Hoy es 24 de diciembre, para casi todos es Nochebuena, en mi caso, si lo es, ya que, luego de haber padecido tantas calamidades en mi seno familiar durante dos años seguidos, supongo que esta fecha es una tregua del destino para hacerme sentir que tengo el privilegio de comer calientito y en la generosa mesa hogareña, legado espiritual de mi santa madre doña Juanita a quien venero a cada instante en que respiro.
Mamá, a estas horas del día, ya tenía hechos los tamales, la fritada de cabrito, los frijoles borrachos, los buñuelos, el champurrado y es que mi sacrosanta progenitora nunca fue una de esas viejas vaquetonas a la que todo les hacen, ella se ponía manos a la obra desde muy temprano, parecía poseída por un espíritu presuroso y como si tuviera el don de la ubicuidad, andaba de un lado para otro, era infatigable, los otros, podían expresar su cansancio, pero doña Juanita jamás profirió una queja de sus labios en los que retumbaban gritos y malas razones, tal vez por ello, soy tan hocicón y malhablado, además, algo que a mí siempre me pareció muy raro, es que nunca nos compró un juguete en navidad, decía que al rato iban a andar todos desmadrados en el patio, mejor que ese dinero lo iba a invertir en comida para que no anduviéramos con la panza rumbando en una celebración tan importante, así que yo nunca supe de Santoclos ni de Reyes Magos, mi infancia fue de lo más atípica que ustedes se puedan imaginar, queridos lectores, pero no por esa razón me amargué, al contrario, me sirvió para ejercitar mi ya de por sí, desbordada imaginación.
Mi casa era el epicentro de la navidad para todo el barrio, a nadie se le negaba un plato de comida, tal vez, por esa razón, nuestra mesa siempre rebozaba de viandas exquisitas, como hasta el día de hoy, mamá siempre fue muy hospitalaria y dadivosa, aunque es verdad que tenía un carácter bien atravesado, era, lo que se dice, una señora Generala, a ella nadie le discutía su proceder so pena de recibir una retahíla de merecidos improperios, cuando nos hablaba y contestábamos como ella misma nos enseñó: “mande amá”, nos contestaba: “ven para mandarte cabrón”, pero la crianza que dio a sus hijos, es de tal calidad, que muerta desde hace algunos años, todavía es fecha que se sienta con nosotros a disfrutar de la cena, no crean que estoy loco de al tiro, si a veces nomás finjo locura para comer a puños, pero es que su figura ha sido tan descomunal, sus acciones tan puras, su labor entregada como un ser humano excepcional, que yo no puedo, sino hablar maravillas de su tránsito por esta tierra, además, era hermosísima, tenía en su rostro adusto una especie de luz que alumbraba nuestras existencias.
Nunca he sido inventor de historias fantásticas de la mitología literaria latinoamericana, todo lo que les he contado durante el año que ya se va para nunca más volver, ha sucedido en el anchuroso mundo de mi norteña vida, por cierto, antes de dar por terminada la presente columna, quiero avisarles, que si no tienen algún inconveniente, publicaré el top5 de las mejores Guillotina del 2010, claro que todas son muy buenas, unas mejores que las otras, espero que mi editor en jefe, Jhovanni Raga y Roberto Lozano diseñador de imagen de Show, tengan a bien, ayudarme en esta difícil encomienda editorial.
Les deseo, queridos lectores, que esta noche sea una buena Nochebuena, que disfruten a sus seres queridos, que les den hartos abrazos, besos, cariños y mimos, que la vida nadie la tiene comprada, uno, nunca sabe cuándo será el momento exacto en que nos dejemos de ver en este plano terrenal, aunque es verdad que para los que se fueron de esta sintonía, nos queda la deslumbrante imaginación que nos los vuelve a conformar completitos y seguramente podremos abrazarlos y besarlos en nuestros sueños.
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1 comentario:
NO TENIA EL GUSTO DE LEER TUS COLUMNAS MORIA DE CURIOSIDAD Y POR FIN TENGO ESA DICHA.. REALMENTE ME AGRADA.
ESTA COLUMNA EN ESPECIAL ME ENCANTO ..
ME PERMITO EXPRSARTE MIS RESPETOS Y ADMIRACION.
UN ABRAZO MUY FUERTE
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