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sábado, 12 de noviembre de 2011

Ciao Silvio, Ciao.


Me han corrido de varios periódicos, incluso me han arrebatado lo que de manera legítima me correspondía, pero les aseguro, queridos lectores, que nunca me he defendido con ataques soeces, y es que, jamás de los jamases he impuesto mi presencia en ningún sitio, sino me quieren les he dado las gracias y he salido por la puerta de la calle, supongo que de los ardidos se sirve el innombrable, y yo, que soy un cristiano devoto de la virgen de Guadalupe, no me fío del chamuco ni siquiera para un desquite, finalmente Dios sabe porque hace las cosas, eso sí, no soy dejado de nadie, ni pendejo de cualquiera, dicen, los que saben, que el carácter de una persona se va forjando con sus circunstancias, tal vez, eso mismo es lo que me ha pasado, que como no tengo malos hígados, las bajas pasiones me pasan por encimita, nunca y cuando digo nunca es nunca, he sentido eso que algunos llaman odio y es que el odio es una pasión de tiempo completo y yo me levanto tan tarde que no tengo tiempo para odiar a nadie, no critico si alguien lo hace, pero si antes te serviste de esa gente, es innoble echarle los perros encima, como en el caso de Berlusconi, el López Portillo italiano, la única diferencia que éste siempre ha sido un prominente hombre de negocios y dueño de media ciudad peluche, y nuestro gachupín ex presidente, tuvo fama, poder y fortuna hasta que se sentó en la empoderada silla, me refiero a lo del odio porque ahora resulta que todos los que se sirvieron de su enorme influencia benéfica, lo están atacando duro, macizo y a la cabeza, yo siempre he considerado que a los que han gozado del inmenso influjo sobre las masas y han disfrutado de las mieles de la política haciendo y deshaciendo, deberían de condenarlos al destierro ermitaño, no quiero que lo vayan a malinterpretar, asiduos fans, me refiero a un exilio permanente pero en su propia patria, es decir, que los sentencien al confinamiento perdurable sin estar encerrados, que no vuelvan jamás a la vida pública, que no hagan declaraciones, que no trabajen ni en sus empresas, que no vayan por el mundo dictando magistrales conferencias de grandes estadistas, que se queden en la domesticidad de sus vidas cotidianas, Berlusconi se tardó mucho en salir, tal vez, si hubiese leído a tiempo el poema de Renato Leduc, que dice lo de desatarse a tiempo, otro gallo le hubiera cantado, no que sus detractores se mofaron de su caballeresca persona afuera del palacio de gobierno gritándole: “payaso, payaso, payaso”, de lo que no había ninguna necesidad, además, el club de la mano amiga contrató una orquesta para que le tocara Las Golondrinas italianas, bueno, en realidad, no fueron las golondrinas, sino El Mesías de Haendel, por lo menos la despedida estuvo musicalizada, a lo mejor, le faltó un mariachi para que le tocara “La Negra”, siendo como es, un viejillo rabo verde, al que le apodaban El Sultán porque el harén que sostenía bajo su tutela era tan variopinto que igual tenía veinteañeras blancas, negras, amarillas, rojas y de todos los colores, tipos y nacionalidades, en fin, que el sainete romano es uno de mis favoritos, a ver qué es lo que dan a conocer de las fiestecitas de don Silvio, supongo que habrá muchos videos y fotos al respecto, de seguro con dichas imágenes llenarán las portadas y las páginas interiores de los magazines que de eso piden su limosna, aunque el ex Primer Ministro todavía está gozando de cabal salud, nadie querrá observar las fofas carnes del septuagenario, pero qué tal los cuerpazos de las bellas donnas, conste que donnas en italiano significa mujeres, no vayan a creer, asiduos fans, que se trata de panesotes con hoyos de aire, según lo que ya se sabe al respecto, el potentado de las comunicaciones organizaba unas bacanales de órdago de todos contra todos y sálvese el que pueda, espero tener la oportunidad de asomarme a esas pachangas aunque sea en video. Ciao Silvio, Ciao.      

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