Mis apetencias gastronómicas son sencillas, pero abundantes, naturalmente que no me opongo a la posibilidad de conocer, en sus platillos, otras lejanas culturas, estando en la ciudad de México, pude probar de todo un poco, ya que por los rumbos en donde vivía, había restaurantes de diversos tipos; igual de comida japonesa, francesa, italiana, libanesa, china, portuguesa, dicen, los que saben, que lo último que se pierde en la memoria de la lengua, es el gusto por los sabores de la infancia, y yo, nunca he negado la cruz de mi parroquia, crecí rodeado de los vapores medicinales de las ollas de la cocina de mi madre, no había quebranto espiritual que un buen caldo de pollo no aliviara del todo, doña Juanita, jamás nos dio de sus santas manos, alimentos impuros, tal vez por esa razón, no soy proclive a la comida rápida, ya que en nuestra mesa familiar, se disfrutaba con despacio deleite, los suculentos manjares que del amasijo de carnes, verduras y especias, brotaban.
Encartado en Líder Informativo, aparece cada viernes, un suplemento especial dedicado de manera exclusiva a la comida, por eso empecé la presente columna de tal modo, un tanto como tributo a mi madre, pero también para rendir homenaje a quienes especializados en aderezar los platillos, han hecho de la cocina, un templo, y de los sabores, su religión, y tengo que confiarles, queridos lectores, que he tenido el deseo de aprender a hacer uso de las recetas que aparecen en “Menú”, pero a mí, se me quema el agua y los huevos duros me salen aguados, como en el caso de la edición anterior, en que apareció el guajolote, al que todos conocemos como pavo, por la costumbre gringa del Thanksgiving, supongo que muchos de los seguidores de mi casa editorial, si cocinarán algunos de los guisos, ya que la mayoría de mis amistades cercanas, me han comentado que les ha agradado el magazine, naturalmente que este logro se debe a la visión de los directivos, quienes al observar que no habiendo más cera que la arde, se dieron a la tarea de colocar en el mercado esta magnífica información con tan buen tino, que a la vuelta de algunos meses, se ha colocado en el agrado comunitario, claro que no es lo mismo asomarse a un rotativo, pletórico de suculentas imágenes, que a otro, plagado de puras malas noticias.
En mis inicios en este frívolo mundo del periodismo social, entré a la mayoría de las cocinas de las familias más renombradas del globero pueblo, ya no quiero decir cuántos años han transcurrido, además, el tiempo no es solamente contabilidad de calendarios, sino que se debe a la suma rítmica de los acontecimientos que han marcado nuestras vidas, así que por mi chamba, he tenido el enorme placer de probar la sazón de los guisos de muchas señoras que en la teoría se supone, no cocinan, pero déjenme decirles, asiduos fans, que soy testigo de que eso es una mentira que a fuerza de repetirla se ha creado un mito, la verdad es que lo hace muy bien y todos los días, tal vez por ello, el suplemento “Menú” ha tenido tan buena acogida en nuestra comunidad, yo, ustedes lo saben muy bien, no soy muy dado a regalar elogios a nadie, ni siquiera a la empresa que me da de comer, si algo no me gusta, simplemente emito mi opinión personal, pero en esta ocasión me enorgullece decirlo a los cuatro vientos cardinales, esta aportación gastronómica es valiosísima, porque tiene en su confección los ingredientes primordiales para llegar con sabores, texturas y aromas a través de las imágenes y con los textos exactos para que cualquiera se ponga manos a la obra siguiendo los sencillos pasos para cocinar lo que se nos presenta en esquemas claros de los profesionales culinarios, que a fuerza de la práctica han logrado la alquimia de los productos primarios para realizar obras de arte, por eso, les sugiero que se asomen a “Menú” todos los viernes, estoy convencido que les va a gustar. Ya dije.
domingo, 5 de diciembre de 2010
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