miércoles, 15 de junio de 2011
Senadores sibaritas
Hasta un reloj descompuesto da la hora dos veces al día, pero ahora resulta que estos senadores de la Cámara Alta, en lugar de dar aunque sea dos resultados positivos a la ciudadanía, que para eso se les paga, se han dedicado a comer en mesas cubiertas con manteles de seis hilos como si fueran cardenales, no estaría del todo mal si este pauperizado país no estuviera en franca bancarrota, con eso de que este es el año de Hidalgo no quieren dejar un peso partido por la mitad, naturalmente que entiendo su alta jerarquía, digo, tampoco se trata de que coman guajolotas con atole de arroz o gansitos con soda de naranja, ni que fueran albañiles, solamente que nuestros ínclitos legisladores todavía están viendo la tempestad y no se hincan para implorar perdón por sus pecados de gula, miren ustedes, queridos lectores, según noticias que se han publicado a través de los medios difusores de noticias, los prohombres de la nación, de enero a marzo de este año se han comido dos millones y medios de pesos de viandas a cargo de nosotros los infelices paga impuestos, los mismos que estamos en Jauja según Cordero, al que, por cierto ya le ordenaron callarse la boca para hacerse promoción por su presunta inminente candidatura a la presidencia de México, por lo menos, en horas de trabajo, es decir, cuando ande en sus funciones de secretario de Hacienda, supongo que no hará caso, si estos azulitos son puros Gabinos Barreras, y yo los entiendo, están quemando sus últimos cartuchos, como bien lo dijo Fox, ahora si pueden decir y hacer lo que se les hinchen las ganas, que al cabo ya se van del poder, agárrense de la brocha, asiduos fans, que me voy a llevar la escalera, los 128 senadores, que no se refiere a que cenen mucho, sino a su cargo que se deriva del vocablo senectus que significa viejito en latín para designarlos como personas de gran sabiduría, tienen chefs a su disposición las 24 horas del día, si, así como lo leen, no conformes con eso, todavía encargan bocadillos delicatesen para aplacar la lombriz, que van desde sushi, carnes frías de la mejor calidad, camarones, carnes selectas y vinos espumosos para arrempujarse lo que se echan a la boca, por supuesto que tienen un saloncito VIP dispuesto para recibir invitados, que no son otros, que sus propios asistentes, que van desde asesores, secretarias, choferes y guardaespaldas que no se privan de nada, ya que, como sus patrones son los meros meros petateros, pues no es cosa de que salgan a comer taquitos sudados o tortas compuestas, si para eso cuentan con su guardadito para gastar en lo que mejor les convenga, las varias decenas de millones que se consumen en alimentos y bebidas, es pecata minuta, como bien lo decía mi ex jefa la distinguida Dra. Gina Zuno, lo grueso de sus gastos son sus sueldazos, amén de las prebendas y canonjías que por su patriótica investidura se les otorgan para que sigan chambeando en beneficio de los mexicanos todos, la verdad es que algunos de nuestros doctos legisladores están tan gordos, que deberían de ponerse a dieta, aunque quien sabe si sea buena idea, no se les vaya a ocurrir instalar un gimnasio en algunas de las oficinas del sagrado recinto de la nación y como los reporteros que cubren la fuente también reciben su pizcachita, no dirán nada, hasta que salga la camada actual, digo, mínimo les dan el valecito de gasolina, despensas y boletos pa’l metro, si aquí, en el globero pueblo, la mayoría de los periodistas reciben sus sobrecitos, conste que yo nunca he sido de esa calaña, a mí, el único que me paga y me paga bien, es mi editor, que en la realidad, ese debería ser el único pago que los del oficio de escribidores recibamos por nuestra labor de informar, entre tanto, los golosos senadores, seguirán comiendo de los frutos del mar más exquisitos, de las frutas más rozagantes de la huerta del paraíso y de las carnes frías de mayor calidad provenientes de ultramar, que no es mala palabra, sino una muy pomposa que describe lo que procede del otro lado del mar, finalmente, ellos son los que hacen las leyes, y si hay algún osado que se atreva a desafiarlos, pues configurarán otra ley para hacer valer su legítimo derecho de sibaritas gorrones.
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