Patroclo

Patroclo, no es ése el que ustedes creen, queridos lectores, me refiero al “pioresnada” de Aquiles, quien era el mejor amigo del hijo de la ninfa Tetis, y no que estuviera muy chichona, sino que ese era el nombre al que respondía, que ambiciosa de vida para su vástago, que aquí entre nos, se dice se rumora y se comenta, que entre toda la runfla era el más hermoso de todos los héroes en Troya, lo sumergió en el río Estigia para hacerlo inmortal, pero como lo tuvo que agarrar del talón para que no se le fuera a escapar por un remolino traicionero como los del río Bravo, pues le dejó vulnerable ese punto de su cuerpecito griego, pero el chisme al que me quiero referir de la Iliada de Homero, es que todo parece indicar que ambos hombres les encantaba darse sus picoretes en lo oscurito entre batalla y batalla, claro que juntos eran casi invencibles, peleaban hombro con hombro, pero una tarde aciaga, Héctor lo agarra a madrazos con harta furia y mata a Patroclo, entonces, Menelao y Áyax El Grande a sabiendas que era el marido del mero mero, protegen su cuerpo y se lo entregan en propia mano a Aquiles quien bien encabronado, decide retomar las armas para vengar la muerte de su amado, es en ese punto cuando se arma la de Dios es Cristo, claro que hubo una matazón, incluso testigos presenciales de los hechos, bueno más bien el fantasioso Homero, asegura que Aquiles sacó las cuernos de chivo, las “mata polecías” y una que otra granada de fragmentación, total que corrieron ríos de sangre, todo con tal de lavar la afrenta de haberle asesinado a su “Patroclito del alma”, y conste que no estoy inventando nada, porque luego algunos de ustedes, asiduos fans, han de creer que estas historias son puro cuento mío o fábulas ingeniosas del mítico escritor, luego de que vengó el asesinato de su amorcito, Aquiles ordena al día siguiente construir una pira funeraria para Patroclo, se corta un mechón de su bien cuidada cabellera, y sacrifica bueyes, conste que ninguno de esos animales era panista, corderos, perros y caballos, así como también a doce jóvenes nobles de Troya quienes sin deberla ni temerla fueron arrempujados a la lumbrota para que el difuntito no se sintiera tan solo. Ah se me olvidaba, que luego de que incineraron los restos mortales de su viejo, Aquiles organizó unos juegos, consignados en el canto XXIII de la Ilíada, son, junto a los organizados por Alcínoo en la Odisea, uno de los testimonios más antiguos del deporte en la antigua Grecia.
Por cierto, a muchos de los cercanos a Aquiles, Patroclo les parecía una jotita bonitilla, pero al fin y al cabo una trepadora social que se las ingenió para arrimársele al héroe griego, dicen, a mi no me consta, que cada vez que podía, el mariconcito se agachaba como para recoger el jabón, y eso que en esa época ni jabones había, ya que como ustedes saben, cuando los antiguos llegaban a bañarse, se lavaban sus rinconcitos, entresijos y dobleces con puras yerbitas de olor y aceites esóticos, naturalmente que los enemigos de los homosexuales de la era, que de seguro eran panistas, le hacían el fuchi al compañero de guerra de Aquiles, porque no soportaban sus aires de grandeza de la diva que era guapilla pero casi una niña, además dicen que ambos enamorados eran similares físicamente, por no decir que casi iguales, aunque Aquiles mayor que Patroclo, ya ven que dicen que en una pareja muy ligada sentimentalmente, se da una especie de simbiosis y al rato adquieren facciones y modales parecidos, corren los rumores, desde esa fecha de la tragedia griega, que por esa razón de la similitud, Héctor confundió a uno con la otra, pero la verdad es que la armadura que llevaba a la hora de la contienda, le cubría la cara por completo, lo demás ya se sabe, Homero se encargó de inmortalizar su muerte, y no es por intrigar, pero mucho de lo que se conoce de Patroclo, es gracias a los amoríos sostenidos con Aquiles, en fin, que esta columna sirva cómo muestra de que en todas las eras se cuecen habas y que la jotería no es nada nuevo bajo el sol que nos alumbra. Ya dije.