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jueves, 9 de diciembre de 2010

Los policías

Se supone que los policías deberían ser como súper héroes para defendernos de los diablos que andan sueltos, pero nuestros celosos guardianes ni siquiera pueden correr más de dos metros porque se los impide la panza de perro milpero que cargan y claro que todo se debe a que se la pasan arrecholados en sus patrullas, a las que tratan peor que a su vieja, y como no les cuesta la gasolina, las usan hasta para traer los mandados de sus viejas.
La mayoría de estos celadores, son silvestritos, no pueden hilvanar dos frases coherentes, al menos no, en el idioma que hablamos los demás, el otro día, salí a dar una vuelta, iba nada más a comprar mandado al eichibi, okei, la verdad es que fui a Smart de la avenida México, pero me encanta presumir que voy a esa tienda cara, y me paró uno de esos chafas vigilantes, quesque porque iba a exceso de velocidad, si mi carro que es del año del caldo, no agarra correntía ni por la bajadita de la Colima la que está aquí a la orilla de la placita Miada, claro que este hijo de su re policiaca progenitora, me dijo que según sus cálculos, iba muy recio, y que podía provocar un accidente, total que le di 50 pesos, que estos muertos de hambre se conforman con sacar para su caguama, finalmente nunca le iba a ganar la discusión, lo único malo es que me tuve que regresar a la casa sin comprar nada, ya que ese dinero era lo único que traía en mi bolsa seca.
Nuestras autoridades deberían hacerles ver a estos gañanes con placas e ínfulas, que no se trata de andar asaltando a la gente decente, que hay muchas maneras de ganarse la lana, pero no así, que tampoco, los ciudadanos tenemos la obligación de plegarnos a las órdenes de estos servidores públicos, que ellos están en el puesto para hacer todo lo contrario, es decir para cuidarnos y evitar algún desaguisado en la vía pública, pero ni siquiera me encabroné, porque estando en la víspera de la celebración del natalicio de mi sacrosanta madrecita, no me voy a hacer mala sangre por uno de estos chómpiras que no saben ni la O por lo redondo, miren ustedes, asiduos fans, si acaso no tengo razón al haber dicho lo anterior, estos son tres de los más recurrentes comentarios de los poliasaltantes: “Si yo lo miré con mis propios ojos que cometió una infracción por lo cual lo voy a infraccionar infraccionandolo de acuerdo a lo reglamentado en el reglamento”. — Un policía mexicano sobre una infracción. “Señora del sexo femenino, que conduce el carro negro oscuro chocado por la parte posterior trasera, favor de orillarse a la orilla derecha de periférico”.— Un policía mexicano sobre otra infracción. “Jefe, yo creo que este tipo se suicidó a sí mismo, pues tiene una bolsa en la cabeza, y se amarró las manos en la espalda para no quitársela”. — Un policía mexicano reportando a un superior.
Hay que respirar hondo para poder llegar lo mejor posible al maratón Guadalupe Reyes, que dicho sea de paso, ya estamos encima de estas voraginosas fiestas, yo no soy muy dado a andar en las peregrinaciones al santuario Guadalupano, aunque si acudo a darle las mañanitas a la virgen como buen católico que soy, pero eso de andar caminando por estas calles tan peligrosas del globero pueblo, francamente es como una provocación a que me salga otro de esos policías, que ya no se sabe que es peor, si el remedio o la enfermedad, además, tampoco creo que sea necesario cantar La Guadalupana a grito pelado como si uno acabara de salir del manicomio, a veces, es mejor, en la quietud de la intimidad, levantar una fervorosa plegaria a nuestra madre del cielo para que incline sus ojos hacia nuestras personitas desgraciadas, para que con su amor nos aliente a resistir los embates de tanta violencia, ya sé que dan ganas de todo lo contrario, pero mientras… Oremos.

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