No hay nada que provoque más regocijo a mi contrita alma,
que leer la réplica de alguno de ustedes, queridos lectores, y es que, este
oficio de escribidor que es tan público, paradójicamente, es muy solitario,
también es cierto que la soledad es agobiante, pero es la única forma posible
de hilvanar las palabras, aunque hay colegas muy duchos que pueden sentarse a
escribir ante el barullo de la multitud, la verdad es que esos son muy pocos, hace
unos días, comenté que me parecía que el parque Mendoza es una boca de lobo,
por tanto, las penumbras sirven para que los maleantes se refugien en los
rincones para hacer de las suyas, no que sea un gran deportista, pero me había
dado por salir a caminar a ese paraje, nada más que los vapores medicinales de
la marihuana se atravesaban en oleadas a cada paso que daba, naturalmente que
como no soy temerario, nunca me aventuré a presentarme solo en dicho espacio
público, me juntaba con dos o tres personas para que si uno de esos cabrones
viciosillos se armaba de valor para salir a nuestro encuentro, no le fuera tan
cómodo lanzarnos el primer madrazo, tengo
que ser honesto y decir que jamás me atracaron, pero al percibir el inminente
peligro que corríamos al correr en el parque, decidimos trilateralmente y al
unísono, ya no regresar al parque, y es que, aunque hay una caseta de
vigilancia, no hay vigilantes, no digo, no, que deberían de poner
guardaespaldas a cada visitante, pero sí, que al menos, asignaran una patrulla
para que se dieran sus vueltas, supongo que con tanta gasolina como la que
gastan en andar chacoteando por esas calles de Dios, podrían, los guardianes
del orden, de vez en cuando, asomarse al parquecito para echar en corrida a los
vaguillos sin oficio ni beneficio, antes, muy antes, a diario se percibía
movimiento de gente, y es que, al interior del Mendoza había puestos fijos de
vendimias, pero ahora ni eso, pero les advertía, asiduos fans, en el inicio de
la presente columna, que me da un recabrón gusto recibir envíos a mi domicilio
electrónico, como en el caso del dilecto historiador don Raymundo Ríos Mayo, a
quien no tengo el gusto de conocer personalmente, pero desde que ingresé a la
nómina de estupendos colaboradores del LíderInfromativo, ha sido un recurrente
comentarista de cada tema de su interés, y para dar acuse de recibo a su amable
opinión, les transcribiré dicho mensaje, no sin antes decirle que en todo lo
que expresa, estoy totalmente de acuerdo, además, agradeciéndole, que en su
atalaya de investigador, se tome el tiempo de darme réplica tan docta.
Acabo de leer su columna “La desfundación de Nuevo
Laredo” y en relación al parque Narciso
Mendoza de nuestra Colonia Hidalgo, primeramente me llamó la atención los trabajos que se iniciaron en el lado sur-poniente
del parque y después leí que el Ayuntamiento está construyendo un RESBALADERO
GIGANTE, equivalente al tobogán gigante del Parque Viveros. Me parece que no es
la época del año en que convenga esta construcción, puesto que el invierno
impide a los niños acudir a esa clase de distracciones y además, lo que estimo
fundamental, es que se está utilizando una gran parte del espacio del terreno
del parque para una sola zona de
diversión, en lugar de haberse construido un parquecito de beisbol u otro tipo
de juegos infantiles. Recordemos que en 1917 en el terreno que hoy ocupa la
casa que fue de Don Juan de Dios Hinojosa Cisneros, estuvo el primer parque de
beisbol de Nuevo Laredo y que es necesario proveer de espacios abiertos para
que los niños hagan ejercicio. Ojala que la remodelación que se anunció de la
Biblioteca “Fidel Cuéllar González” se realice con los adelantos técnicos
actuales para que los alumnos de la Escuela “Revolución” y la escuela “Profesor
Cosme Perez” puedan tener acceso a ellos y mejorar sus conocimientos. Espero que
estos comentarios sobre nuestra Colonia Hidalgo sean de su aprobación.- Reciba
mis atentos saludos.- RAYMUNDO RIOS MAYO
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