Quiero que sepan, tío Chon, Lili, Adriana, Poncho, Licha que
me dio gusto verlos, aunque fuera en tan dolorosas circunstancias, en los
precisos instantes en que devolvíamos al cielo a una mujer tan buena, que
sufrió tanto y no se quejó nunca, tal vez porque sabía que su misión en la
tierra era sonreír aunque la vida le diera puñaladas.
Una tarde recibió una brutal noticia que pudo matar a
cualquiera, pero no a ella, su hijo, un jovencito que apenas iba creciendo para
hacerse hombre, le fue arrebatado de sus manos por la cínica muerte, así, sin
previo aviso, sin premoniciones, pero ella, en lugar de llorar hasta quedarse
hueca como una flor sin aroma, desafió al destino y se aferró a vivir para
proteger y tratar de hacer felices a todos los seres que amaba, comprendió que
su hijo Rorro, había emergido de su vientre, pero que no era solo cuerpo sino también
alma y realmente nunca lo extrañó, porque su niño jamás se fue de su lado y es
que se quedó a vivir dentro de ella, acurrucado en un rinconcito de su
adolorido corazón.
Mi tía Mague nunca se quejó de nada, siempre transmitía alegría
que se desbordaba en anécdotas chispeantes, en comentario simpáticos, nunca
ofensivos ni para dañar a persona alguna. Jamás he conocido a nadie tan rico
como ella, porque disfrutaba de lo que tenia y he conocido a gente que no le
hace falta nada que se pueda comprar con dinero, pero viven con el alma vacía y
huérfanas de ternura, y la bondad de mi tía Mague no tenia litorales, abrazaba
a los suyos para protegerlos de todo mal.
Era una mujer, cuyos vestidos, esas batas de algodón con
chanclas de hule, le daban a su aspecto, una abnegada nobleza que matizaban sus
finuras espirituales, y es que, su elegancia estribaba en la tibieza de sus
manos, en la suavidad de sus ademanes, en sus palabras tiernas hasta en esos
vocablos que no insultaban sino más bien describían una situación en acentos malsonantes
pero nunca injuriosos, esa era la forma de ser de una mujer con los ojos llenos
de sol que alumbró nuestra existencia con la radiante luz de su mirada. Tío y
primos, reciban un abrazo arropado con mi cariño y usted tía Mague, todo mi
amor. Fernando Tovar Alonso.
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