Nadie se baña dos veces en el mismo río, eso dice Heráclito,
pero López Obrador, ya se ha ido al baño más de tres, y es que, en la tan
llevada y traída encuesta, de cinco preguntas, AMLO ganó en tres, aunque
francamente, eso de los sondeos nunca lo he entendido a cabalidad, esa pregunta
tan rara, de: “Cuál es su opinión hacia los personajes que les mostraron” puesta
así, hasta parece que a los encuestados les dieron lápiz y papel para realizar
un ensayo acerca del candidato de su preferencia, la otra está peor: “De un
grupo de cinco por quién nunca votaría”, ese reactivo es mañoso, porque eso no
indica nada, a menos de que sea por eliminación, es decir, que gane el que
quede con menos votos en su contra, en este caso, el triunfador resultó Ebrard,
un poco más tarde, en los discursos de palestra, esos que me caen en las puntas
de las muelas, lo que se puede leer entre líneas, lo que mis profesores de periodismo,
decían que era el mensaje connotativo, es que todos quedaron muy contentos con
el resultado, pero que, algo quedó en la nebulosa atmosfera del enrarecido aire
que respiran los zurdos… “La izquierda dividida sólo iría al precipicio”, dijo
Ebrard quien aseguró no andaría terqueándole para exigir elecciones internas en
diciembre, la verdad es que eso es lo mejor, porque una guerra intestina sería
lo peor que le pudiera pasar al ya de por sí, fracturado izquierdero, que ahora
si va con todo en el asador para el 2012, esta es la vencida, lo que me dio
mucha risa fue que el Peje le dijera “Ulises el de la Odisea” a su carnal
Marcelo, de verdad el tabajqueño sabrá quién es Ulises el de Homero, yo conozco
el personaje, pero no le veo ningún similitud con Ebrard, a menos de que se
haya confundido y se refiera a La Penélope, la fementida fémina que tejía la
colcha en las mañanas y la desmadraba en la noche, quesque pa’no casarse con
uno de la derecha, el Peje describió al jefe de gobierno del D. F como un buen
amigo y un dirigente político excepcional, pues será el sereno y lo dirá nada
más para quedar bien, pero la capirucha de ser la ciudad más insegura de México
y una de las más culebras del mundo, bajo la férula implacable de Marcelo, --y
de Mancera-- se ha transformado en Pueblo Quieto, bueno, no tanto así, pero, al
menos, ya no asaltan a la luz del día ni se andan agarrando a balazos de carro
a carro en pleno Paseo de la Reforma: “Ebrard ha demostrado con hechos poner
por encima de sus legítimas aspiraciones, los anhelos de miles de mexicanos de
que con a unidad de izquierda se facilite, sea posible las transformación de la
vida pública”, este párrafo es digno de enmarcarlo en letras de oro, o por lo
menos espolvoreados con diamantina, a eso, Marcelo, con los lentes empañados
por la emoción que lo embargaba, respondió: “No seré yo nunca quien conduzca
las posibilidades de cambiar el rumbo de México al fracaso. Acepto y acato los
resultados de las encuestas. Cumplo lo que he dicho, así sea la diferencia que
sea, pequeña o no. Hago honor a mi palabra con dignidad y optimismo”. Esos son
hombres y no cabrones le hubiera gritado mi abuelo Pancho Alonso Valdivia, entretanto
López Obrador, con el pelo que parece eternamente enjabonado de tan canoso que
está, con sonrisa de alguien que se acaba de sacar la lotería, espero en Dios
que no haya sido la de Babilonia, en donde Borges dice que la vida es un infinito
juego de azares, con su sonsonete tropical, con dicción de perro pulgoso, declaró
a voz en cuello: “Manifiesto que voy a participar en la contienda electoral de
2012. Lo haré con apego a las decisiones que adopten de acuerdo a sus estatutos
los partidos progresistas PT, PRD y Movimiento Ciudadano y de conformidad con
los tiempos y procedimientos que establece la Ley Electoral vigente”. Marcenelope,
como en la Iliada, sigue tejiendo y destejiendo la colcha para seguir esperando
paciente su oportunidad de sentarse en el trono sexenal. Ya dije.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario