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martes, 7 de junio de 2011

La historia oficial

Yo no soy historiador, mucho menos investigador, pero siempre me ha apasionado el tema de los hechos pasados, tal vez por mi inclinación natural a la crónica cotidiana, en realidad, esa es la única fuente de donde debe manar la información circulante, ya que, aunque a muchos les parezca absurdo, considero que todo cuanto ha ocurrido en el pueblo, debería de ser rescatado por los encargados de ese importante rubro en nuestro ámbito social, incluso, considero que deberían de meterle más dinero para que don Raymundo Ríos Mayo y su pléyade de magníficos historiadores tengan la posibilidad de sentarse a confeccionar los capítulos contemporáneos de los sucesos de nuestro globero y tierrero pueblo, porque a estos funcionarios nuestros se les acaba el poco dinero que se cuenta en las arcas municipales en puras pendejadas, y van a decir ustedes, queridos lectores, que soy un lunático, pero lo que les voy a compartir enseguida estoy seguro de que les va a gustar mucho, resulta que hurgando en una serie de recuerdos que me regaló el Dr. Mauricio González de la Garza, siendo como él era, un hombre sabio, docto y generoso con su tiempo, alguna vez me contó que don Regino Hernández Llergo, entrevistó a Pancho Villa, y que a raíz de una declaración del centauro del norte, en la que apoyaba en su candidatura presidencial a Adolfo de la Huerta, Álvaro Obregón lo mandó matar… “Fito es muy buen hombre, y si tiene defectos, señor, es debido a su mucha bondad. Es un político que le gusta conciliar intereses de todos, y el que logra esto hace un gran bien a la patria. Es una buena persona, muy inteligente, muy patriota y no se verá mal en la Presidencia de la República”, claro que, eso no fue lo único que dijo, retirado en su hacienda Canutillo, sino que, comentó al reportero, que él era capaz de juntar a 40 mil hombres para una lucha armada si ese fuera su propósito, ni tardo ni perezoso, a la vuelta de una semanas, el vengativo y poderoso Presidente Obregón, a quien el pueblo llamaba el Manco de Celaya, era un mutilado gracias a Villa, y Villa en aquel momento, a pesar de su palabra de honor, lanzaba veladas amenazas, Villa no había cambiado, significaba un peligro y Obregón decidió eliminarlo y cobrarse el brazo faltante, pasajes como esos son irrepetibles en nuestra historia mexicana, así deberían de consignarse los acontecimientos actuales de Nuevo Laredo, pero si nadie se dedica a hacerlo, al rato, va a pasar como cuando el inteligente Dr. Carlos Lozano Rendón, hijo del inolvidable don Edmundo Lozano Calzado, anduvo haciendo algo para rescatar la historia pueblerina, en el sentido de que los viejitos contaran lo que habían visto u oído en su época, pero ya era demasiado tarde para hacerlo, además, eso no es tarea para un solo hombre, se requeriría un organismo conformado por verdaderos amorosos de la historia para darse a la titánica tarea de documentar los sucesos, los periódicos no son suficientes, y es que la mayoría parecen panfletos emitidos por el departamento de comunicación social de la presidencia, algunos, no les cambian a los boletines ni una coma, ni un punto, es como si los editores fueran los jefes de propaganda del municipio o del estado, lo cual resulta demasiado peligroso, ya que quieren hacernos ver a los ciudadanos, que lo demás que ocurre en Tamaulipas, no importa, cínico, lo expresó alguna vez, nuestro carismático ex alcalde Ramón Garza Barrios, en una charla con la periodista capitalina Denise Maerker… “no hay nada de qué alarmarse, si no lo contamos nosotros, no es oficial” o algo así parecido, y pensé para mis adentros, de verdad que sería inútil pasarle el escáner por el cerebro al célebre político que una vez dijo que estos terrenos fronterizos se convertirían en una metrópoli, en fin, que lanzo ese buscapiés a los encargados de estructurar las dependencias para que hagan algo al respecto y le inviertan unos buenos centavos para capturar nuestra historia local, aunque ahora parezca inútil, les aseguro que para las futuras generaciones, dicha información será oro molido, por favor no lo echen en saco roto, que ninguno de los que estamos ahora aquí, somos eternos, algún día nos va a llevar la chingada. Ya dije.

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