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miércoles, 30 de noviembre de 2011

Carta a mi tío Chon y primos


Quiero que sepan, tío Chon, Lili, Adriana, Poncho, Licha que me dio gusto verlos, aunque fuera en tan dolorosas circunstancias, en los precisos instantes en que devolvíamos al cielo a una mujer tan buena, que sufrió tanto y no se quejó nunca, tal vez porque sabía que su misión en la tierra era sonreír aunque la vida le diera puñaladas.
Una tarde recibió una brutal noticia que pudo matar a cualquiera, pero no a ella, su hijo, un jovencito que apenas iba creciendo para hacerse hombre, le fue arrebatado de sus manos por la cínica muerte, así, sin previo aviso, sin premoniciones, pero ella, en lugar de llorar hasta quedarse hueca como una flor sin aroma, desafió al destino y se aferró a vivir para proteger y tratar de hacer felices a todos los seres que amaba, comprendió que su hijo Rorro, había emergido de su vientre, pero que no era solo cuerpo sino también alma y realmente nunca lo extrañó, porque su niño jamás se fue de su lado y es que se quedó a vivir dentro de ella, acurrucado en un rinconcito de su adolorido corazón.
Mi tía Mague nunca se quejó de nada, siempre transmitía alegría que se desbordaba en anécdotas chispeantes, en comentario simpáticos, nunca ofensivos ni para dañar a persona alguna. Jamás he conocido a nadie tan rico como ella, porque disfrutaba de lo que tenia y he conocido a gente que no le hace falta nada que se pueda comprar con dinero, pero viven con el alma vacía y huérfanas de ternura, y la bondad de mi tía Mague no tenia litorales, abrazaba a los suyos para protegerlos de todo mal.
Era una mujer, cuyos vestidos, esas batas de algodón con chanclas de hule, le daban a su aspecto, una abnegada nobleza que matizaban sus finuras espirituales, y es que, su elegancia estribaba en la tibieza de sus manos, en la suavidad de sus ademanes, en sus palabras tiernas hasta en esos vocablos que no insultaban sino más bien describían una situación en acentos malsonantes pero nunca injuriosos, esa era la forma de ser de una mujer con los ojos llenos de sol que alumbró nuestra existencia con la radiante luz de su mirada. Tío y primos, reciban un abrazo arropado con mi cariño y usted tía Mague, todo mi amor. Fernando Tovar Alonso.

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