miércoles, 8 de junio de 2011
Jenny Rivera
Jenny Rivera, la Diva de la Banda, es una vieja gorda jedionda, ya sé que no es de hombres expresarse de tal manera de una mujer, pero es que esta si es una piruja sin corazón, miren ustedes, queridos lectores, que yo siempre he sido muy respetuoso del llamado sexo débil, lo que ha ocurrido en este caso, es que la cantante de origen mexicano avecindada en Estados Unidos, ha ido de mal en peor, por si no están enterados, les contaré que antes de ser popular con sus canciones de ardida, estuvo casada con un bueno para nada que la regenteaba y no conforme con ser un mantenido, el tipo le violó a todas sus hijas, es decir, no a las entenadas, sino a sus propias consanguíneas, en su momento, como la panzona intérprete estaba muy enamorada del sujeto, pues no lo denunció, pero ya que cuando le hizo muchas, se paró ante un juez y lo acusó de todo, actualmente, el aberrante engendro purga una larga condena en una cárcel gringa, bueno, luego las desbordadas aguas tomaron su cauce, y Jenny, empezó de la nada haciendo giras en los palenques mexicanos, claro que, como ésta es bien lista, sabe que en nuestro país, la gente se puede quedar sin comer, pero nunca abandonará la fiesta, así que en lugar de presentarse en lugares grandes en la unión americana, eligió hacer sus shows nacos en los teatros del pueblo de las ferias mexicanas, ya se sabe, que en esta pauperizada nación, a todo santo le llega su pachanga, me acuerdo haberla visto en un pueblillo rascuache, y es que, en esos años de sus inicios, viajé por todo México, conste que no andaba vendiendo seguros de vida, ni enciclopedias, si tampoco he caído tan bajo, la pobre cantantilla estaba gorda desbordada, con el pelo todo marchito, se le veía descuidada, sin embargo, su evidente carisma la hizo subir muy rápido, en fin, eso ya es historia, pero ahora está metida en un liazo, y es que su hermano Juan, otro marrano con cuerpo de mochila boyscout, le puso tremenda madriza a un fan de su carnala, quesque porque tiró una lata de cerveza al redondel del garito, de ahí no hubiera pasado, a no ser que, a alguien se le ocurrió grabar el incidente y muy claro se observa que el mastodonte Rivera jala al espectador de muy mala manera hasta tumbarlo al suelo, luego lo golpea con una rabia como si en lugar de haberle arrojado una vironga, le hubiera tirado una granada de fragmentación, o sea, a toda acción hay una reacción, pero aquí si esta bola de criminales Rivera se pasaron de la raya, ya que, a pesar de que la gorda Diva estaba a dos metros de la riña en la que su carnal se estaba ensañando con el pobre borrachito, no movió ni una pestaña para detener la masacre, yo, si fuera funcionario de gobernación, ya le hubiera aplicado el artículo 33 por vaca extranjera indeseable, espero que alcance la pena máxima de un artista, como le ocurrió a Lucero con aquella trifulca en la que uno de sus guardaespaldas le sacó la pistola a un reportero, y no es albur, sino la pura realidad, la patética ex esposa del Gordo Mijares, en lugar de defender al representante de la prensa, se puso de lado de su empleado, desde entonces, a la regular actriz y pésima cantante no la han contratado ni para amenizar una piñata, es más, nadie quiere pagar por ir a escucharla berrear, eso es lo malo de estas tales por cuales, que se sienten las estrellas inalcanzables, y que yo sepa, la única que podía darse esos lujos era María Félix, a la que, alguna vez, un periodista argentino le escupió una sarcástica pregunta: “es cierto María que usted se cree La Divina Garza?”, La Doña le aventó la mirada de mentada madre y le contestó alzando la ceja: “No me creo La Divina Garza… ¡Soy La Divina Garza!”, pero a la gordinflona Jenny no le quedan estos desplantes, a lo mejor si dejara de pistear en sus palenques, no tendría este tipo de broncas, ya que siempre anda más peda que La Lupe D’alessio en sus mejores épocas y eso es mucho decir.
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