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martes, 21 de diciembre de 2010

Censo gringo

El censo en los Estados Unidos arrojó una cantidad desorbitada de latinoamericanos (amerindios), se dice que son 50 millones, o sea, y aún así no tienen una buena representación política que los ayude a destrabar los asuntos de alto interés migratorio de la raza cósmica que no parece cuajar del todo, yo no sé mucho de andar haciendo números para las estadísticas, pero ahora es cuando chile verde le has de dar sabor al caldo, supongo que hay mucha población flotante, de esos que se esconden para que no los envíen de regreso a Michoacán o a San Luis Potosí, pero a pesar de que no tienen derechos ciudadanos, de alguna manera pueden incidir en los arreglos pertinentes para que el gobierno gringo les otorgue beneficios de seguridad social, educación y empleos bien remunerados, es verdad que nuestros paisanos son bien chambeadores, además ya lo dijo alguna vez el inefable Chente Fox, hacen trabajos que ni los negros quieren hacer, entiendo perfecto que se vayan de mojados, si aquí, lo único que tienen seguro es el hambre diaria que los agobia y la galopante inseguridad que los mata lentamente en medio de zozobras nocturnas y contracciones peristálticas, en tierras gabachas, por lo menos, aunque anden a salto de mata como bandoleros, tienen la posibilidad de probar bocado más seguido que en México.
Lo bueno de este censo es que sólo fueron diez sencillas preguntas, no como el que nos endosa el Inegi, que preguntan hasta cuántos focos hay en la casa y si ese señor que está ahí sentado trabaja o es un baquetón, además, el cuestionario se manda a todos los domicilios de la unión americana con un sobre incluido con porte pagado por el gobierno, yo, la verdad, nunca he respondido a nada del registro nacional, pero no por desidioso, sino porque a la que le encanta responderlo es a mi tía Crisanta, que se sabe de pe a pa cada suceso de nuestra familia, naturalmente que antes le advierto que no diga mi edad ni mi peso exacto, que por caridad de Dios y de su santísima prole, que me baje diez tantos en cada rubro, que al cabo ni modo que vengan a revisar si es mentira lo que se declara en cada hogar.
Según el censo norteamericano, se embarazaron menos adolescentes durante el año 2009 y es que a esa edad de la punzada es muy peligroso que las niñas se queden en casas ajenas dizque haciendo tarea, pero los expertos sociólogos atribuyen el fenómeno descendente de la tasa de natalidad a la crisis económica de las familias, ya que no teniendo los empleos seguros, pues no hay dinero que alcance para nada, mucho menos para darles recursos a las chamacas para que anden paseándose luciendo su palmito por esas calles de Dios, claro que los estudiosos se dijeron sorprendidos, porque las jovencitas dada su natural proclividad hacia los jugueteos sexuales con sus compañeritos de colegio, pues se quedan preñadas a la primera de cambios y en lugar de terminar sus estudios, se dedican a parir y criar a su hijo, hasta donde yo sé, en Laredo, Texas se vive este problema con mayor intensidad, no voy a decir nombres, que tampoco soy chismoso, pero sé de varias niñas de 14 años que tuvieron un bebé, así que no terminaron ni la secundaria, lo malo es que en lugar de disfrutar esta juvenil etapa, se encierran a piedra y lodo a criar un huerco que les trastoca la vida para siempre, en fin, tampoco quiero sentirme afectado por el eclipse lunar del lunes y andar de pregonero moral, que no soy uno de esos viejillos criticones de las ajenas vidas, por cierto, antes de finalizar esta columna, quiero agradecerle a Marisol Castillo Garza su atenta invitación para estar presente en su graduación de la Facultad de Enfermería que tuvo lugar en el hotel Camino Real, prometo que antes de que termine la semana, haré una reseña amplia de dicho evento al que asistí en la grata compañía de mi amigo Gustavo que viajó desde su casa a mi señorial residencia para trasladarme a la fiesta. P. D: Ya huele a Navidad.

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