transcurre con meticulosidad de Cronos, no es ambicioso de vida, lo que
equivale a que no se arrepiente de nada, y que no se le ha quedado nada por
hacer, todavía como ejemplo que palpita, se va todos los días a Lonas
Villarreal, para disfrutar a sus amigos, le encanta la plática, y Ramiro
Villarreal el propietario de dicho negocio, lo consiente, lo cuida, lo protege,
y a mí, me gusta que vaya a distenderse el alma, a gozar de la compañía de
quienes lo quieren bien, como colofón de esta Guillotina, en el preludio de su
fiesta de cumpleaños, que se la celebraremos en el generoso hogar de su primogénito
Tobi, y en homenaje a su trayectoria impecable, si ustedes, asiduos fans, me lo
permiten, le dedicaré la siguiente canción que es un himno.
Es un buen tipo mi viejo que anda solo y esperando, tiene la
tristeza larga de tanto venir andando. Yo lo miro desde lejos, pero somos tan
distintos; es que creció con el siglo, con tranvía y vino tinto. Viejo, mi
querido viejo, ahora ya camina lerdo, como perdonando el viento. Yo soy tu
sangre, mi viejo; soy tu silencio y tu tiempo.
Él tiene los ojos buenos y una figura pesada, la edad se le
vino encima, sin carnaval ni comparsa. Yo
tengo los años nuevos y el hombre, los años viejos; el dolor lo lleva adentro y
tiene historia sin tiempo. Viejo, mi querido viejo, ahora ya camina lerdo, como
perdonando al viento.
Yo soy tu sangre, mi viejo; soy tu silencio y tu tiempo. Yo
soy tu sangre, mi viejo; yo soy tu silencio y tu tiempo.
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